Una noche de resaca
Al tratar de despertar
Noté que por el ombligo me empezaba a desinflar
Que mi cuerpo se arrugaba
Como un papel vegetal
E iba pasando, qué curioso
Al estado gaseoso
Y tras la metamorfosis
Me sentí mucho mejor
Era un aire gris oscuro y con bastante polución
Se notaba, en cualquier caso,
Que era aire de ciudad
Que si bien no es el más sano
Lo prefiere el ser humano
Aire
Soñé por un momento que era
Aire
Oxígeno, nitrógeno y argón
Sin forma definida ni color
Fui aire volador
Mecano
Andrés Manuel López Obrador anunció —ahí en donde siempre— que el gobierno de la 4T ahora comercializará tanques de gas. Considera que las empresas del sector privado lo venden muy caro. Así que, para evitar precios excesivos, ahora el gobierno venderá ‘Gas Bienestar’ lo cual resultará ser lo más caro, además de complicado, de lograr.
Hasta 2019, los precios del gas LP se regulaban —bastante eficientemente — a través de la Comisión Reguladora de Energía, dado que era una de las facultades de este órgano. Para la misma, según la ley de ingresos aprobada, había presupuesto. Mas, en un acto de “austeridad” republicana, en el 2020 los diputados de la 4T fulminaron el mismo. Ahora estamos ante los resultados de dicho recorte, y encima con la amenaza de cumplir la ocurrencia dictada por AMLO.
AMLO olvida que el gobierno debe actuar como mediador y regulador de precios, pero no como competencia desleal. El subsidio dado a cada litro de gas vendido es un costo pagado con nuestros impuestos o, bien, una nueva deuda nacional, que no será pagada por este gobierno, pero sí por los mexicanos en conjunto tarde que temprano.
La propuesta del Gas Bienestar, la cual es vender gas LP a un precio menor al que ahora se presenta a precios de mercado, tendrá un impacto negativo en las finanzas de Pemex, pues para vender el gas a un precio subsidiado tendrá que sufragar la diferencia.
Además, Pemex solo produce el 30% de la demanda total del país, el 70% restante se tiene que importar… El negocio será tan contraproducente a la paraestatal, que deberá que comprar el gas al precio internacional, transportarlo, almacenarlo, comercializarlo y venderlo por debajo del precio al que lo compró.
A lo anterior, faltaría agregar la inversión requerida para crear esa empresa: compra de los tanques, camiones y pipas para llevarlo a los hogares, así como contratación de personal para dar ese servicio.
La propuesta de los precios controlados, suponiendo que funcione, quebraría a las demás empresas vendedoras de gas. Pero si no lo hace, como sucedió en otros momentos de la historia nacional, generará descontrol de precios y desabasto del producto.
Aunque AMLO anunció que su proyecto de empresa iniciaría en tres meses en Ciudad de México, valdría recordarle que no hay ningún apartado en la Ley de Egresos de este año para tamaña ocurrencia. Además, suponiendo que ese dinero se obtuviera, ¿no sería mejor utilizarlo para terminar con el desabasto de medicinas? ¿O quizá para el nuevo Fonden que la Secretaría de Hacienda considera reactivar para el 2022?
Hay otros costos que tampoco ha considerado la 4T que se relacionan con esta ocurrencia. Podría impactar en la confianza en el país, una menor inversión en el sector, disminución en la nota crediticia de Pemex y del país. Y entrados en gastos, no faltaría que también se les ocurriera limitar los permisos de importación a las empresas privadas y con ello generar desabasto o escasez.
Si aun con todo lo anterior, se insistiera en el Gas Bienestar, basta que recordemos cómo la CFE pasó de ser “una empresa de clase mundial” a tener apagones de manera constante. O bien, cómo los cajeros automáticos del Banco del Bienestar no terminan de estar o han sido ubicados en lugares donde no se requieren.
Solo faltará que el grito conocido en todo el país: “el gaaaaaaas”, también sea monitoreado por la 4T y no pueda ser utilizado por las empresas que venden el mismo.