Ya no hay tapados, yo soy el destapador y mi corcholata favorita va a ser la del pueblo

Andrés Manuel López Obrador

México es el primer consumidor de refrescos a nivel mundial. Tan solo de colas, el promedio de ingesta es de una lata por habitante al día. Poco han valido las etiquetas avisando del exceso de azúcares y los riesgos derivados de su consumo, los mexicanos seguimos siendo el mercado favorito de la industria refresquera.

De allí que el gran destapador esté de plácemes. Cada día tiene más corcholatas para decidir cual es la ideal para el 2024.

Aunque todo hace parecer que ya tiene la elegida, podría darse en esa guerra de corcholatas o refrescos algo parecido a lo retratado por Roger Enrico, en ese momento presidente de Pepsi, en su libro “La guerra de las colas”.

Enrico narra la “guerra épica” entre la Coca-Cola y la Pepsi, y naturalmente desde su óptica la misma termina con el triunfo de su marca.

Si bien hay ciertos capítulos que han quedado superados en el tiempo, hay otros que podrían servir de consulta para los tapados que se suponen refrescos cerrados con corcholata.

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Marcelo Ebrard se ha destapado como suspirante al mostrar sus aspiraciones presidenciales para el 2024. Y aunque diga que el destapador lo considera, la realidad no es lo que parece.

Lo que sí queda claro con este auto destape es que Marcelo no se quedará cruzado de brazos sin boleto para la grande. La entrada la buscará con quien lo quiera acoger, sea Morena —que no será— u otro partido. Algunos consideran que terminará siendo el viejo PRI, pero no se descartan otros institutos políticos (el MC, el Verde o el PT inclusive).

Marcelo sabe leer las señales, máxime cuando son tan claras y contundentes como fue el ingreso de Martí Batres a la Secretaría de Gobierno de la Ciudad de México. Dicho movimiento se equipara a negarle el paso tanto por parte de López Obrador como por Morena. Con ese ingreso, el aviso de “no pasarás” se extiende también a Ricardo Monreal, quien sabemos quiere ser corcholata.

Así que en esta moderna guerra de las colas se tiene la Coca-Cola sin azúcar —Marcelo Ebrard, también llamado cadáver político — , la nueva Pepsi —Claudia Sheinbaum— y Big Cola —Ricardo Monreal. En una de esas también se aparece la Red Cola. En ese caso, el público se decanta por dicha bebida porque es barata. Algo así como Cuauhtémoc Blanco… La cierto es que de todos ellos no se hace uno.

Algunos se cuestionarán cómo lanzar de candidato a un costo hundido como Ebrard. La Línea 12 del Metro sigue pesando sobre él y será utilizado en su contra. Sin embargo, para los partidos antes mencionados, poco importará recatarlo, pues lo único que buscan es mantener el registro, para lo cual requieren alcanzar el 3% de votos a nivel nacional. Marcelo es un muerto viviente que apesta a tragedia de la Línea 12, pero que garantiza la cifra antes mencionada.

Y AMLO permite estos movimientos por diferentes motivos: (1) Más sabores a destapar. (2) Mientras Marcelo no haga olas, puede jugar. (3) Si la cola sugerida por López Obrador no agrada a la mayoría, siempre puede jalar a su canciller de relevo. (4) Si Marcelo deja Morena, “desfoga” a quien internamente trataría de golpear a Claudia Sheinbaum. (5) Al tener más refrescos en el mercado, el presidente no solo se las da de gran demócrata, se presenta como el gran destapador de las corcholatas del pueblo a sabiendas de que el “pueblo” es él.

Pero si Marcelo es la Coca Cola sin azúcar y Claudia la nueva Pepsi, ¿cuál “nuevo” sabor le gustará más al pueblo conocedor y cuánto durará el efecto de ser novedad?

La 4T, pero sobre todo su cabeza, han recurrido al juego de mercadotecnia capitalista en la narrativa presidencial. Tanto denostar al neoliberalismo para terminar abrazándolo.

La nueva versión de la guerra de las colas ha iniciado y dado el gusto de los mexicanos, seguro alguno de estas colas —aun con sus impactos nocivos a la salud— será consumido de forma regular en la gran mayoría de los hogares causando diabetes y mayor obesidad.