“Creo que la Biblia es el mejor don que Dios ha dado a los hombres”

Abraham Lincoln

En la actualidad que estamos viviendo un piramidalismo agudo de la economía mundial, es decir, los ricos se están haciendo más ricos y los pobres más pobres, aunado a una disminución constante de la clase media, debe surgir un nuevo modelo económico que no sea el capitalista clásico, y menos el socialista que demostró finalmente ser un fracaso.

En la Biblia está descrito muy detalladamente un modelo económico que voy a tratar de explicar con mis vagos conocimientos al respecto en el presente ensayo.

Este modelo consiste en que todas las personas que trabajan y reciben dinero deben dar el 10% al sacerdote máximo del pueblo, en esa época, para mantener las labores económicas de toda la población, y para hacerlo, dicho sacerdote repartiría ese dinero de manera muy estructurada a cada una de las personas titulares de una familia, hasta los mismos millonarios que lo dieron reciben una parte del mismo, al igual que lo reciben finalmente todas las personas de la sociedad.

Posteriormente la iglesia católica retomó esta conceptualización para denominar al “diezmo”, pero lo interesante de la Biblia, más que la obtención del mismo, es la figura del gran sacerdote, que se llama como uno de los apellidos más populares de Hollywood: “Cohen”.

En la actualidad el Papa no es el que representaría a dicho Cohen, pero si logramos nombrar a ésta figura en la actualidad, podríamos dividir la riqueza universal de una manera más moral y equitativa, y claro que éste 10% de todo el dinero mundial que ahora recibiría dicha figura administrativa equivalente al Cohen de la Biblia, y que obviamente no sería el Fondo Monetario Internacional, se encargaría de repartirla universalmente a toda la población mundial, y a cada una de las familias que habitan en éste planeta Tierra como se hizo en la antigüedad cuando se regían por la Biblia, y esperemos que no se les ocurra hacerlo con criptomonedas.

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También en la Biblia está descrito que todas las personas encargadas de sembrar, tenían que dejar el 10% de lo sembrado en el campo, para que la gente de bajos recursos pudiera tomar de dichos frutos de la tierra, que también su propiedad está muy bien especificada en la Biblia.

Espero que en los Estados Unidos, donde juran ante la Biblia todos los procesos jurídicos y gubernamentales, tomen en consideración la presente propuesta.