En medio de la forma en la que ha sido exhibida, en los últimos años, la clase política neoliberal mexicana, en cuanto al tema energético, bien vale la pena resaltar un ejemplo, solo uno, del rol que jugaron especialmente los dos gobiernos federales panistas (2000-2006), respecto a la situación actual de Pemex.
De entrada, la administración encabezada por Vicente Fox no contaba con proyecto energético alguno para el país (a no ser la descarada e ingenua intención de privatizar el sector completo).
La política oficial se centró entonces en maximizar los ingresos por exportación de petróleo crudo en el corto plazo, sin intentar (ni remotamente) revertir el debilitamiento causado por la falta de inversión y el desmantelamiento de Pemex iniciado (en mayor medida, pero sin la vulgaridad blanquiazul) en el sexenio de Salinas de Gortari.
Aprovechando los altísimos precios del barril de crudo a nivel internacional y en lugar de una gran reforma petrolera, la “solución” fue sencilla: exportar la mayor cantidad de petróleo crudo posible mediante la sobrexplotación irresponsable de nuestros yacimientos. El principal método para maximizar la producción fue la inyección de nitrógeno en los pozos. Este procedimiento incrementa considerablemente la extracción, quemando a la atmósfera miles de millones de pies cúbicos en combustible, que con la aplicación de otro método, se hubiesen recuperado muchos millones de barriles adicionales de petróleo. Con este método se contribuyó al mas rápido agotamiento de los hidrocarburos, sin la incorporación de nuevas reservas que garantizaran nuestra autosuficiencia y seguridad energética a mas largo plazo.
En los gobiernos panistas se convirtió a México en uno de los primeros países exportadores de petróleo en el mundo, pero los ingresos excedentes de esos años se dilapidaron en el gasto corriente federal (principalmente alta burocracia) y en la transferencia de buena parte de esos recursos a los gobiernos de los estados.
Durante el sexenio de Felipe Calderón, los ingresos petroleros del país aumentaron en un 70% respecto al de Vicente Fox y la política en la administración de los excedentes fue prácticamente la misma: gasto irresponsable de nuestros recursos, a costa de la dilapidación irresponsable de las reservas de hidrocarburos, muy lejos de convertir al sector energético en palanca de nuestro desarrollo, sin mayor inversión en refinación (provocando la importación de gasolinas caras), y sin la creación de un fondo de excedentes petroleros bien administrado.
En los sexenios del PAN solo se sobrexplotaron indiscriminadamente los recursos, se abandonó a la industria de la refinación y se petrolizaron (aún mas) las finanzas publicas, además de (en ausencia de correctas reformas fiscal y energética) para bien de Pemex esta se ha endeudado de manera absurda e irresponsable (fundamentalmente a través del esquema PIDIREGAS).
Todo lo anterior (hay quienes llegan a afirmar) fue premeditado en un intento por abrir aún mas (ya se hizo de forma disfrazada por medio de los “contratos de servicios múltiples”) la empresa al capital privado, hoy esas políticas públicas y las reformas que permitían todo eso y aún más han sido tajantemente acotadas en favor del Estado mexicano.
En 12 años, por no tocar el sexenio de Enrique Peña Nieto y sus barbaridades, entreguismo y abusos al extremo, los cuales darían para innumerables artículos periodísticos respecto a ello, el país sufrió una parálisis que va mucho mas allá del ámbito energético. Las consecuencias son hoy evidentes al estar Pemex con poquísimo margen de maniobra, siendo este un pretexto perfecto para el coro de diversos personajes que están a favor de la privatización, aunque sea disfrazada.
Hoy se pretende reconducir al sector con una visión nacionalista y de Estado; de responsabilidad y transparencia en su manejo... Pero, paradogicamente, las empresas calificadoras internacionales, alzaron la voz demasiado tarde, y si bien habrá costado mucho la reconfiguración de la planta productiva energética nacional, la industria energética en México aprovechará las últimas décadas de auge petrolero mundial, al lograr producir productos refinados mediante la construcción de Dos Bocas en Tabasco, la compra de Deer Park en Texas y la gradual reconfiguración de las otras cinco refinerías ya existentes en el territorio nacional.