Como un histrión, en multiformes trajes,

imitando a Nerón, se pavonea,

y en sus continuos y pomposos viajes

de su poder omnímodo alardea…

De victoria en victoria, va al fracaso,

—paradoja que puede traducirse:

es ley que el sol camine hacia el ocaso—…

Emilio Bobadilla

Sistema absolutista

El Vozhd macuspano ha hablado, desea una nueva clase media “más humana, fraterna y solidaria”. Una que solo vote a favor de sus proyectos de transformación; una que no sea fifí y que tampoco escuche a la oposición que pide tener un país más competitivo y más aspiracionista.

Al más puro estilo leninista, Andrés Manuel ataca la democracia buscando generar una nueva sociedad que solo dependa de él. Lo anterior sustentado en un complejo aparato burocrático que ha “vendido” como 90% honesto y solo 10% experimentado, si bien hoy sabemos que en realidad solo exige sea 100% leal a sus intereses.

A quienes osaron votar distinto a Morena les llama partidarios del régimen de la corrupción, mientras propone la nacionalización de todas las industrias energéticas del país y una Guardia Nacional adscrita permanentemente al ejército.

Igual que la jerarquía comunista que fue extendiendo su fuerza y autoridad sobre las agencias estatales, así en nuestro país. Si los gobernadores no son emanados de Morena, surgen los delegados especiales. No cesa, también, el azote contra los organismos autónomos, así como la supresión de la disidencia tanto interna como externa.

Las mañosas consultas populares

Demanda junto a los tovarishch de la 4T (sus camaradas), la necesidad de una consulta popular para juzgar a “actores políticos”, entendiéndose por ellos a los ex presidentes, naturalmente.

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La amañada consulta popular del 1 de agosto próximo consistente en una pregunta tanto obvia como innecesaria (“¿Estás de acuerdo en que se lleven a cabo acciones con apego al marco legal para esclarecer las decisiones políticas tomadas en el pasado por los actores políticos y garantizar la justicia y derechos de las posibles víctimas?”), que no es otra cosa —esta junto a la de revocación de mandato del próximo año— que un ejercicio de captación de cuadros para conformar esa nueva clase media con la que sueña el líder.

“El fin justifica los medios”

En esa antigualla visión, ya establecido queda que ese régimen absolutista NO desea apropiarse de la clase media. Lo que ansía es crear una nueva para poder controlarla.

Manipularla es el término correcto; manipular a la clase media para que nadie más lo haga, es lo que AMLO nos está diciendo. Puesto en sus palabras: “que resistan campañas de manipulación, que no sean presa fácil de la manipulación”. El presidente inaugurando y augurando una nueva versión leninista de ‘el fin justifica los medios’. Declaración abierta de que quiere crear una estructura popular que le deba a su persona el haber ascendido.

Su visión leninista

El primer mandatario ansía poder controlar su nueva creación, mas con ello anula uno de los ingredientes intrínsecos de la clase media: su independencia, misma que resulta vital para poder superarse y subsistir.

Así, el poder centralizado, basado en su persona y en su retórica, resulta en una mala estrategia: empodera su voto duro, aliena, debilita y resquebraja a la anterior clase media, con lo cual solo logrará que dichos ciudadanos busquen otras propuestas de gobierno.

El presidente historiador vuelve a olvidar la historia, pues a lo anterior se agrega que Lenin fue utilizado por sus colaboradores cuando ya no podía gobernar por su enfermedad. Confinado, y mientras procuraba continuar con sus escritos (lo cual fue imposible por su condición cerebral), Stalin se quedó con el poder y continúo con el fracaso leninista. Lenin al final fue desechado por sus partidarios, y AMLO y su versión leninista, pueden terminar sufriendo la misma suerte.