En temporada decembrina, las tarifas de Uber, DIDI, Cabify y otras aplicaciones de este tipo han subido de una manera exponencial, sin que la Profeco o las autoridades capitalinas hagan lo necesario para impedir abusos.

De acuerdo a los representantes de las aplicaciones, la razón se debe al fenómeno de oferta y demanda que el fin de año trae consigo. Dicen que es culpa de la llamada tarifa dinámica que se activa ante la alta demanda y los pocos autos disponibles, porque, según ellos las reuniones familiares, de trabajo y con amigos, han sido mayores debido al semáforo epidemiológico en verde. La pandemia fue dura, pero ya esta bien de echarle la culpa de los costos o del mal servicio.

Uber México, a través de un comunicado, intentó aclarar la situación, dice que todo se debe a una mayor concentración de festividades en la CDMX, lo que supera al número de conductores disponibles en su plataforma. Pero no dijo nada de tarifas justas. En pocas palabras, seguirán cobrando lo que indique su algoritmo y pasadas estas fechas, volverán a sus precios normales.

El capitalismo salvaje, la ley de la oferta y la demanda llegan al absurdo. Las redes sociales y los memes han dado amplia difusión a lo demencial de esta situación. Tarifas de más de tres mil pesos, cotizaciones que rebasan los 5 mil pesos.

Claudia Sheinbaum dijo que el precio de las tarifas es un asunto de mercado de las aplicaciones, que el Gobierno de la Ciudad nada tiene que ver. Declaró que no le parecía correcto que eleven los precios, porque afecta al bolsillo de la ciudadanía. Le pidió al secretario de Movilidad, Andrés Lajous, revisar la regulación de los precios. Es decir, no hará nada, así que los ubers podrán seguir cobrando lo que les venga en gana.

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No sólo se trata del alza en el precio de las tarifas. El servicio de Uber ha empeorado de manera significativa. Ningún conductor desciende del alto para abrir la puerta, no te ofrecen agua, no tienen cargador para teléfono móvil, no son amables, visten como quieren, pone la música que se les antoja y no conocen la Ciudad: “Aquí me marca...” es lo que dicen los conductores cuando no llegan a la dirección o te dejan lejos de tu destino.

Uber y el resto de aplicaciones fueron alternativas al pésimo servicio de taxis de la CDMX y otras ciudades, controlados por mafias y podridos por la corrupción. Los usuarios buscamos un mejor servicio de transporte, seguro y limpio, pero también a un precio justo. Es lamentable que a las autoridades les interese más que estas aplicaciones paguen impuestos, no que mejoren el servicio y que cobren precios justos.

La famosa tarifa dinámica debe tener un limite. Nunca debería pasar el doble del precio de una tarifa normal, lo que es decir ya mucho. Sólo nos queda seguir denunciando y exigiendo a las autoridades que cumplan con su deber y obliguen a estas empresas a cobrar lo justo. La política es de bronce.

Onel Ortíz Fragoso en Twitter: @onelortiz