“Si podemos formularnos la pregunta: ¿soy o no soy responsable de mis actos?, significa que sí lo somos”.
Fiódor Mijáilovich Dostoyevski
“Es un absoluto despropósito que la presidencia se erija en dueña y tribunal de la verdad. Es algo fuera de los estándares democráticos.”
Carmen Aristegui, periodista.
¿Quién es quién?
Tenemos un autoritario por presidente; dicho en otros términos: la máxima autoridad de la federación que insiste en pensar —y en hacer creer a la población— que la fuerza de sus palabras y de sus acciones está a la par de la de un reportero, de un periodista, de un ciudadano, mismos si estos son muy conocidos y destacados entre la opinión pública. No hay igualdad entre uno y otro, no son equiparables sus fortalezas ni mediáticas, ni institucionales, ni presupuestales, ni políticas.
Mas al primer mandatario y a sus simpatizantes no les conviene entender lo anterior. Y por ello somos testigos de cómo la presidencia determina el “quién es quién en las mentiras de la semana” desde la palestra matinal.
Además de un espectáculo barato en contenido, formato y presentación, y carísimo por cuanto a canales y producción se refieren, este espacio se dibuja ya como una muestra de esa veta autoritaria de un representante que, si bien fue votado de manera democrática, ahora busca destruir cualquier atisbo de cuestionamiento a su égida cuatroteísta argumentando su propia libertad de expresión y su derecho de réplica.
El mecanismo es la transparencia
Si son mentira los dichos y cuestionamientos contra López Obrador y su gobierno, la respuesta no es violentar la equidad en el ejercicio de un derecho consagrado en la Carta Magna. Si el ejecutivo federal quiere demostrar que hay falsedad de parte de comunicadores, actores sociales y empresariales, oposición política, la solución es muy sencilla y pasa por probar en los hechos la efectividad de la realización de sus programas, acciones y proyectos de gobierno. El mecanismo es la transparencia y rendición de cuentas gubernamental por las vías institucionales, no hay de otra.
Así, ¿los padres de los niños con cáncer se quejan de un desabasto de medicinas oncológicas? ¿La prensa reproduce y magnifica estos cuestionamientos? La respuesta debe probarle a la sociedad que los fármacos, material y tratamiento se compran, se distribuyen y se aplican en tiempo y forma ¿Se acusa de falta de escrúpulos por parte de Morena al permitir que Saúl Huerta siga siendo diputado de ese partido político, cuando éste se encuentra prófugo después de haber sido denunciado por violación de un menor de edad y abuso sexual a un adulto? Fácil: la 4T debe cumplir lo que ha prometido. Requiere desaforarlo y procesarlo, en lugar de instrumentar falta de quórum en la sesión del Congreso para evitar lo anterior.
¿Los tuiteros prominentes señalan que la libertad de prensa está bajo asedio? El gobierno deberá hacer muchas cosas para que dejemos de ser el país más peligroso (en una situación no declarada de guerra) para ejercer el periodismo. Esto inicia con dejar de usar la violencia verbal y divisionista desde el Salón de la Tesorería y de condenar de enemigos al gremio y a algunos de sus integrantes en particular.
¿Se acusa al gobierno de una falsa austeridad? Pues que se cancele la consulta popular programada para el 1 de agosto y que los más de 500 millones de pesos destinados a ella se dediquen a alguna urgencias. Eso además de presentar pruebas contundentes para enjuiciar a actores políticos corruptos —presentes y pasados por igual.
Lo principal es gobernar, no perder la cabeza
Asusta pensar que el presidente de la nación reacciona de la manera que lo ha hecho a memes, cartones, reportajes, artículos de opinión, publicados sobre su persona y su gestión —sean estos verídicos o no—, en lugar de concentrarse en lo principal que es gobernar. Todo antes que trabajar y responsabilizarse. El perfecto prototipo del mexicano.
Su pequeñez como gobernante y como persona lo llevan a perder el control —la razón también, me atrevo a decir—, así como la envergadura de su vestimenta. Contribuye, en cambio, a que surja el autoritario que cada día se consolida más.
El autoritario en democracia; uno que no permite cuestionamientos, supervisión y evaluación, sea esta honesta o interesada (esto último en el fondo es irrelevante).
Surge en todo su “esplendor” la mezquindad del autoritario que usó la máscara de demócrata para, una vez instalado en el poder, emplear todos los artilugios para desmontar el aparato que le dio cabida a él, a su movimiento e incluso a su posibilidad de expresión.