En los últimos 25 años México ha presentado un mediocre crecimiento económico de 2 a 2.5 por ciento en promedio. Por si fuera poco, este se ha visto fuertemente afectado como consecuencia de la pandemia de covid-19 y, seguramente, la guerra de Rusia en Ucrania presentará aún mayores retos para lograr la urgente recuperación económica del país. La alternativa es fomentar mayor inversión como motor de la economía, y potenciar nuestro crecimiento en el mediano y largo plazos. Frente a esto, ¿dónde quedaron los necesarios apoyos y programas de la banca de desarrollo?
Es preocupante que, en la administración actual, según las últimas cifras de la CNBV, el financiamiento total de la banca de desarrollo en el país continúe presentando fuertes caídas (a septiembre de 2021 hubo una caída anual real de 13 por ciento y de 2.3 por ciento respecto al cierre del primer trimestre del año). Además, no hay detalle del destino que tiene ese dinero, ni en la CNBV ni en Banco de México (la información más reciente encontrada, es de 2017). En redes sociales, Morena ha difundido que “a través de la banca de desarrollo, los sectores más vulnerables han encontrado créditos efectivos para emprender y generar bienestar para millones de familias” (Twitter, octubre 22,2021). Sin embargo, no hay datos duros que confirmen dicha aseveración.
Es evidente que, frente a la la crisis ocasionada por la pandemia, el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador no ha utilizado la inversión como medida contracíclica para la recuperación económica. Aunque en los últimos meses la caída en la inversión por el efecto covid-19 se ha ido recobrando, no hemos logrado alcanzar un ritmo de crecimiento sostenido de esta. Entre 2015 y 2021, según cifras del CIEP (Centro de Investigación Económica y Presupuestaria con base en datos del INEGI), la inversión pública pasó de representar 5.1 por ciento a 3.3 por ciento del PIB. El Banco Mundial recomienda que esta represente por lo menos el 4.5 por ciento del PIB para lograr cumplir los objetivos de desarrollo económico sustentable. La inversión privada y la inversión extranjera directa (que en 2021 representó solamente el 12.8 por ciento de la inversión privada), no han sido suficientes para compensar la baja en la inversión pública. Según el IMCO, la inversión total como porcentaje del PIB debiera de pasar del actual 20.4 por ciento, al 24 por ciento, como meta. Más pobreza y pérdida de bienestar de la población son los efectos ineludibles de la falta de mayores niveles de inversión en el país.
La banca de desarrollo se compone de seis instituciones: Banobras, Nafin, Bancomext, SHF, Banjército y Banco del Bienestar. Es uno de los principales vehículos del gobierno federal para promover la inversión en los sectores prioritarios de la economía para propiciar crecimiento económico y desarrollo social, apoyando con financiamiento la creación y expansión de empresas productivas con especial énfasis en las pymes del país, que representan más del 90 por ciento del total de las empresas, y generan alrededor del 75 por ciento del empleo en México. Dirige el crédito a los segmentos donde se percibe mayor rentabilidad social aunque puedan representar mayores riesgos, y que no son directamente atendidos por la banca comercial. De forma complementaria, los dos sectores bancarios implementan programas y apoyos para fomentar la inversión productiva del país.
Recientemente, la secretaria de Economía, Tatiana Clouthier anunció un programa con Nafin y Bancomext, para que actúen como “habilitadores para potenciar el plan de reactivación económica del país”. Se comprometió a presentar la política industrial del país en marzo, desarrollar la industria 4.0, e impulsar proyectos de transferencia tecnológica. También, dijo que se buscará apoyar a la economía circular y fortalecer las cadenas de valor y suministro en sectores prioritarios y estratégicos. Habló de una una campaña de lo “Hecho en México para fortalecer las compras locales y para ‘mover’ la economía con compras locales en sectores como el textil y calzado”. En todos estos rubros, la participación de la banca de desarrollo es fundamental.
Sin una banca de desarrollo fuerte y transparente que proporcione los apoyos y programas imprescindibles para fomentar la inversión en los sectores prioritarios y estratégicos de la economía del país, difícilmente podrán cumplirse los recientes planes anunciados por la secretaria Clouthier, y generar crecimiento económico. La administración actual estaría fallando entonces, en uno de sus ejes principales: procurar el bienestar de la población. Y así, se seguiría generando el empobrecimiento de los mexicanos, particularmente, el de los más vulnerables en el país.