Una vez más el presidente de la República anunció que enviará una iniciativa de proyecto; está vez, en materia electoral que, en estos últimos días, ha generado una atmósfera de comentarios debido a las circunstancias que provocan siempre la coyuntura de los temas.
Tras el anuncio de la iniciativa, hubo comentarios divididos acerca de los alcances constitucionales que pudieran tener. Sin embargo, hay un aspecto que debemos considerar: el análisis y el debate se están concentrando en materia eléctrica, en tal sentido que, una vez que inicie el proceso, se den las condiciones apropiadas porque, el asunto, ha llegado a considerarse la madre de todas las batallas salvo que pudiera sorprendernos el tema electoral dada la intensidad con la que pueda llegar a la Cámara de origen.
Pero antes de aventurar cualquier pronóstico, considero importante ponderar una mezcla de factores que son sanos para no ensombrecer los proyectos.
Hablo del análisis y, por supuesto, del debate, eso sí, sin descalificaciones hostiles que sólo nublan la gran importancia de los tópicos. Con esa premisa, citó un fragmento de mi columna pasada: “sacar adelante el proyecto de reforma eléctrica sin ninguna modificación se antoja muy difícil en vísperas de que inicie el proceso de discusión y ponderación en San Lázaro. Por esa razón, debe haber apertura para seguir dialogando con todas las fuerzas de oposición, sin importar su ideología”.
Por tal motivo, es indispensable debatir empleando mecanismos e instrumentos de interlocución útiles para propiciar el entendimiento con todas las fuerzas. Si bien el tema en materia propició un buen momento para encauzar el diálogo, la reforma Electoral, en términos legislativos, será una fase similar porque llega con un alto contenido de culpas, pero también de cambios de fondo hechos a la medida de la toma de decisiones del pueblo.
Al menos, esa es la tónica que mencionó el presidente en materia electoral luego del manojo de situaciones que han llevado al desencanto. Sin embargo, tras reflexionar tranquilamente, todo ello puede ser posible en el tránsito de un clima de análisis, debate y discusión, en otras palabras, en una coyuntura de altura dada la importancia del asunto.
De entrada, el origen es positivo: es necesario hacer cambios al sistema electoral porque, en circunstancias, no sólo se extralimita en sus funciones, sino que abusa de ellas. Esos efectos como órgano responsable recaen, en ocasiones, en impactos negativos a la democracia.
Así pues, hay una oportunidad de rectificar o modificar un proyecto constitucional, pero con responsabilidad, máxime porque van implícitas reglas de participación. De hecho, también propone la elección de magistrados y consejeros, así como el uso óptimo de las prerrogativas que serán tomadas a consideración, primero, a la Cámara de diputados como órgano de origen.
Muchos de esos aspectos son medulares e indispensables; sin embargo, para establecer no sólo un buen consenso entre todas las fuerzas, sino también un entendimiento, se necesita debate, pero igualmente análisis donde se muestra y exhiba altura recordando que el Senado de la República ha puesto el ejemplo de la buena operación política de aquellos que cumplen los trabajos de liderazgos que han garantizado, hasta este instante, una garantía empezando por apertura y dar cabida a todas las expresiones, eso sí, sin crispar ni generar encono.
Así, habrá respuestas positivas, máxime cuando es un carácter delicado de tratar por la división de las opiniones, incluso desde dentro de Morena. En cuanto a ello, debe seguir prevaleciendo la organización que generalmente ha tenido resultados positivos; no obstante, el asunto es que, los proyectos de reforma electoral y eléctrica, llegarán con acaloradas discusiones.
Por esa razón, es inminente el diálogo, pero también el análisis previo.