Durante más de seis años, concretamente en 2018, se desarrolló la fase tanto previa como posteriormente de lo que hoy en día se cosecha. Esto es claro, 0concluyó una época de dominio de los grupos conservadores que, de manera irregular sin medida saquearon al país al amparo de la corrupción. Sin embargo, bajo la dirección de Andrés Manuel López Obrador, la tesitura experimentó un cambio crucial. Al comienzo de la nueva época, las transformaciones significativas empezaron a generar efectos beneficiosos. Por ejemplo, los programas de asistencia social han influido significativamente en la participación de miles de familias que, frente a su situación de vulnerabilidad, aportaron a elevar la calidad de vida. El mismo órgano legislativo llevó a cabo las labores desde el Senado y la Cámara de Diputados con el fin de elevar a nivel constitucional la ayuda. Esto significa, en grandes medidas, que los resultados comienzan a hacerse visibles, de la mano del compromiso de transformación.
Después de esto, empezaron a surgir más modificaciones constitucionales que, finalmente, pavimentaron la ruta para robustecer el crecimiento económico y, simultáneamente, son líderes a nivel global en áreas como seguridad, educación, ciencia, campo y salud. Es cierto, tras las elecciones intermedias del 2021, el escenario cambió ligeramente; se produjo un exceso de confianza en numerosos distritos que, a su vez, impactaron en la proporción numérica de la Cámara de Diputados. Como es bien sabido, Morena luchó en asuntos vitales como la reforma energética que, debido a las circunstancias, no se materializó. Tuvieron que pasar tres años más para que AMLO, desde Palacio Nacional, diseñara el Plan C. Y la ciudadanía, como lo hizo en 2018, se volcó en inmensas proporciones para ratificar el cariño al proyecto de la 4T.
Por lo tanto, claramente, en la actualidad las puertas están abiertas para modificar el marco constitucional no como un capricho, sino como un compromiso incuestionable con la población civil que, mediante el mandato popular, ha expresado su total apoyo a las transformaciones inminentes que necesita el país. Al tratar asuntos como la reforma al sistema judicial, que por cierto provocó un ambiente de polarización por parte de la derecha, el trabajo se agravó. El mismo dirigente de la fracción, principal líder y estratega de San Lázaro, Ricardo Monreal, estructuró las tareas y, aun bajo la presión de Norma Piña, impulsó el asunto. De ahí, en adelante, un tramo importante de proyectos continúan caminando por la dirección correcta.
A pesar de que la oposición afirme lo contrario, Morena, que cuenta con un grupo de legisladores altamente comprometidos con la nación, ha levantado el temple para respaldar cada propuesta planteada por Claudia Sheinbaum. Cuando todo esto es factible, se perciben ecos de continuidad en el plan nacional que Andrés Manuel López Obrador ideó.
En primer lugar, existe un vínculo muy particular entre el pueblo de México y la presidenta. Ella, gracias a sus propios méritos, ha logrado obtener el afecto de la población civil. Por supuesto, esa visión sugiere condiciones más favorables para el desarrollo económico y, además, una estabilidad en la gobernabilidad. Morena, y principalmente el gobierno, está en su máximo esplendor; la lucidez de la primera mandataria, unida al respaldo abrumador, crean un ambiente de seguridad para los años venideros que, todo apunta, parecen muy propicios para seguir capturando la atención del mundo. Por ejemplo, Sheinbaum se encuentra entre las 25 mujeres más influyentes a nivel global en la actualidad.
Por estas y otras razones, toda la oposición se ha visto forzada a implementar una estrategia de descrédito que, de forma inesperada, potencia más la imagen de Claudia Sheinbaum. En este contexto, la fracción parlamentaria, que controla la proporción numérica, responde al llamado con el objetivo de profundizar las transformaciones sociales y, de esta manera, democratizar la distribución de poderes. El más claro ejemplo, desde luego, fue la reforma al poder judicial y la supremacía constitucional que, como tal, blinda las decisiones del constituyente. De hecho, eso ha generado más apoyo que, a la postre, alargará la vida de Morena en el poder institucional. Eso, en los tiempos que vivimos, es una buena noticia que los mexicanos abrazamos con gusto.
Las reformas a la Constitución son, en esencia, el fundamento del plan de la Cuarta Transformación. Esto se fortalecerá con el transcurso de los meses; actualmente, el coordinador de San Lázaro, con esa perspectiva que posee, ha comprometido un presupuesto responsable para asistir en el ejercicio 2025 a las causas que más aquejan a los mexicanos. En otras palabras, se incrementará la salud, la educación, la seguridad, la ciencia y la creación de puestos de trabajo mediante los respaldos. No cabe ninguna duda, es la 4T.