Una de las peores pesadillas, tal vez la peor, para los usuarios de las aerolíneas, es que no cumplan con el contrato pactado, esto es, que el usuario no pueda realizar los vuelos previamente adquiridos.

Imaginen la tragedia: ahorrar el dinero necesario y adquirir los boletos para un viaje, y que al final no se lleve a cabo porque la aerolínea ya no brindará el servicio. No, no hablo de una cancelación o una demora, hablo del terror que se experimenta cuando la aerolínea simplemente “ya no está”. Por ese obscuro callejón han transitado usuarios de muchísimas aerolíneas del país, como Aerocalifornia, Aerolíneas Aztecas, Aviacsa, Mexicana de Aviación, y en fechas recientes Interjet.

Una lista bochornosa, a la que se asoma un fantasma dispuesto a anotar dos nombres más, ya que el incumplimiento del servicio se dibuja cada vez con más nitidez en el horizonte; algo por demás preocupante.

El primer caso es la empresa Transportes Aeromar, que a pesar de todos los esfuerzos realizados por los pilotos agremiados a la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación (ASPA) no han logrado concretar una salida viable.

Los pilotos no han cejado en sus esfuerzos por promover ante el actual gobierno todos los beneficios que puede obtener si apoya, a través de créditos, a esta pequeña aerolínea, cuyo principal atractivo es que llega a destinos que otras líneas aéreas no cubren.

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Conocemos la postura de la 4T, de no “rescatar a más empresas”, pero ¿qué hacemos si la administración de Aeromar ha informado la cancelación de los servicios en papel de Jepssen?, esto es, las cartas de navegación que utilizan los pilotos. No son afiches de colección, es materia indispensable para llevar a cabo su trabajo. Pero no es lo único que han dejado de pagar.

También está la notificación que hace la aseguradora AXA de cancelar, si no se pagan, los Seguros de Vida y los Seguros de Gastos Médicos Mayores de los tripulantes. En un trabajo considerado por la ley como de alto riesgo, tal cancelación es poner en peligro a los trabajadores de la industria aeronáutica.

A esto hay que sumarle el descuento del 10% del salario de los tripulantes, que de manera unilateral y sin previo aviso empezó a hacer la administración de la línea aérea. Me cuesta trabajo dimensionar el tamaño de la presión que tienen estos trabajadores por mantener a flote sus fuentes de empleo, y al mismo seguir brindando el servicio de transporte de pasajeros… simplemente agotador.

El rumor que corre al interior de la aerolínea es que, en caso de no poder salir airosos, los pilotos se podrán formar en la fila de contrataciones de Aeroméxico Connect, y en todo caso ASPA les daría su carta para concursar. Más que una solución digna, se trata de uno de esos paliativos que al final salen más caros que la enfermedad misma.

Como pueden ver, estimados lectores, el panorama está más que complicado para Transportes Aeromar, y ante un paro de operaciones, es evidente que no habrá quien garantice la devolución del dinero por la compra de boletos. Lo normal sería que todas las quejas se fueran al mismo cajón que ya tiene la Procuraduría Federal del Consumidor (PROFECO) con el caso de ABC aerolíneas, mejor conocida por su nombre comercial Interjet.

Mientras hay aerolíneas que están comenzado a crecer -y que eventualmente necesitarán de más personal- como Aeroméxico, Volaris, VivaAaroburs y Tar, también debemos mencionar que ya están reclutando personal para la nueva línea aérea “Aerala”, que tiene como fecha tentativa para comenzar operaciones el mes de octubre de este año, saliendo del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles.

Desafortunadamente no todo termina ahí, pues hay otra empresa que va por el mismo camino que Aeromar. Se trata de la aerolínea Magnicharters, de Grupo Aéreo Monterrey S.A. de C.V. Esta empresa fue fundada por una familia muy reconocida en el ámbito turístico: los Bojórquez. ¿Quién no recuerda “Viajes Bojórquez”?, recuerdo bien que su agencia de viajes estaba cerca del Camino Real de Polanco.

En Magnicharters, al igual que en Transportes Aeromar e Interjet, los pagos comienzan a retrasarse; traen serios atrasos en el tema de viáticos, que no les han pagado en tiempo y forma. Los trabajadores externan su impotencia: por un lado, saben que es injusto que trabajen sin recibir pago, pero no quieren poner en riesgo su fuente de empleo, y callan.

No pretendo minimizar los estragos económicos que la pandemia ha causado en las empresas, y sobre todo en aquellas dedicadas al transporte, dadas las limitaciones a la movilidad. Sé muy bien que las empresas han tenido pérdidas, pero lo que no me gusta en absoluto es que sean los trabajadores y los usuarios quienes las paguen.

No escribo con pesimismo, sino con la convicción de que todos los descalabros en la aviación nacional ya debieron habernos enseñado. Es preocupante ver que no existe un organismo real que respalde a los usuarios de las líneas aéreas para que respondan ante los cierres de operaciones de las empresas.

No es la primera vez que vemos estos nubarrones en el horizonte, por eso abrí el texto haciendo una remembranza de las compañías aéreas que dejaron de prestar sus servicios; todas dejaron a pasajeros con boletos de avión inservibles y sin recibir un reembolso.

Antes de que ocurra el cierre por falta de recursos económicos de estas aerolíneas, hay que poner los focos rojos para que las dependencias gubernamentales tomen cartas en el asunto y no se repita el incumplimiento de contrato entre aerolínea y usuarios.

Ojalá y no lo echen en saco roto y pongan orden; urge fortalecer la aviación nacional, y más ante la próxima inauguración del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles. Se necesitan aerolíneas nacionales sólidas que operen en dicha terminal; no se trata solamente de crearlas… eso es fácil, lo difícil es que sean viables y perduren. Pero de esos ejemplos ya hablaré en otra ocasión.