Una acción de gobierno puede evidenciar que, para algunos, es más importante odiar y combatir a como de lugar a una gobernante antes que beneficiar a la gente.
Las infancias de la Ciudad de México por primera vez en la historia podrán acceder a una beca universal con “Bienestar para niñas y niños. Mi beca para empezar”. Sin embargo, la polémica desnudó a varios críticos que se opusieron a una medida urgente para atender las desigualdades que se han agravado en parte por la pandemia y los estudios en casa, en parte por la lógica económica que va excluyendo a los que más necesitan.
Veamos. Una acción de gobierno puede analizarse por quien la recibe; por quien la determina o por quien la ejecuta. Las tres se definen en el objetivo o problema a resolver y en realidad, el gran peligro de los apoyos universales no tiene que ver con el mérito sino con la posible asimetría entre receptores, o sea, que se beneficie de un programa social quienes sí pueden costear sus gastos educativos y no tengan necesidad. Por ejemplo, menores que pudieran estudiar en escuelas públicas, como es el grupo objetivo de esta beca, pero que provengan de hogares dedicados al comercio y tengan suficientes recursos para afrontar los gastos educativos.
Ojalá hubiera sido el punto de la crítica, sin embargo, los mismos que apoyaron y prometieron el Ingreso Básico Universal de Anaya en campaña son los que ahora critican que todas las niñas y niños tengan una beca para iniciar los estudios y poder continuarlos.
Las cifras demuestran que esto no es solo necesario sino urgente:
Según la UNICEF, para 2020 casi la mitad de los niños y adolescentes seguían viviendo en pobreza, un 60% carecía de acceso a seguridad social. La desigualdad en la niñez resulta ser la que puede condenar, de origen, a la pobreza por la imposibilidad de estudiar sin trabajar, alimentarse sanamente y crecer con seguridad social.
La pandemia ha agravado todo. Apenas en diciembre, el Secretario Adán Augusto López informó al Senado que la crisis de Covid-19 creó 3.7 millones de nuevos pobres en México, con un número de 169 mil que se concentran en la Ciudad de México.
Un respaldo para huérfanos por COVID19
Nuestro país también encabeza la lista de 21 países que, según la revista médica The Lancet, acumula al mayor número de niñas y niños huérfanos, cuyos cuidadores han fallecido después de contagiarse. Son 178 mil y aunque nuestro país no ha desagregado las cifras por entidad, podría pensarse que la Ciudad de México está dentro de las que acumulan mayor número de padres y madres fallecidos pues según el INEGI, las entidades con más muertes entre enero y agosto de 2020 respecto al mismo periodo de 2019 fueron Edomex, CDMX y Veracruz. Otras estadísticas colocan a la Ciudad como el epicentro de la pandemia con el mayor número de contagios.
Según la revista británica, si se toma en cuenta que los pequeños perdieron también a sus cuidadores secundarios, como abuelos, tíos o familiares de la tercera edad (entre 60 a 84 años), la cifra de huérfanos por COVID19 asciende hasta 275 mil 800.
Becar a menores tiene beneficios directos para ellos e indirectos para familias que enfrentan la orfandad por COVID19.
La Jefa de Gobierno ha defendido la entrega de 400 pesos para preescolar Primaria y secundaria 435 pesos Para los Centros de Atención Múltiple (CAM), 500 pesos y un seguro contra accidentes que ocurran en el ámbito escolar, así como acceso gratuito a diversos eventos culturales y deportivos.
Cuando Andrés Manuel López Obrador como Jefe de Gobierno brindó una tarjeta de pensión universal para los adultos mayores, recibió las críticas más duras y unos años después, el gobierno federal de Enrique Peña estaba reconociendo este derecho para todo el país. Ojalá que este programa haga eco y llegue de forma universal para todas las infancias del país, pues la única manera de combatir la desigualdad es atendiéndola desde la cuna.
Frida Gómez en Twitter: @FridaFerminita