Los diputados de la comisión de energía criticaron al director general de la Comisión Federal de Electricidad, Manuel Bartlett, por su propuesta de reforma eléctrica. Fue atacado porque plantea regresar a los combustibles fósiles y hacer a un lado las energías limpias y renovables.
El diputado Mauricio Prieto Gómez, del PRD, hizo burla de Bartlett al subir al estrado con un dinosaurio de peluche con el logo de CFE y dijo: “bienvenido director a esta soberanía. Hoy por la mañana desperté y el dinosaurio seguía allí. Es cuanto señor presidente”.
Mientras, en Nueva York, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) llevó a un feroz y elocuente dinosaurio a la sede de las Naciones Unidas para reclamar a los líderes mundiales mayor acción climática. El PNUD hizo público ayer un video como pieza central de la nueva campaña ‘Don’t Choose Extinction’ (No elijas la extinción).
En el video, un imponente dinosaurio irrumpe en el salón de la Asamblea General de la ONU. Toma el podio y habla ante la audiencia de diplomáticos diciendo que ya es hora de que los humanos dejen de poner excusas y comiencen a hacer cambios para abordar la crisis climática. “Al menos nosotros tuvimos un asteroide”, dice el dinosaurio. “¿Cuál es su excusa?”
En la versión en español de la animación CGI, Eiza González da voz al dinosaurio que destaca cómo el apoyo financiero a los combustibles fósiles a través de subsidios (dinero de los contribuyentes que ayuda a mantener bajo el costo del carbón, el petróleo y el gas para los consumidores) es contraproducente frente a la amenaza del cambio climático.
“Piensen en todas las cosas que se podrían hacer con ese dinero. En el mundo hay mucha gente viviendo en la pobreza. ¿No creen que ayudarlos tendría más sentido que… no sé… pagar por la desaparición de toda su especie?”, plantea el dinosaurio.
La campaña “No elijas la extinción” explica cómo los subsidios a los combustibles fósiles están retrasando el progreso contra el cambio climático. Un estudio del PNUD revela que el mundo gasta 423 mil millones de dólares al año en subsidiar los combustibles fósiles para los consumidores.
Esta cantidad podría cubrir el costo de las vacunas COVID-19 para cada persona en el mundo, o financiar tres veces la cantidad anual necesaria para erradicar la pobreza extrema mundial.
Pero volvamos a México. Aquí están siete preguntas y respuestas:
- ¿Bajaría la reforma de Bartlett los precios de la luz? ¿Pagarían menos las familias mexicanas?
Claro que no. Por el contrario, la reforma incrementaría los costos de generación de electricidad, al privilegiar plantas sucias y caras de CFE por encima de las limpias y de bajo costo. Para aquéllos que hoy le compran su energía a CFE, subirían las tarifas eléctricas, 14% para la industria y 7% para las familias, si se decidiera no subsidiar. El aumento en el costo de la electricidad para aquellas empresas que tienen su propia generación para autoconsumo sería muy superior, entre 100% y 150%. Además, la CFE tendría que asumir la carga de las demandas por cancelación de contratos y el costo total del crecimiento del sector, que requiere inversiones anuales de 140 mil millones de pesos.
- ¿La reforma le conviene a la economía mexicana?
Claro que no. La reforma lastima a todos: hogares, industria, comercio y finanzas públicas. Sin contar el costo por indemnizaciones, ni el aumento en inversiones que CFE tendría que hacer para garantizar la demanda, el impacto de aprobar la reforma llegaría a más de 1.4 billones de pesos en 10 años, incrementando el déficit público anual en 0.6 puntos del PIB, y elevando la deuda pública en ese periodo en 6%, por tres razones:
- Incrementaría el costo del suministro de CFE en 62 mil millones de pesos anuales.
- Requeriría un subsidio eléctrico adicional de 75 mil millones de pesos anuales.
- El gobierno tendría que triplicar el presupuesto de inversión de CFE.
