“La soberbia es el abismo donde suele desaparecer hasta el mérito verdadero.”
JUAN MONTALVO
“Humillar con la dádiva al que pide,
Dar con alarde ó con desdén al pobre,
Tan solo es vanidad.
Dar por que sepan que se dá y contarlo,
Publicar la miseria y los favores
Es soberbia no más.
Pero dar con sigilo y ocultarse,
Sorprender al que sufre y
conmoverse
Su pena al consolar.
Hacer el bien como deber, sin
cálculo.
Sintiendo amor por el que sufre y llora,
Esa es la caridad.”
TOMÁS DE CUÉLLAR
Es la enfermedad de la soberbia la que le hace pensar que inaugurar un edificio hará que el aeropuerto funcione. Y es que decir que este es una de las obras más importantes del mundo, no cambia la terca realidad.
El AIFA no marcha y México ya lleva poco más de un año sin recuperar la Categoría uno de aviación de la FAA, con lo cual es imposible que vuelos internacionales lleguen a Santa Lucía (no cuenta el que ha ido y venido en algunas ocasiones procedente de Venezuela, pues a este país le importa un comino la seguridad aérea y lo que EU tenga que decir al respecto).
Sobrado de soberbia, López Obrador canceló una obra que sí era de nivel mundial, que sí nos hubiera puesto a la delantera como país con el HUB en aviación más importante de América Latina, e insiste en un aeropuerto que sigue sin contar con las conexiones terrestres necesarias y la interconectividad con el AICM.
Lo que es más, el gobierno federal está saboteando Benito Juárez en el afán de hacer caminar Santa Lucía. Sí, la 4T hace todo lo posible para que el AICM sea un muladar, una bomba de tiempo que pasará a la historia como el próximo epicentro de un desastre aéreo.
El tamaño de la soberbia, más allá de lo que se sigue pagando por haber cancelado el NAIM, reside en que se tenía un sistema de aviación que requería urgentemente un aeropuerto mucho más grande. Uno con capacidad de uso (aterrizaje/despegue) de miles de vuelos, lo cual implicaba cerrar el AICM y, de paso, no perder la Categoría 1 en seguridad aérea.
En cuestión de costos, el AIFA perdió casi 23 millones de pesos en su primer mes, teniendo ingresos que ascendieron a $308,331 pesos. Para ponerlo en perspectiva, un Oxxo tiene ingresos superiores. Una sola tienda de este tipo factura al mes —en promedio—$720,000, mientras que sus costos son infinitamente inferiores a los del AIFA (sin olvidar que las pérdidas diarias de Santa Lucía las pagamos todos con nuestros impuestos). Una nueva forma que “el austero” gobierno ha ideado para tirar el dinero a la basura.
Por si fuera poco, en una muestra más de la desidia gubernamental, el Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la Ciudad de México no está utilizando la tarifa de uso de aeropuerto (TUA) para llevar a cabo las mejoras necesarias que requiere. Este pago, que se exige en los aeropuertos para el uso de sus instalaciones (esto es, en adición a la tarifa aérea), se está utilizando para continuar el pago del adeudo contraído al cancelar el NAICM.
La estulticia gubernamental ha llevado a que, en lugar de invertir en la seguridad del aeropuerto, en el pago de verdaderos controladores aéreos, en actualizar los sistemas (más de dos veces han tenido problemas con ellos), apuesta en… cambiar los pisos del AICM. Y, como se puede barruntar de lo anterior, no solo el AICM sufre por la soberbia de insistir en el uso del AIFA, en nuestro país; de los 54 aeropuertos con los que se cuenta México, 28 de ellos se encuentran con algún tipo de rezago.
El rediseño del espacio aéreo en el Valle de México para forzar la posibilidad de los vuelos del AIFA ha resultado tan desordenado y desaseado que, en lugar de mejorar los tiempos y la seguridad, solo ha convertido el mismo en un espacio muy peligroso (es señalado como tal por pilotos y expertos en la materia).
Más allá de los otros datos mañaneros, más allá de la presunción de que lo inauguraron a tiempo, lo cierto es que México lleva más de un año que NO está brindando la supervisión de seguridad en los vuelos operados por aerolíneas nacionales, según los estándares mínimos de supervisión de seguridad en la aviación.
Los malabares que se hacen para que el AIFA sobresalga están saliendo demasiado irresponsables y caros a nuestro país en diversos rubros (turismo, transporte rápido y eficiente, y seguridad de quienes vuelan o trabajan en los aeropuertos de nuestro país). Así, por ejemplo, la autoridad federal prohíbe a las plataformas digitales de servicio terrestre trabajar en el aeropuerto, lo cual no solo es ilegal sino también significa dejar a cientos de mexicanos sin una fuente de ingresos. Ojalá se pueda llegar a un acuerdo con las empresas privadas para que se generen inversiones que eviten que el AICM y la seguridad que requiere sus operaciones siga deteriorándose.
Algunos consideran la soberbia como una enfermedad, otros como un pecado y otros tan solo como un desquiciamiento que podría y debía ser evitado, particularmente siendo servidor público. De los muchos costos que enfrentamos y devengamos sin necesidad como país se ha sumado el capricho del AIFA, un aeropuerto que tiene todas las señales de alarma de la aeronáutica internacional.
La soberbia sale muy cara. Cuando López Obrador deje la investidura presidencial, será una de las tantas razones por las cuales deberá enfrentar un juicio. Y a él que le importa tanto la historia, el juicio de la historia también no perdonará su inmisericorde soberbia.