En los últimos días, hemos hecho mucho énfasis en el proceso clave de un ejercicio electoral. Como sabemos, la unidad es fundamental y prácticamente el elemento esencial en la política. Con ello, las estructuras o los proyectos se han apoyado para construir candidaturas sólidas que, a la postre, rindan frutos en el ánimo social. Recuerdo que, en la pasada elección, el presidente López Obrador logró convocar a todos los sectores de izquierda y aquellos que -durante una época trascendental en la lucha democrática del país- han construido a la par de la imagen de AMLO.

Vivimos una época similar de transición política y, para lograr que la transformación siga echando raíces, el presidente ha diseñado una estrategia política para procurar que la unidad sea nuevamente el común denominador de la elección del 2024. De hecho, esa estrategia se pudo notar fácilmente desde que -el mandatario federal- corrigió para asegurarse de no tener ninguna sorpresa que pusiera en peligro la continuidad. Fue muy claro, por ejemplo, la incorporación de cuatro aspirantes a la lista oficial de Morena. Y, en caso de no ser favorecidos, el mandatario ofreció posiciones claves.

Pese a que la contienda vive un proceso de desigualdad en el aparato de comunicación e impulso, no habrá rompimiento alguno, más allá del posicionamiento de Marcelo Ebrard, y del impacto que generó ayer con su postura o estrategia ante la opinión pública. Es decir, la unidad en el partido está garantizada. Incluso, el cónclave que se llevó a cabo en una cena privada nos da una idea de la magnitud del compromiso de los cuatro abanderados de Morena, que, ha trascendido, han propuesto una especie de plan B, y, con ello, encabezar posiciones claves como la coordinación de ambas cámaras, la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, o la propia Secretaría de Gobierno.

Todos, sin excepción, se mantendrán en Morena pese al resultado final. De hecho, hay un acuerdo firmado y, lo más importante de ello, un compromiso de palabra con el máximo referente del movimiento, López Obrador. Así que, con ello, no se prevén fricciones; quien gane la encuesta será respaldado por los aspirantes que ahora recorren el país, más allá de que las diferencias se mantengan en ese clima sucesorio presidencial.

A lo largo de este proceso, hemos visto esa misma unidad en prácticamente todas las trincheras donde Morena tiene amplio dominio; los 21 gobernadores emanados del movimiento han cerrado filas con el presidente López Obrador; no se diga los liderazgos de ambas cámaras legislativas que, desde su trinchera, siguen apuntalando el proyecto de la Cuarta Transformación. En cuanto a esa eficiente labor, ha destacado el papel de Eduardo Ramírez, líder de los senadores de Morena, y actual presidente de la Junta de Coordinación Política. De hecho, el trabajo de planeación para el siguiente periodo ha dado muestras claras que, su designación, fue la mejor decisión. Es decir, ha mostrado carácter, liderazgo y capacidad de organización.

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Y ha sido bastante buena y eficiente al grado de que, esa coyuntura, ha puesto al líder de los senadores de Morena en la antesala de la candidatura por Chiapas y del propio despacho del ejecutivo local de esa entidad. De hecho, eso se ha podido constatar con las propias encuestas de opinión que han comenzado a generar mucho eco y, claro está, todas apuntan a una misma dirección con Eduardo Ramírez, “El Jaguar”, especialmente por el desempeño que ha tenido como líder de la fracción mayoritaria. Y, con ese paso adelante, veremos una contienda sumamente interesante que, una vez que finalice el proceso interno para designar coordinador nacional, los reflectores se trasladarán a cada una de las entidades federativas.

Notas finales

Zacatecas sigue poniendo el ejemplo de cómo profundizar el proceso de transformación. De hecho, el propio gobernador, David Monreal, sigue ondeando la bandera de la participación ciudadana que, a grandes rasgos, se ha convertido en la palanca de impulso para mejorar áreas de oportunidad. En efecto, las audiencias públicas ofrecen, además de una solución, un planteamiento distinto donde todos los sectores sociales se involucran en una tarea que, al fin y al cabo, constituyen una sola dirección o, mejor dicho, la puesta en marcha de una nueva cultura de gobernar con esa capacidad de coordinación.

Los propios índices de desarrollo social han aumentado positivamente en Zacatecas. Por ejemplo, se ha multiplicado la ayuda a través de los programas sociales. 8 de cada 10 familias cuentan con un esquema de apoyo, eso sí, asegurándose que ese plan de asistencia llegue a los sectores más necesitados. Se nota que -el compromiso- de David Monreal cubrió las expectativas de la sociedad y, en ese sentido, ha estado a la altura de las circunstancias para que la entidad continúe con el proceso de transformación.