Uno de los libros que vale la pena releer en este tiempo turbulento mexicano es “La quinta disciplina”, de Peter Senge. Lo leí en 1990, cuando fue publicado. Yo trabajaba entonces en la Embajada de México en Estados Unidos. Recuerdo muy bien que el libro de Senge revolucionó las ideas sobre la administración con la teoría de que las organizaciones son capaces de aprender y dependen de la interacción y desarrollo de las personas que las conforman.
Peter M. Senge se educó en Stanford y MIT, fue director del Centro para el Aprendizaje Organizacional de la Sloan School of Management y fundador de la Society for Organizational Learning. Las cinco disciplinas que propone en su libro son:
1. Dominio o excelencia personal, para manejar la tensión entre las aspiraciones y la realidad, y prepararse para tomar mejores decisiones.
2. Reconocimiento de los modelos mentales que determinan nuestro modo de percibir el mundo, actuar y sentir, y que, por ser inconscientes, no suelen revisarse.
3. Generación de una visión compartida que oriente la acción de individuos y grupos hacia objetivos y futuros comunes.
4. Trabajo en equipo, basado en comunicación, interacción y alineación de talentos para que los resultados sean mayores que la suma de los aportes individuales.
5. Enfoque sistémico para ser capaces de reconocer interacciones que puedan conducir a mejoras significativas y duraderas; buscar soluciones de fondo a los problemas y no atacar sólo los síntomas.
La quinta disciplina es la que nos hace mucha falta en estos días. Senge sostiene que quienes prosperan son las “organizaciones inteligentes”, es decir aquellos grupos de personas que alinean talentos y capacidades para aprender a triunfar en conjunto y lograr los resultados deseados, aun frente a escenarios cambiantes.
Un sistema es un conjunto de elementos o partes interconectadas de tal manera que producen su propio patrón de comportamiento a lo largo del tiempo. El pensamiento sistémico es, por tanto, el marco para percibir estas interconexiones y una disciplina para ver y comprender el todo, desde las estructuras hasta las causas fundamentales.
El poder del pensamiento sistémico es que se centra en los resultados y descubre las complejidades. Para evitar las consecuencias no deseadas de las políticas públicas, las mejores decisiones deben tomarse con un entendimiento de cómo una intervención afectará al sistema en general.
El pensamiento sistémico de Senge nos alienta a ampliar el campo de observación de las organizaciones, públicas y privadas, para comprender complejidades e interacciones. Propone pensar en totalidades y hacer conexiones. El aprendizaje organizacional requiere de un desarrollo a largo plazo.
Recuerdo que, en el capítulo 4 del libro, Peter Senge sugiere las 11 leyes del pensamiento sistémico que hoy nos ayudarían a comprender mejor nuestra realidad. Voy a tratar de sintetizarlas aquí:
1. Los problemas de hoy provienen de las soluciones de ayer.
Los líderes son felices cuando piensan que resuelven problemas, pero no siempre piensan en las consecuencias intencionadas y no intencionadas de sus decisiones. Con demasiada frecuencia, sus soluciones contraatacan para crear nuevos problemas.
2. Cuanto más fuerte empuje, más fuerte lo empujará el sistema.
Los seres humanos tenemos una tendencia obstinada a abrirnos camino a través de situaciones difíciles, cuando las cosas no funcionan como esperábamos. Avanzamos sin tomarnos el tiempo de pensar en soluciones para encontrar mejores alternativas. A veces resolvemos problemas; más a menudo, especialmente en el entorno actual, nos encontramos con el agua hasta el cuello, en más problemas.
3. El comportamiento mejora antes de empeorar.
Las soluciones de corto plazo brindan una mejora temporal en el mejor de los casos, pero nunca eliminan las cuestiones y los problemas fundamentales. Estos problemas subyacentes empeorarán la situación a largo plazo.
4. La salida fácil conduce de nuevo a la entrada.
Los líderes a menudo tienen algunas soluciones rápidas en su “caja” de soluciones que les han brindado un éxito rápido y fácil en el pasado. Con demasiada frecuencia, la salida fácil es adaptar estas soluciones a cualquier situación sin tener en cuenta los contextos, las personas y el momento único.
