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La Ciudad de México (CDMX) ha sido afectada en los últimos días por condiciones meteorológicas que favorecen el estancamiento de los contaminantes precursores del ozono, debido a que persiste el sistema de alta presión en el centro del país, ocasionando estabilidad atmosférica en el Valle de México, viento débil y alta radiación solar en la mayor parte del día; por lo que la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe) ha tenido que activar la Fase 1 de contingencia ambiental, lo que implica que dejen de circular un gran número de automóviles y se reduzca la actividad industrial.
La oposición al proyecto del Gobierno de la Cuarta Transformación (4T), sobre todo a lo que tiene que ver a modificaciones legislativas a leyes en materia energética, han encontrado en la problemática de la contaminación atmosférica que sufren los habitantes de la capital del país una forma para detener los cambios a la Ley, con un discurso mentiroso y de verdades a medias. El mito de los adversarios de la actual administración federal es que las empresas privadas generan energías limpias, mientras que Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE) producen energías con fuentes sucias que contaminan.
Legisladores panistas han asegurado que la contaminación que se registra en la CDMX, proviene de la Termoeléctrica de Tula Hidalgo y no sólo de la circulación de autos y la industria capitalina.
La Senadora panista, Xóchitl Gálvez, afirmó hace un tiempo que: “durante mucho tiempo nos dijeron que eran los autos que circulan en el Valle de México. Esto reafirma lo que dicen los científicos que no es la única causa de contaminación los automóviles y la industria, sino especialmente la refinería y la termoeléctrica de Tula”.
La afirmación de la parlamentaria del Partido Acción Nacional es una verdad a medias o una mentira completa, ya que datos de la Organización de Naciones Unidas (ONU) señalan que en el Valle de México las emisiones generadas por vehículos representan hasta un 60% de la contaminación total por partículas suspendidas gruesas (PM-10). Además del exceso de coches, hay que sumarle el tráfico que provoca que los autos produzcan mayor cantidad de CO2 al estar detenidos por horas.
Los vehículos generan dos tipos de componentes: óxidos de azufre (SOX) y óxidos de nitrógeno (NOX). Son responsables del efecto invernadero e incluso de generar lluvia ácida. Esto aplica sobre todo a los vehículos viejos, no verificados o que transitan sin regulación alguna.
Ahora bien, es cierto que las actividades industriales desarrolladas en la cuenca atmosférica de Tula, Hidalgo, tienen impacto en la contaminación en la Ciudad de México, esto según el Programa de gestión para mejorar la calidad del aire del estado de Hidalgo Proaire (2016-2024).
En Tula, Hidalgo, destacan dos fuentes fijas que destacan por la emisión de contaminantes: una es la refinería Miguel Hidalgo de Pemex, la segunda más grande del país, que en 2016 procesó aproximadamente 202 mil barriles diarios de crudo de petróleo, y la planta termoeléctrica Francisco Pérez Ríos de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), la cual cuenta con una central de generación de ciclo combinado y una central de generación termoeléctrica convencional. En conjunto, las dos centrales tienen una capacidad total instalada de 2095 megawats y en 2018 aportaron una generación anual bruta de 9874 gigavatio-hora, según información de la Secretaría de Energía.
Los eventos de alta concentración de dióxido de azufre que registra la red de monitoreo de la Ciudad de México, el 18% tienen su origen en la región Tula -Tepeji.
La CAMe ha mandatado que durante esta contingencia ambiental en la CDMX, la Refinería “Miguel Hidalgo” de Tula, Hidalgo, no opere a más del 75% de capacidad del total de su proceso, disminuyendo la capacidad de combustión en calentadores a fuego directo y calderas en plantas de proceso y fuerza.
Mientras que la Central Termoeléctrica “Francisco Pérez Ríos” también en Tula, debe reducir el 30 por ciento del consumo de combustóleo en sus operaciones.
Las fábricas también influyen en que la ciudad se encuentre llena de contaminación. Estas industrias contribuyen a la calidad de aire en PPM y PPB.
De acuerdo con datos de la Secretaría de medio ambiente local, el Valle de México se contamina a diario por 70 mil fábricas de diversas industrias, que incluyen la refinería de Tula y tres termoeléctricas de la CFE.
La acusación de que los cambios a la legislación eléctrica propuestos por el Gobierno de la Cuarta Transformación promueven el uso de fuentes sucias y costosas para la generación de electricidad no es cierta, y se constituye como un mito ya que la CFE es la mayor productora de energías renovables en el país, principalmente a través de sus 86 plantas hidroeléctricas. Las plantas hidroeléctricas aprovechan la caída de agua y la transforman en electricidad. La energía obtenida mediante ese proceso es limpia y renovable, libre de carbono además barata.
Las energías limpias (excluyendo a las hidroeléctricas en poder de la CFE) generan menos de 15% de electricidad en el país. Existe otro problema: la energía que producen las plantas eólicas y fotovoltaicas y que se transfieren a la red de la CFE para su distribución no es continua; por lo que el suministro permanente depende de las fuentes de ciclo combinado, carbón, combustóleo e hidroeléctricas. Esto es, México –como todos los países del mundo – no puede operar en 100% con energías limpias.
Una parte de la demanda de energía eléctrica en el país es abastecida por tecnologías convencionales, las cuales se integran por unidades y centrales que generan electricidad a partir del uso de combustibles fósiles como energético primario. Este grupo incluye tecnologías: carboeléctrica, ciclo combinado, combustión interna, termoeléctrica convencional y combustóleo.
La Comisión Federal de Electricidad tiene solamente tres centrales que generan electricidad con carbón y 19 plantas termoeléctricas y solo 5 funcionan con combustóleo y 14 son duales, es decir funcionan con gas natural o combustóleo. En la actualidad la CFE es responsable solo del 6% del total de generación de energías sucias.
El exgobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez (el Bronco), así como el actual mandatario de la entidad norteña, Samuel García, se han quejado de que la refinería de Pemex en Cadereyta, como foco principal de la contaminación en esa región del país; pero con cifras de la Secretaria del Medio Ambiente (Semarnat) nos hablan que dos de los contaminantes de los más nocivos para la salud pública, son generadas por industrias privadas.
El Dióxido de Nitrógeno (NO 2), que produce diversos daños a la salud respiratoria, es generado por un grupo de ocho plantas de empresas privadas instaladas en la zona conurbada de Monterrey que generan 400% más emanaciones que la propia refinería de Pemex, es decir, el quíntuple.
Iberdrola opera tres plantas de las ocho que son más nocivas para el ambiente “Con sólo una de ellas, su central eléctrica ubicada en El Carmen, junto al municipio metropolitano de Escobedo, el corporativo hispano produjo en 2020, 5 mil 422 toneladas de Dióxido de Nitrógeno.
La refinería de Cadereyta generó hace tres años 2 mil 247 toneladas de dicho contaminante. Esto nos arroja los siguientes datos: una sola planta de Iberdrola contaminó 141% más que Pemex en el área conurbada de la capital de Nuevo León.
Es urgente que la Comisión Federal de Electricidad cambie sus termoeléctricas a base de combustóleo por centrales de ciclo combinado a base de gas natural. La empresa que hoy dirige Manuel Bartlett, esta construyendo dos plantas de ciclo combinado en Yucatán y una en Tula para sustituir las termoeléctricas.
Culpar a las refinerías de Pemex y a las centrales termoeléctricas de la CFE de la gran contaminación que hay en muchas ciudades de México, es solamente ver una parte del problema y un argumento sucio para detener las reformas legislativas propuestas por el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.