La cancelación unilateral de contratos acabaría con la confianza en México y haría más costosa la atracción de inversiones en infraestructura. El retraso en la transición energética expulsaría inversiones en manufactura que requieren reducir su huella de carbono en la producción de bienes y servicios. El incremento en el costo de la energía se traducirá en un menor atractivo para invertir en México.
- ¿Cuál sería el impacto ambiental de la reforma?
La reforma cancelaría la transición energética y revertiría lo que ya avanzamos. No habría nuevas inversiones en generación de energía limpia, como la del sol y el viento, y se destruiría el valor de las que ya existen.
- Se privilegiaría la generación sucia y cara de CFE –76% de sus plantas son de energía fósil.
- México no cumpliría sus metas de energía limpia para los próximos diez años.
- Las emisiones contaminantes del país crecerían por lo menos 50% por encima de los niveles a los que se comprometió a nivel internacional.
Las emisiones de carbono de México podrían dispararse hasta en un 65%, según un informe del Laboratorio Nacional de Energía Renovable del Departamento de Energía de Estados Unidos. Según este mismo informe, aumentarían los costos de generación de electricidad hasta un 54%.
- ¿Podría la CFE sola alcanzar las metas contra el cambio climático?
Claro que no. Combatir el cambio climático es el reto más grande de la humanidad. Nadie puede solo contra el cambio climático. La CFE ha contribuido muy poco a la transición energética después de 2013. El 99% de la energía solar y eólica de México ha sido desarrollada por el sector privado. La CFE no tiene planes para contribuir al desarrollo de energía solar:
- El documento de planeación del sector (PRODESEN) contemplaba que sólo 5 por ciento de los nuevos desarrollos de CFE serían con energía limpia.
- Los planes anunciados de una planta solar en Sonora, propiedad de CFE, no reconocen la saturación de la red de transmisión en esa región.
- La reforma de Bartlett haría imposible el cumplimiento de la Ley General de Cambio Climático que establece una reducción del 22% de las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030 respecto a la línea base (año 2000), incluyendo una disminución de 31% por la generación eléctrica.
- ¿Cuánto tendría que invertir la CFE?
De 2018 a 2024, se requerían 508 mil millones de pesos de inversión para alcanzar la meta de 35% de energía limpia. Esto representa 430 mil millones de pesos en energía solar y eólica. En tres años, el sector privado invirtió el 41% de lo requerido.
De 2022 a 2030 se necesita una inversión acumulada de 840 mil mil millones de pesos – 6.2 veces el presupuesto anual del programa de pensión de adultos mayores - para llevar nuestra matriz energética de una basada en energía fósil, a una diversificada con energía limpia. Se requieren 354 mil millones de pesos sólo para energía solar y eólica, esto es 16 veces el presupuesto de Jóvenes Construyendo el Futuro.
- ¿El gobierno puede alcanzar las metas sólo con energía hidroeléctrica?
La energía hidroeléctrica no puede crecer – ni en velocidad ni en volumen – para lograr las metas de México por sí sola. En los últimos siete años, la capacidad de generación hidráulica creció sólo 1%. En suma, en 2030, México debería tener 54GW de capacidad instalada limpia y nos faltan 19GW. La repotenciación hidráulica que anuncia el presidente es el 1.4% del total. Además, la generación hidráulica depende del clima, lluvia, necesidades de consumo de la población, agro y consideraciones de protección civil. Las hidroeléctricas sólo trabajan al 28% de su capacidad instalada.
- ¿Entonces a quién le conviene la reforma eléctrica de Bartlett?
Sólo le conviene a quien controle la CFE y pueda decidir quién participa en el sector eléctrico, quién no y bajo qué términos. La reforma lastimaría directamente a los que menos tienen. Muchas empresas se irían a la bancarrota. Habría menos empleo, menos recaudación de impuestos para programas sociales y los precios de los insumos básicos subirían. Al privilegiar el uso de unidades de generación contaminantes, la reforma incrementará las emisiones de gases contaminantes, deteriorando el ambiente y la salud de los mexicanos.