“El pasado no es el presente, ¿entiendes?”
LORRAINE TOUSSAINT
“Los que se aferran al pasado se quedan sin oportunidades de futuro.”
KRISTIN HANNAH
¿Dónde quedó la esperanza?
López Obrador la colgó de un farol de queroseno y ahí ardió.
Quemamos carbón y combustóleo para producir electricidad, haciéndola más cara y contaminante. Eso sí, al mesías no le gustan los molinos de viento, cuando son la forma más fácil y menos contaminante de generar energía. Está obsesionado con el pasado; no quiere darse cuenta de que lo que funcionó antes hoy tiende a ser inservible. No cree en la tecnología, ni entiende que el petróleo ya dejó de ser el mejor negocio del mundo.
Su obsesión llegó a lo irrisorio cuando avisó en su mañanera que ya había dado la instrucción de que se modernizaran los telégrafos. Alguien debería avisarle que dicha tecnología dejó de ser útil hace algunos años; Estados Unidos (2006), India (2013) y China (2010) cerraron las oficinas de este servicio hace tiempo.
Y sí, cada quien tiene derecho a pensar lo que se le dé la gana, el problema es apostar por lo marchito y por lo que ya no tiene futuro o modo de volver a funcionar.
The Economist y “el falso mesías”
Pues bien, su incongruencia fue plasmada por la revista inglesa “The Economist”; ahí lo retratan como “el falso mesías”. Y estará equivocado quien piense que la revista lo hace porque estamos a menos de diez días de las elecciones o porque AMLO apenas compró una vetusta refinería.
La revista aplaudió a Enrique Peña Nieto al principio de su mandato, pero en el último tercio de su sexenio le dedicó una portada donde retrataban la crisis de violencia y la alta corrupción por la que atravesaba el país. En ese momento nadie se quejó de lo que, desgraciadamente era realidad. Hoy tampoco deberían de hacerlo ni ciudadanos ni gobierno mexicanos.
Este artículo dedicado ahora a nuestro ejecutivo federal no cambiará las preferencias electorales. Se pueden adivinar diversos eventos que trastocaron la decisión electoral, pero uno de ellos no es esta portada de revista.
Un antes y un después
Lo que sí marcó un antes y un después para el lopezobradorismo fue la tragedia de la Línea 12 del Metro en la Ciudad de México y su nula empatía demostrada con su “al carajo”.
El mundo está cambiando y la refinería comprada con los recursos del FONDEN es observada como un error más, en una serie de pésimas decisiones gubernamentales, sean económicas, de salud pública o relativas al sistema de partidos.
Decisiones que han hecho que México pierda la valoración en aeronáutica o desincentive la inversión extranjera.
La falsedad de la 4T
El artículo de la revista inglesa ha demostrado la falsedad de muchas banderas de la 4T, empezando por la falsa austeridad, la falsa defensa de la democracia, la falsa preocupación/ocupación por los pobres, el falso humanismo y la falsa honestidad al permitir que tanto sus colaboradores más cercanos como sus familiares se beneficien de la corrupción.
Todo lo anterior aderezado con un fanatismo que raya en la idolatría del pasado. El pasado que obnubila a López Obrador es el mismo de Echeverría y López Portillo, aquel que crecía gracias al petróleo y donde la palabra del presidente era casi ley divina.
Ahora bien, lo que pudo haber sido un artículo con mínimo impacto, adquirió relevancia gracias a la misma 4T.
La epístola de Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores, muestra todo, menos la diplomacia que se requiere en estos casos.
Inicia mal, la dirige al “señor editor” cuando se trata de LA señora editora de The Economist. Cuestiona a la revista por no haberse plegado a los designios del presidente a pesar de que en su momento uno de sus reporteros fue atendido por el propio Canciller, y pincha la faena diciendo que “es tiempo que las élites entiendan que no entienden”.
En lugar de defender la libre expresión, prefirió decir que el artículo en comento era virulento y de fragilidad argumentativa.
Tal vez Marcelo Ebrard también cree que vivimos en el pasado. Ese donde la libertad de prensa dependía de lo que decía el presidente o sus secretarios. Uno en el que se trataba a los presidentes como mesías o tlatoanis. Pero resulta que quienes actúan como mesías tropicales son falsos mesías.
Y tenemos uno que lucra con lo peor de nuestro pasado.