Ha quedado bien claro que Claudia Sheinbaum continuará el proyecto iniciado por AMLO en 2018; desde el Tren Maya y Dos Bocas hasta la militarización del país representada por el traslado de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional.
Apenas el domingo la presidente electa confirmó en Oaxaca su intención de hacer oficial que la Guardia Nacional forme parte de la Sedena. Ayer el propio AMLO celebró las declaraciones de su sucesora haciendo alusión a que Francia y España contaban con aparatos policiales. Se equivocó –o mintió– pues si bien la Guardia Civil y la Gendarmería siguen protocolos dictados por los mandos militares, su gestión y organización corresponde a los respectivos ministerios del Interior.
Como el lector recordará fue la Suprema Corte quien echó para abajo aquel decreto presidencial que pretendía que la Guardia fuese parte de la Sedena. A la luz de la interpretación de los magistrados del Tribunal, era violatorio del artículo 21, el cual lee a la letra “… la Federación contará con una institución policial de carácter civil denominado Guardia Nacional”.
En este contexto, no se requiere de un doctorado en derecho constitucional para determinar que la lectura de la corte respetó los cánones de interpretación de la Carta Magna, y que no respondió a una decisión de corte político. Sin embargo, como es bien conocido, la opinión de la corte fue tildada de “conservadora” y sirvió como arma en la embestida del régimen contra el Poder Judicial.
En todo caso, resulta bastante anómalo que un gobierno que se jacta de ser de “izquierdas”, tal y como ellos se auto proclaman ufanos, promueva que el aparato policial (tal y como lee en el artículo 21 que AMLO y Morena mismos impulsaron en 2018) esté adscrito a la Defensa.
Hay que tener bien presente que la ampliación de la presencia de los militares en la vida pública de las naciones ha estado históricamente ligada a regímenes que distan de abanderar los valores de la democracia liberal.
Por el contrario, derivado de la falta de transparencia en las operaciones y en el uso de los recursos públicos, las actividades propias de los militares han quedado ocultas en la opacidad y ajenas a cualquier escrutinio público.
Y sí, como he señalado, AMLO y Sheinbaum, políticos autodefinidos de “izquierdas” y que no han titubeado en descalificar a sus opositores como miembros de las “derechas” tienen como uno de los principales objetivos de su gobierno que la antigua policía federal tenga mando militar. Incongruente y reprochable.