A pocos días de que oficialmente concluya el periodo presidencial de AMLO, México pasó de ser un país con importantes expectativas económicas, políticas y sociales, a su punto más bajo frente a la comunidad internacional.

A la ceremonia de cambio de poderes del primero de octubre, fueron invitados 228 jefes de Estado y dignatarios, de los cuales solo 16 confirmaron asistencia, la mayor parte aliados de AMLO como Luis Alberto Arce Catacora de Bolivia, Miguel Díaz-Canel de Cuba,  Xiomara Castro de Honduras, Gustavo Petro de Colombia y de Paraguay, Santiago Peña Palacios y dos presidentes que no son populista, el de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva y Gabriel Boric de Chile.

Canadá y Estados Unidos mandarán representantes de bajo perfil y hasta el momento ningún mandatario de Europa ha confirmado.

¿Desaire?

La diferencia es notable. En 2018 a la toma de posesión de AMLO vinieron muchos más, incluido el polémico Felipe VI, rey de España y un centenar de representantes de unos 50 países, entre ellos veinte jefes de Estado y de Gobierno y personajes del más alto nivel como la Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet; la Gobernadora General de Canadá, Julie Payette; la vicepresidenta de la Asamblea Popular de la República Popular China, Shen Yueyue. Donald Trump mandó una nutrida delegación encabezada por Michael Pence, vicepresidente, sin embargo, en esta ocasión viene la esposa del presidente Biden acompañada del secretario de Seguridad Interior.

“No es nada personal”, diría el clásico, pero la situación tiene un dejo de desprecio hacia AMLO y lo que representa su gobierno e impacta directamente en una serie de situaciones diplomáticas, relaciones comerciales, inversión extranjera, seguridad y turismo, en general, México empieza a quedarse solo en un mundo globalizado e interconectado.

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La desconfianza hacia la administración que termina es real y tiene su origen en los dislates diplomáticos, ocurrencias y francas groserías en que se incurrió.

El estilo de Andrés

Dejó de ir al G-20, no le dio relevancia a la COP de Paris ni a los compromisos para combatir el cambio climático.

Con al menos 11 países tuvo “fricciones” y generó respuestas, reacciones y aclaraciones de sus cuerpos diplomáticos, al grado de llegar a ser declarados persona non grata, él  e integrantes de su gobierno. Sea lo que sea que signifique, “pausó” las relaciones con España y Estados Unidos, en su momento no reconoció el triunfo electoral de Biden y sistemáticamente atacó a los gobierno de Estados Unidos, España y Canadá.

Invitó a celebrar las fiestas patrias y asignó un papel relevante a los enemigos naturales de sus aliados. Violando los protocolos envió mensajes de guerra a sus aliados al permitir que el presidente de Cuba diera un discurso en la fiesta nacionales y que tropas rusas desfilaran con el Ejército Mexicano.

De manera vergonzosa, dirigió una carta fuera de todo protocolo diplomático y muy mal redactada al parlamento Europeo para acusarlos de borregos, desinformados, panfletarios y cómplices de un grupo corrupto, reaccionario y golpista.

Mantuvo un discurso xenofóbico, particularmente al referirse a la inversión extranjera, estigmatizando a empresarios e inversores como rateros, con el velado fin de imponer sus criterios y beneficiar a sus empresas amigas.

En el sector energético, declaró la guerra a los empresarios del sector y demandó a los transportistas de gas natural para al final, de la mano de la CFE y Barttlet, favorecer a sus cuates, a sus hijos y a los hijos de sus cuates como grupo Carso de Slim, Sempra Energy, TC Energy y SIMSA, quienes recibieron toda clase de concesiones.

Contrario a lo que de forma cínica y mentirosa sostiene, está dejando a las dos principales empresas productivas del Estado, Pemex y CFE prácticamente en situación de quiebra. CFE sin capacidad de generación ni mucho menos de transmisión y con apagones diarios en buena parte del territorio nacional, principalmente en el sureste y Pemex endeudado como nunca, con menos producción y refinación y para colmo, con el elefante blanco de Dos Bocas.

La primera gira internacional de Andrés fue para visitar a Trump en la Casa Blanca, ahí ambos mandatarios decidieron eliminar los lazos institucionales, cancelar las reuniones de alto nivel e imponer a sus cuates, para lo cual invitaron a sus amigos empresarios a hacer negocios.

Consecuencias

Las decisiones de AMLO generaron que México registrara el peor crecimiento en más de tres décadas, no llegó ni al 1%.

La presidenta electa a partir del primer minuto de su gobierno tendrá que hacer una gran labor diplomática con los CEO de empresas sólidas y solventes que han respetado las reglas y los compromisos para recuperar la confianza en México y alentar la inversión y el desarrollo.

X: @diaz_manuel