No vale la pena

Lo que tú me quieres

Porque es muy poquito

Eso no me llena

No me es suficiente

Quiero otro tantito

Juan Gabriel, ‘No vale la pena’

Pero este mundo ya giró

Y ahora te tocó perder,

Bebé, te lloré todo un río

Bebé, te lloré a reventar

Oh no, no, no, no tienes corazón

No te vuelvo a amar

Te lloré todo un río

Ahora llórame un mar

Maná, ‘Te lloré todo un río’

A Azucena Uresti

El lunes en la mañanera, la víctima no fue Azucena. No. La “víctima” fue Andrés Manuel al decir —otra vez— que es insultado por la prensa (si bien en general se refiere a los comentaristas, analistas políticos y/o columnistas de opinión). Olvidó decir lo peligroso que es ejercer el periodismo en el país.

Utilizó la canción del ‘divo de Juárez’ Juan Gabriel para decir que en su gobierno no hay dinero para la prensa. “¿nada, nada, nada? Qué no, qué no…”.

Mas la canción para expresar que no hay dinero para los medios de comunicación tiene -tristemente- al menos otro sentido: el nulo apoyo, la NADA brindada a los periodistas y medios de comunicación que son amenazados, lastimados y vejados por delincuentes —pero también desde el gobierno— TODO el tiempo.

Según ‘los otros datos’ de la Secretaría de Gobernación (13 de julio de este año), en el gobierno 4teísta, 43 periodistas y 68 activistas han sido asesinados.

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Tiene razón AMLO, para ellos hubo “nada, nada, nada”. Como tampoco hay justicia para los miles de inocentes asesinados. Nada, nada, nada de este gobierno.

No hay nada. Ni justicia, ni represalias, ni castigos para nadie. Tampoco hay libertades plenas para la prensa (aunque el tabasqueño insista en lo contrario). No hay conciencia en el gobierno de la amenaza que significa el crimen organizado para toda ella, de las vidas cercenadas, de la lealtad que se requiere demostrar hacia todos los mexicanos sin distinción. El primer mandatario hace tiempo olvidó —quizá nunca lo consideró— que gobierna para todos.

Lo que hay es un pasmo absoluto por parte del gobierno federal ante una violencia que ya no disimula empacho ni siquiera en amenazar a una periodista y a distintos medios de comunicación.

Se palpa la nulidad del gobierno para defender la libertad de expresión. Y francamente, ¿qué podríamos esperar si la cabeza del ejecutivo federal es el primero en atacar a los críticos? Pues eso, “nada, nada, nada”.

No se puede esperar nada de Jesús Ramírez, quien dio una defensa tibia de Azucena en redes sociales. La misma es ineficiente e insuficiente. El reflejo del gobierno en todos sus frentes.

Porque ese es el gobierno que tenemos: uno que habla, que promete, que narra, que se excusa; que parlotea con fines de narrativa, de llamar la atención, de polemizar, para cotorrear, para sonar gracioso. Relata historias, versiones parciales de las cosas, cuentos que nunca suceden; uno que miente constantemente. Porque no se aboca a la defensa de los individuos ni al combate del crimen organizado en lo particular. No se diga en trabajar para cesar el desabasto de medicinas, tener todas las vacunas en tiempo y forma, para impulsar la economía. Vamos, tenía razón Juan Gabriel: “nada, nada, nada”.

México ocupa el lugar 143 de 180 en la clasificación de los países más peligrosos para ejercer el periodismo (Reporteros sin Fronteras, abril de 2021). La organización Artículo 19 —otro actor social que el presidente se afana en atacar— señala que en la administración de López Obrador la estigmatización a la prensa y su censura continúan. Tan solo en el 2020 hubo 692 ataques contra la prensa que fueron reportados ante la autoridad.

Y el mandatario hace como si nada… nada, nada. Pero las descalificaciones surgen en la mañanera y es considerado como uno de los detonantes principales de las agresiones contra los periodistas en nuestro país.

El discurso de la Cuarta Transformación es uno, pero la narración de los hechos —que debería ser uno mismo— no existe por la simple y sencilla razón de que no hay estos. Nada, nada, nada. Y esa narración se convertirá tarde que temprano en enumerar fracasos. Ya lo verán.

AMLO tardó hasta la mañanera del día siguiente para dedicar unas palabras a Azucena. Porque el lunes, ni mañana ni tarde ni noche, hubo nada, nada, nada de su parte.

Lo cierto es que para los periodistas no hay acciones por parte del gobierno para su protección y tampoco las habrá. Recibimos pura verborrea cuando que necesitamos hechos.

Que se diga claro y fuerte: no a la palabrería huera y vana. Si López Obrador de verdad quiere garantizar protección a Azucena Uresti y a todos los periodistas, debería empezar poniendo ejemplo y cesando su ataque diario a los medios de comunicación.

Debería terminar con los saludos a la mamá del Chapo y olvidarse de los “abrazos no balazos”. Podría dirigirse a la delincuencia organizada con la firmeza, ofensas e intolerancia con que les habla a los periodistas y opositores. Porque su actitud tiene una clara consecuencia: ha creado fama de blandengue entre los delincuentes y se ha echado a dormir.

No hay estrategia ni política en contra de la delincuencia. ¡Nada, nada, nada!

Y aunque presidencia informó que el gobierno de México protegerá a periodistas y medios de la organización delictiva CJNG, no hay nada, nada, nada de substancia. Y, en cambio, la amenaza per se de aquellos tipos da una idea del poder que detentan.

Es urgente que la administración cuatroteista imposibilite a delincuentes amenazar o dañar a periodistas de cualquier rubro. Mientras no pueda/quiera parar los ataques y los avisos ponzoñosos, solo se merecerá la pérdida de confianza de la ciudadanía. No hay nada, nada, nada de estrategia o intención para pacificar a México o para enfrentar al crimen.

Mientras el presidente les dedica en burla la canción “Déjame vivir” interpretada por Juan Gabriel y Rocío Durcal, el crimen organizado amenaza de muerte a Azucena por su trabajo periodístico.

Dado que la amenaza de ‘El Mencho’ fue contra todo México por ser contra la libertad de expresión, López Obrador debería tomar cartas en el asunto (romper lanzas cual Jorge F. Hernández). Pero no lo hará.

Y así, al igual que él dedicó a la prensa la de “Déjame vivir”, Azucena le podría dedicar la de “No vale la pena”, también de Juan Gabriel, para referirse al apoyo prometido. Porque es cierto: no vale la pena lo que el gobierno actual brinda al periodismo en México. Puro bla, bla, bla; un nada, nada, nada.