5. El remedio puede ser peor que la enfermedad.
A menudo, la solución fácil y más familiar no sólo es ineficaz sino adictiva y peligrosa. Incluso podría inducir a una dependencia.
6. Más rápido es más lento.
A la primera prueba del éxito, es tentador avanzar a toda velocidad sin precaución. Recuerde que la tasa óptima de crecimiento o cambio es mucho más lenta que el crecimiento o cambio más rápido posible.
7. La causa y el efecto no siempre están íntimamente relacionados en el tiempo y el espacio.
Somos buenos para encontrar causas, incluso si son sólo síntomas que no están relacionados con las causas fundamentales.
8. Los pequeños cambios pueden producir grandes resultados, pero las áreas de mayor apalancamiento suelen ser las menos obvias.
Las soluciones más grandiosas y llamativas, como cambiar la política, la visión, la marca o el eslogan de la organización, rara vez funcionan para cambiar y transformar. Los cambios pequeños, ordinarios pero consistentes y repetitivos pueden marcar una gran diferencia.
9. Puedes tener tu pastel y comértelo también, pero no todo a la vez.
Las opciones rígidas de “es esto o lo otro” no son infrecuentes. Recuerde que esto no es un dilema si cambiamos nuestra perspectiva o las “reglas” del sistema.
10. Dividir un elefante por la mitad no produce dos elefantes pequeños.
Como líder, puede dejar de ver el sistema como un todo bajo su propio riesgo. Esta falla en la percepción y la visión a menudo conduce a decisiones subóptimas, tareas repetidas, pérdida de tiempo y energía, y tal vez incluso pérdida de seguidores.
11. No hay culpa.
A los líderes les gusta culpar, señalar con el dedo y generar sospechas sobre eventos, situaciones, problemas, errores y faltas. A veces incluso nos creemos la culpa que echamos. En realidad, nosotros y la causa de los eventos, situaciones, problemas, errores y equivocaciones somos parte del sistema.
Hay ciertos beneficios de aplicar el pensamiento sistémico para entender la política de nuestro país. ¿Qué implica el pensamiento sistémico? Es más que una simple colección de herramientas y métodos. Es una sensibilidad sobre la naturaleza circular del México en que vivimos. La estructura tiene un papel fundamental. Existen poderosas leyes de sistemas operativos de las que no somos conscientes. Hay consecuencias en nuestras acciones de las que no nos damos cuenta.
El pensamiento sistémico es también una herramienta de diagnóstico. El pensamiento sistémico es un enfoque disciplinado para examinar los problemas de manera más completa y precisa antes de actuar. Nos permite hacer mejores preguntas antes de saltar irresponsablemente a conclusiones. El pensamiento sistémico a menudo implica pasar de la observación de eventos o datos a la identificación de patrones de comportamiento a lo largo del tiempo, para sacar a la superficie las estructuras subyacentes que impulsan esos eventos y patrones.
Las consecuencias de las políticas públicas están unidas por tejidos invisibles de acciones interrelacionadas, que a menudo tardan años en desarrollar completamente sus efectos entre sí. El pensamiento sistémico no es una panacea para ser aplicado a todos los problemas políticos, económicos, sociales que existen en México. Sin embargo, nos brinda una forma de ver cuál es nuestro verdadero problema y obtener una mejor comprensión de dónde estamos parados ahora mismo. Nos permite ver no sólo lo que tenemos, sino también cómo podemos hacer un cambio. Es la diferencia entre usar una escopeta o un rifle de precisión.
En esencia, el pensamiento sistémico proporciona un enfoque para gestionar la complejidad. Es una herramienta para ayudar a los tomadores de decisiones a comprender las relaciones de causa y efecto entre los datos, la información y las personas. Expande las habilidades de pensamiento individuales y colectivas y mejora la toma de decisiones al centrar la atención en las causas de los problemas de desempeño y los cambios en los sistemas que producirán mejores resultados.
Twitter: @javier_trevino