“La soberbia nunca baja de donde sube, porque siempre cae de donde subió.”
Francisco de Quevedo
Sí, cansa esa ignorancia o sapiencia lopezobradorista que no tiene nada de sabia, todo de soberbia y que tergiversa los hechos arrojando nula dosis de humildad.
Cansa sobremanera su forma reiterativa de encontrar culpables en todos lados y tiempos de lo que pasa en México. Cualquier lado menos en quienes hoy llevan las riendas de la nación.
Ante los pésimos resultados de su gestión ahora vuelve a culpar a los españoles y a olvidar episodios de la historia nacional —esa que tanto se ufana en conocer— solo para hacer una rabieta de un tiempo que pasó hace más de medio milenio.
Olvida que nuestro país signó el 29 de diciembre de 1836 con la reina Isabel II de España, un acuerdo de paz y amistad donde se acordaba: “olvidar para SIEMPRE las pasadas diferencias y dimensiones” … una forma arcaica de pedir perdón, pero donde se brindaba amnistía “desde este momento y para siempre” a los ciudadanos y súbditos de dichas naciones.
Posterga en la memoria que la Iglesia Católica, en voz del papa Francisco durante su viaje a Bolivia en 2015, pidió “humildemente perdón, no solo por las ofensas de la propia Iglesia sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América”. Similar a la disculpa que realizó Juan Pablo II en 1992.
Soslaya que México no fue una colonia, sino un virreinato y para demostrar su grandeza llevó el nombre de la misma España que hoy denosta. Olvida también que Isabel primera, la católica, dejó indicaciones para el mejor cuidado de los indígenas.
Sí, es cierto, la conquista fue un encontronazo, donde los pueblos originarios se llevaron la peor parte, pero también donde se dio una fusión y crisol de culturas. Los indígenas no fueron masacrados y donde los pocos que quedaron fueron enviados a reservas.
No existía un México; lo que hoy es su territorio eran diversos pueblos, unos más desarrollados que otros y muchos sojuzgados por los aztecas. Fueron los mismos indígenas quienes llevaron a que Cortés triunfara y lograra una hegemonía de los pueblos.
En su diatriba contra el gobierno español, AMLO omite recordar que Pedro Sánchez es socialista y que si los mismos socialistas (ideología que dice defender) lamentan dicha carta e hicieron patente su malestar, debería darle a pensar que esa es una contestación a su misiva. Es más, si no contestaron fue para no hacerle quedar en ridículo y dejarlo como un ignorante que no conoce la historia.
Amnesia para aceptar que España es el segundo país que más invierte en México, solo después de Estados Unidos.
Tal vez le molestan los sectores donde España tiene mayor nivel de inversión, que son: servicios financieros, de telecomunicaciones y, por supuesto, la generación, transmisión y distribución de energía eléctrica de fuentes limpias. Sector que López Obrador ensucia con combustóleo y carbón a unos precios muy por arriba de lo que ofrecen las energías limpias.
Puede ser que le moleste que el Palacio donde él ahora vive fue construido por los españoles, o tal vez que su abuelo era español y que esta noble tierra les dio abrigo y futuro a sus nietos. Tal vez, cuando habla de los españoles que roban o que se aprovechan, piensa en su prima Felipa con Pemex o en sus hermanos y los sobres manila; o piense en quien quiere ‘metérnosla doblada’ al resto de los mexicanos; ese que nació español y ahora trabaja en el FCE.
López Obrador menosprecia a los miles de españoles que llegaron huyendo de la Guerra Civil y que hicieron aquí una nueva tierra. Los que consolidaron la UNAM y forjaron a tantos estudiantes en un amor sin límites por el país que les ofreció vida.
Los dichos de Andrés Manuel demuestran ignorancia; desconocimiento de la historia y de la realidad de ambos países.
Exige AMLO lo que él no puede ni quiere dar.
El tema de los españoles es un pretexto más, justificante de ocasión para no asumir sus múltiples responsabilidades.
Mientras exige a los españoles pedir perdón por algo que sucedió hace 500 años, acusándoles de carecer de humildad para contestar su epístola, él olvida pedir un perdón igual de simbólico a las víctimas de la Línea 12 del metro de la CDMX, a los deudos del COVID (4º lugar mundial con más decesos, cifras oficiales; 15º en número de contagios); a los familiares de los más de 86 mil homicidios violentos ocurridos en lo que va de su mandato.
Mientras él exige perdón desde su infinita “humildad”, a las víctimas de su gobierno les espeta un ¡al carajo!