Si usted es de Veracruz o nos visita por estas fechas, sabrá que el título de esta columna es parte de la canción que se entona, entre bailes, risas y mucha diversión, el 31 de diciembre de todos los años en el puerto jarocho.
La tradición dicta que un hombre y una mujer se visten de ancianos, se hacen acompañar de música y bailan, pidiendo entre los espectadores una moneda.
Bailar con “los viejos” es toda una fiesta.
Así como somos los jarochos, alegres, bullangueros, desmadrosos, nos vamos a las calles, especialmente al zócalo de esta ciudad, a bailar no solo con los viejos, también nos reunimos con familiares y amigos para despedir el año y darnos el abrazo.
Cien por ciento jarochos
La tradición del viejo nace en el puerto de Veracruz, tras un conflicto social entre los trabajadores del muelle, que salieron a manifestarse con cacerolas, gritos y arengas debido a que no recibieron ese año su reparto de mercancías ni aguinaldo.
El líder de ese movimiento, de apellido Bovril, reunió a sus compañeros para salir a manifestarse y defender sus derechos laborales. Bovril terminó en la cárcel, pero eso no fue obstáculo para que los demás siguieran protestando.
Al año siguiente volvieron a salir a la calle, pero en esta ocasión usaron el tradicional disfraz de “viejo” y así con el paso del tiempo todos los jarochos adoptaron la costumbre de salir a bailar a las calles y pedir su aguinaldo.
La pirotecnia
Lo malo de esta tradición, es que muchos compran los típicos “viejos” elaborados con trapos, aserrín y cohetes, que se venden en cada esquina y que se queman en los últimos minutos del año para simbolizar la muerte de un ciclo y el nacimiento de otro.
La venta de pirotecnia es un problema no menor no solo en Veracruz, en todo el país y deja varias muertes por el uso indebido de la misma.
En el 2002, ya hace 20 años, en el mercado Hidalgo de esta ciudad ocurrió un terrible incendio que cobró la vida de 29 personas.
El incendio del mercado Hidalgo permanece en la memoria de todos los jarochos, que recuerdan cómo de la nada comenzaron a arder los puestos y cuya explosión parecía producto de una bomba.
Pese a que se prohibió la venta de cohetes en la zona y en toda la ciudad, los “viejitos” llenos de pólvora se venden como pan caliente en estas fechas, con las consecuencias fatales que puedan tener.
De pie, después de la pandemia
Las celebraciones de este fin de año tienen un toque especial: 2022 se va entre la tristeza de los años anteriores, donde la pandemia por Covid-19 enlutó a miles de familias mexicanas y la esperanza de un futuro mejor.
Este 2022, aunque el virus pervive y las noticias que llegan de China no son alentadoras, hace que las familias salgan a celebrar después de tan doloroso trance donde muchos perdimos seres queridos.
Tengo, como miles de personas, la fe puesta en alto y el deseo de ir superando pérdidas que aún duelen.
El año pasado, 2021, estuvimos de luto por el fallecimiento de Menita, la última hermana de mi madre que aún vivía y que se nos adelantó en noviembre de ese año.
Hoy nos reunimos de nuevo todos en familia y estaremos celebrando, pues hay mucho que agradecer.
México está en paz, hay empleo, mejor economía, grandes logros.
No solo aquí en Veracruz deberá ser día de fiesta. Dejemos atrás la amargura y digamos ¡salud! de corazón, pues siempre seremos más las personas que deseamos caminar en calma en un mejor país.
¡Feliz Año Nuevo!