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El Tratado de Libre Comercio entre México y la Unión Europea, (TLCUEM) que fue signado desde el año 2000 y que rige las relaciones comerciales entre las dos regiones, ha permitido un crecimiento significativo del comercio bilateral y ha actuado como catalizador de flujos de inversión.

En junio del 2015, el expresidente mexicano Enrique Peña Nieto anunció que había logrado un acuerdo para renovar y modernizar el Tratado de Libre Comercio con el bloque europeo, en tres pilares que contemplarían: concertación política, cooperación y condiciones de comercio e inversión. Las negociaciones para llegar a la firma de la renovación del acuerdo comercial se han retrasado y hasta ahora no se llegado a un convenio que satisfaga entre las partes.

La renegociación del Tratado de Libre Comercio entre la Unión Europea (UE) y México podría traducirse en una relación de 75 mil millones de dólares.

La firma de la nueva versión del Tratado de Libre Comercio entre la Unión Europea y México acumula dos años de retraso, considerando la ruta crítica original trazada por la Secretaría de Economía.

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La modernización del acuerdo comercial entre México y los países europeos considera la incorporación de nuevos temas como comercio digital, facilitación comercial, energía y desarrollo sustentable.

El TLCUEM debe pasar por 27 parlamentos nacionales de países del viejo continente, por lo que esperan un largo camino hacia la ratificación, pero el capítulo comercial podría arrancar de manera provisional cuando se obtenga el voto del Parlamento Europeo.

La relación comercial y de inversión trasatlántica entre México y los países que ahora son miembros de la UE se remonta al siglo XIX, y éstas siempre han tenido una relación asimétrica en la que la nación latinoamericana ha llevado la parte más desfavorable.

A finales de los años noventa del siglo pasado, el gobierno mexicano buscó diversificar el origen y destino del intercambio comercial de bienes y servicios, ya que casi todo ese flujo de mercancías con el exterior se concentraba con los Estados Unidos, y se reforzó con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte entre México, Estados Unidos y Canadá firmado en 1994.

Las negociaciones para un Tratado de Libre Comercio entre la UE y México comenzaron en 1997 y después de 9 tortuosas rondas de negociaciones, las dos regiones concluyeron los acuerdos y suscribieron el Tratado, que entró en vigor el 1 de julio del 2000.

Los acuerdos a los que llegaron para la firma del TLCUEM los dos signatarios destacan que México otorgará a la Unión Europea un régimen preferencial en un plazo más corto que a otros socios comerciales, pues todos los productos industriales se exentaron de derechos de aduana en el año del 2007, después de agotar cuatro etapas de liberalización progresivas, donde los productos sensibles del sector agropecuario reciben un trato preferencial. En cambio, para México la liberalización de todos los productos industriales fue para el año 2003.

Para México, la Unión Europea significa una importante fuente de inversiones y un mercado prometedor, integrado ya por 27 países con más de 500 millones de habitantes y un Producto Interno Bruto (PIB) superior a los 13.8 billones de dólares.

México es importante para los países miembros de la UE dada su posición geográfica intermedia con Estados Unidos y el resto de América Latina, además de las magníficas ventajas que se dan para la inversión en algunas regiones del país.

En los 20 años de aplicación del acuerdo actual, el comercio bilateral de mercancías ha incrementado casi un 150%.

El crecimiento en el comercio total entre la UE y México desde 1999, justo antes de la firma del acuerdo, fue del 204.4 por ciento (164 por ciento para las exportaciones de la UE a México y 291 por ciento de las exportaciones mexicanos a la UE).

La Unión Europea es el tercer socio comercial de México y la segunda fuente de inversión extranjera directa, con un intercambio en 2019 de 75 mil 500 millones de dólares, mientras que las exportaciones mexicanas alcanzaron los 25 mil millones de dólares, según estadísticas de la UE.

El intercambio de mercancías y de servicios entre la UE y México históricamente ha significado un superávit para las naciones europeas: sólo para el año de 2019 éste fue del orden de 50 mil 500 millones de pesos.

México depende considerablemente de sus relaciones comerciales con su principal socio comercial Estados Unidos, que representa más de tres cuartas partes de las exportaciones del país. Otros destinos para las exportaciones de México son la UE (4,7%) y Canadá (3,1%). A nivel de las importaciones, se originan principalmente en Estados Unidos (46,6%), China (18%), la UE (11,4%) y Japón (3,9%). El 1 de julio de 2020, entró en vigor el acuerdo T-MEC (USMCA en inglés) en todos los Estados miembros, que reemplazó al NAFTA. Además, el país azteca ha firmado una docena de acuerdos de libre comercio con cerca de cuarenta países en el mundo. Otras ventajas comerciales de México son su acuerdo de libre comercio con la Unión Europea desde el año 2000 (se renegocia desde el 2016), un acuerdo comercial con Japón desde 2005, y la fundación en 2012 de la Alianza del Pacífico con Colombia, Chile y Perú.

La firma del acuerdo comercial con los países del viejo continente es necesario para que México se adapte a la evaluación de las economías del primer mundo.

Las exportaciones de productos mexicanos al viejo continente son producidas en su gran mayoría por los grandes consorcios transnacionales, muchos de ellos de origen europeo instalados en el país o del monopolio estatal Petróleos Mexicanos (Pemex), quedando las pequeñas y medianas empresas nacionales excluidas de este intercambio.

La Inversión Extranjera Directa de la UE en México ha sido del orden 128.8 mil millones de dólares de flujo acumulado en 20 años. La inversión hecha por los países miembros de la Unión Europea ha sido históricamente importante para el país latinoamericano, desde que entró en vigor el TLCUEM el flujo promedio anual de inversión se ha visto triplicado. Los inversionistas europeos han realizado importantes inversiones en el sector financiero como demuestra el hecho de que dos de los cinco bancos más importantes en México son europeos (BBVA Bancomer, Santander), y entre los tres bancos controlan más del 50 por ciento de la banca comercial del país.

Las inversiones europeas en México también se encuentran en el sector de las telecomunicaciones, con la española Telefónica Movistar, así como en la industria cervecera. En 2010, el fabricante de cerveza holandesa Heineken compró uno de los grandes productores de cerveza en México, Cuauhtémoc, de FEMSA, con una inversión de más de 6.5 mil millones de dólares, mientras que la cervecera belga InBev Abheuser completó su adquisición de Grupo Modelo por más de 13 mil millones de dólares el 2014, con lo que las dos empresas cerveceras europeas, producen más del 95 por ciento de la cerveza del país.

La empresa española Iberdrola genera el 33% de la energía eléctrica de México.

México puede ofrecer a los inversionistas europeos el proyecto del Tren Transístmico del Istmo de Tehuantepec, que conectaría por tierra el océano Pacifico con el Golfo de México con lo cual productos fabricados en la eurozona podrían llegar más rápido a la costa oriente de los Estados Unidos.

El plan mexicano del Istmo de Tehuantepec también contempla la instalación de 10 parques industriales a lo largo del trayecto del tren y esto también podrían aprovechar los inversionistas europeos.

La UE y la región de Norteamérica tienen que unirse para competir comercialmente con China y otros países asiáticos, además de producir en sus territorios insumos intermedios para la industria y dejar de depender de los productos de las naciones orientales. No solo la industria automotriz de América del Norte está sufriendo retrasos en su producción por falta de chips asiáticos, también la línea de producción de la Volkswagen en Alemania tuvo que parar por la falta de estos productos fabricados en el lejano oriente.