Mucho se ha dicho acerca de la enorme ventaja de Claudia Sheinbaum sobre Xóchitl Gálvez; tanto, que si las encuestas fueran como el juego de sube y baja, aquél que jugábamos en la infancia, Claudia ya estaría sentada en el suelo con Xóchitl arriba.
Sin embargo, yo no veo por ningún lado esa diferencia de 20, 30 puntos que señalan los medios, aunque las encuestas digan lo contrario. Por supuesto que no soy ni con mucho una experta en encuestas, pero sí me considero buena observadora de la gente y sus vivencias, y lo que veo en la calle, al menos en las zonas urbanas, no me dice que Claudia Sheinbaum lleve esa arrolladora ventaja.
En la calle se respira algo distinto; se siente un halo de esperanza, de emoción, de futuro renovado.
No es una cosa menor que Xóchitl Gálvez, con un conocimiento inicial de alrededor de 20% por parte de la población, en unos meses tenga el 30 por ciento de preferencias en las mencionadas encuestas.
Tampoco es menor que, no obstante la lucha desigual, apoyada por recursos a manos llenas, abusos de imagen, dinero a raudales, y la diaria propaganda desde palacio pagada con los impuestos de los que trabajamos con que ha contado Claudia desde hace más de dos años, Xóchitl haya no sólo superado los obstáculos y esquivado los golpes, sino que ha logrado rebasar a las viejas estructuras políticas y obtener el apoyo total de la ciudadanía. Se necesita ser muy inteligente y eficiente para lograr eso. Xóchitl es la candidata ciudadana, Claudia es la candidata del continuismo, es decir, es la candidata de la destrucción.
No hay que perder de vista que esta elección ha sido marcada por las enormes cantidades de recursos que el estratega de Claudia, el presidente López, ha dispersado a la población para la compra de votos; difícilmente se puede competir en igualdad cuando en apoyo descarado a la candidata oficialista fluyen miles de millones de pesos, en algunas familias más de 10 mil pesos mensuales sin el menor esfuerzo, que por supuesto influirán en el momento de depositar el voto (si algo tiene el presidente López, es que es un excelente mercadólogo). Y que no se malinterprete, no es que yo no quiera que las familias estemos mejor, por el contrario, precisamente por eso apoyo a Xóchitl, porque con ella tendremos futuro, un futuro ordenado, no un futuro populista e irracional.
Aunado a lo anterior, los malquerientes de la candidata ciudadana tratarán de denostarla; dirán que Xóchitl es ordinaria, que es vulgar, que cantinflea, que no tiene nada qué hacer, porque las encuestas le dan a Claudia una diferencia insalvable. Pareciera que olvidan que las encuestas no son más que las fotografías del momento, y que en muchos casos están totalmente amañadas; lo hemos estado viendo desde hace varias elecciones, y de manera más cercana, en la reciente elección del Estado de México.
Un punto a considerar es si en la actualidad las encuestas deben seguir teniendo la misma validez, o si son más realistas los análisis fundamentados en el uso de la matemática electoral. Recientemente he visto dos análisis de este tipo, realizados o revisados por dos grandes analistas políticos; uno de ellos, Gabriel González, en su libro S2, mismo en el que habla de un segmento de la población al cual le llama switchers 2 o indecisos, los cuales decidirán definitivamente la elección. Es un segmento que se ganará con base en la demanda, no en la oferta; es decir dándoles lo que quieren y necesitan, y no lo que sin tomar en cuenta sus necesidades, se les ofrece. Este segmento representa el 35% de los votantes, por lo cual, quien lo gane, y teniendo como base el voto duro, que es de 21% para el oficialismo y de 23% para la oposición, ganará por ende, la elección.
El otro análisis, cuyos autores firman como MR, JG, lo presenta Francisco Martín Moreno y parte de la base de la población que en 2018 votó por Morena pero que 5 años después está desencantada y no volverá a votar por ese partido político. Señala que si vota el mismo 63.4% que votó en 2018, en 2024 saldrán a votar alrededor de 61.8 millones de personas.
Partiendo de una proyección de votos, este análisis maneja tres escenarios: en el escenario a), Morena obtendría 29.6 millones de votos, en el escenario b), 27.4 millones y en el escenario c), 16.4 millones, y concluye con el pronóstico de que uno de cada seis personas que en 2018 votaron por el partido oficial, esta vez lo harán por la oposición, con lo que Xóchitl Gálvez se hará de la victoria con 30.1 millones de votos.
Ante este panorama, podemos decir que al día de hoy nada está escrito. En mi opinión, si la candidata ciudadana logra descifrar las necesidades de los switchers 2 y aglutina, como parece, a los desencantados de Morena, en 2024 tendremos a una ingeniera como presidenta.
