“La mujer buena, leal y con decoro, es un tesoro.”
REFRÁN
“Pienso que aquel en quien el sentimiento de la vergüenza ha muerto, es hombre perdido.”
PLAUTO (agregaría yo: cuando le sucede a la sociedad, esta también)
Yasmín Esquivel Mossa, hoy ministra de la SCJN, es una delincuente. Plagió una tesis, cometió fraude ante la UNAM, falsificó su testimonio ante el Senado de la República, ante notario público y ante la propia Suprema Corte de Justicia de la Nación. Usó su posición para culpar a otra persona, movilizó a la Fiscalía de la Ciudad de México para hacer otra ilegalidad, abusó de su puesto y por más de 30 años usurpó funciones que no podía desempeñar —por lo pronto no debía— al tener un título en derecho obtenido de manera ilegal.
El daño que le ha inflingido al Poder Judicial (hay un sinfín de implicaciones a partir de decisiones que ahora se verán cuestionadas), a la UNAM, al país en su conjunto y, para colmo a la misma 4T, es hondo.
Primero las… grillas
Luego de que la UNAM ya determinó que la tesis de Esquivel Mossa es un plagio, Yasmín publicó una carta donde insiste en su mentira; no le importa que eso signifique enlodar a la máxima casa de estudios de nuestro país.
Desde que Guillermo Sheridan sacó a la luz su plagio, en lugar de aceptar el mismo, Esquivel jugó dos cartas: la de víctima y la de género tratando de granjearse simpatías. Olvidó su compromiso con la autonomía, la independencia, la imparcialidad para hacerse del apoyo presidencial; López Obrador, por su parte, en aras de defender su proyecto político, no tuvo empacho alguno en apoyar a la señora.
Todos los cuatroteros y los que por ley no debían actuar con ideología —me refiero en particular a la ministra Esquivel— se hicieron los ciegos y convenientemente ni se acordaron que no hace muchos años ellos grillaron y golpearon sin clemencia a Peña Nieto por plagio —menor al 30%— en su tesis de licenciatura.
Por mi plagio hablará la raza
Cortesía de la presunta delincuente, el lema de la UNAM “Por mi raza hablará el espíritu” se ha visto modificado. Esto porque pese a que la FES Aragón concluyó que la tesis de Esquivel es una copia de la de Edgar Ulises Báez, la UNAM dice que no puede retirarle el título de licenciatura y que por eso remitió el caso a la SEP.
Algunos aducen que la normatividad universitaria carece de los mecanismos para invalidar un título expedido por la misma UNAM, aun cuando el plagio de la tesis se encuentra documentado. Otros consideran que la UNAM debería acusarla de falsificación de documento para obtener la titulación, pues si bien el delito ya prescribió, daría pie para otras acusaciones por fraude y abuso de autoridad. Otros más consideran que el abogado general de la UNAM dejó muy restringido su análisis de la legislación universitaria, con lo cual cimbró el prestigio de la propia universidad. En síntesis, la UNAM queda como burla de sí misma.
La UNAM no debió ser tibia en su proceder, como tampoco titubear o llevar un procedimiento que pueda ser impugnado, ya que impacta en los miles de egresados (pasados, presentes y futuros).
Qué pena para todos aquellos que cumplieron con los requisitos que, para obtener un título universitario, impone la normatividad. Hoy su alma mater no es capaz de hacer valer su esfuerzo al permitir que una plagiaria esté al mismo nivel de quienes se esforzaron por realizar su tesis. Por ello el lema de la UNAM también podría cambiar a: “Por mi tibieza se avergonzará el espíritu”.
¿Ya no existe la decencia, el decoro?
No, no existe para Yasmín, quien sin ningún empacho influyó en la fiscalía de la Ciudad de México.
Luego, en una investigación llena de irregularidades —rauda, pronta, expedita y muy mal hecha— Ernestina Godoy “determino” que había plagio pero por parte del que en realidad había sido plagiado... Una vez que se demostró el plagio de Esquivel, la autoridad se tragó sus palabras, pero dijo que el delito ya había prescrito…
Confirmaron ambas (Esquivel y Godoy) que no tienen la integridad necesaria para detentar los puestos que ocupan.
Ernestina utiliza la fiscalía de la CDMX como garrote político. Y no es es la primera vez que lo hace. Se conoce de sobra cuando por instrucciones de Alejandro Gertz aprehendieron a Alejandra Cuevas por un delito que no está tipificado en ninguna ley…
¿Dónde está la decencia de Ernestina que abusó de sus funciones? ¿Dónde el decoro de Yasmín que no ha cesado de evadir, tergiversar y culpar a otros de su plagio? ¿Por qué los otros ministros de la SCJN han guardado silencio? ¿Por qué no han exigido que se actúe conforme a derecho?
La gravedad del plagio y de los delitos cometidos para tapar su plagio, así como el ostentarse como algo que no es, amerita la remoción inmediata de la señora.
¿Si compró un título de joven, vendió sentencias de grande? La duda cabe.
¿Con qué calidad humana pudo —puede hoy en día— determinar la libertad o la condena de alguien?
La cartilla moral
¡Al diablo con la cartilla moral de la 4T! parece decir Yasmín Esquivel. Deja más que patentado que esta no se aplica parejo, igual que muchas otras cosas invento de López Obrador.
Resguardada en la “cartilla moral”, Esquivel pudo argüir que fue “un error de juventud”, pudo haber pedido disculpas. Pero no, continúo con su mentira, la creció y volvió a delinquir al culpar a un inocente de su plagio.
No hay nada rescatable en su actuar. Toda su vida está basada en una mentira.
Una delincuente sigue siendo ministra de la Corte. ¡Qué vergüenza!