Por lo pronto, y no obstante los embates feroces del gobierno, al contrario de lo que puedan pensar muchos, me parece que Xóchitl Gálvez ha ido creciendo de forma pausada pero consistente; su entendimiento de los problemas nacionales, su claridad para dirigirse en forma cercana a los votantes y su capacidad para generar emociones, la va a volver una fuerte competidora.
Su discurso del domingo 14 fue un parteaguas que puede cambiar el rumbo de la elección; fue un discurso claro, con conocimiento profundo de los temas de la agenda nacional, directo, provocador, y profundamente emotivo. Un discurso que con mucho opacó al de la candidata oficialista que cerró con una gran fila de acarreados, ofreciendo continuidad, sin pensar que ofrecer continuidad a los mexicanos es llevarlos por el abismo de la destrucción.
Señaló Xóchitl Gálvez de manera contundente, clara y precisa, la pérdida de tres valores fundamentales en una sociedad: la vida, la verdad y la libertad.
“Se pierde el valor de la vida, apuntó, cuando el gobierno no se conmueve ante la muerte de sus propios ciudadanos (más de un millón de muertos en sólo 5 años).
Se pierde el valor de la verdad cuando a mucha gente no le importa que el gobierno nos mienta a diario, cuando se permite que el jefe de Estado calumnie a personas de bien.
Se pierde el valor de la libertad cuando no puedes salir de noche, cuando vives con miedo, cuando el gobierno pretende destruir y someter a las instituciones.”
Y contundente dijo: “tenemos que luchar para traer la vida a donde hoy se pasea la muerte. Tenemos que luchar para traer la verdad a donde hoy reina la mentira.
Tenemos que luchar para defender la libertad ahí donde hoy gobierna el miedo.”
“Despierten, despierten, despierten. Está en juego lo que permite que este país tenga viabilidad como nación: vida, verdad y libertad. No ayuden a afilar la guillotina que después usarán en su contra.”
Y con gran fuerza concluyó: “No hay presidente que sea más grande ni más fuerte que el pueblo de México”. Ese es el tamaño de Xóchitl Gálvez.
Y si Claudia Sheinbaum compitiera en las mismas condiciones que ella, es decir, sin los enormes recursos que legal o ilegalmente le aporta el gobierno, no sé si reunirían la cantidad de personas de las que hace gala en sus mítines; lo que me queda claro es que es una mujer fría, lejana, repetidora de las consignas del presidente, incapaz de generar una sola emoción, impedida para siquiera esbozar una señal de ideas propias y novedosas, y que recurre a las técnicas de una política que fue eficaz en el pasado pero que ya no motiva a la sociedad de hoy.
Sus seguidores se ven como lo que son, acarreados; personas parecidas a los extras en una película, que aplauden cuando les dicen, vitorean cuando les ordenan y actúan como les piden. Cuando no le llevan acarreados, se le ve sola en los aeropuertos y desanimada en su caminar.
Xóchitl en cambio, es un mujer espontánea, rebelde, activa, entrona, directa, enamorada de la familia, extraordinariamente inteligente y que entiende perfectamente cuáles son los puntos verdaderamente críticos que hay que resolver si queremos futuro.
Es una mujer cercana, generosa, que no divide a su público en dos, los que están a un lado y otro de la insultante barrera; por el contrario, genera consensos. Xóchitl despierta emociones no sólo en las personas que están con ella, sino en los que ven sus mítines y entrevistas a través de los medios que, por cierto, en su mayoría no le dan la cobertura que le dan a Claudia Sheinbaum.
A Xóchitl Gálvez sus seguidores no la dejan sola, no la abandonan como los de Claudia la abandonaron en aquel histórico día del Estadio Azul. El haber reunido en forma espontánea a más de 20 mil personas sin los recursos con que cuenta Claudia, y la forma en que la gente la acogió y abrigó en ese importante acto, le dan a Xóchitl otra dimensión, muy diferente por cierto a la que le quieren dar sus detractores.
A lo mejor a la candidata ciudadana le falta pulir varias cosas, que estoy segura de que lo hará; algún internauta dijo por allí: “no sé si Xóchitl es exactamente lo que quiero, pero de lo que sí estoy seguro es de que Claudia no es lo que yo quiero”.
Por todo ello no creo en las encuestas, prefiero elegir los análisis matemáticos. Y estoy segura de que si gana Xóchitl, tal como sucedió con la ministra Norma Piña, será lo mejor que puede sucederle al país.
“Vida, verdad, libertad”. Xóchitl Gálvez puede ser la próxima presidenta de México y una extraordinaria presidenta. Hagamos todo lo necesario para que esto sea una realidad y México logre una reingeniería, tanto del actuar ciudadano como del actuar gubernamental, porque México merece, claro que sí, un futuro prometedor.