Ningún tipo de evidencia logrará persuadir a un idiota. Menos aún a un embaucador.
Parafraseando a Mark Twain.
Engañar al engañador, no hay cosa mejor.
Dicho popular.
“One, two, three, four
Ooh, ooh
Every time you come around, you know I can't say no
Every time the sun goes down, I let you take control
I can feel the paradise before my world implodes
And tonight had something wonderful”
(Uno dos tres CUATRO
Ooh ooh
Cada vez que vienes, sabes que no puedo decir que no
Cada vez que se pone el sol, te dejo tomar el control
Puedo sentir el paraíso antes de que mi mundo implosione
Y esta noche tuve algo maravilloso)
Ed Sheeran, ‘Bad Habits’.
Cabe la pregunta: ¿Jorge Ramos le exigió o, al revés, le ayudó a Andrés Manuel López Obrador?
Después de escuchar su participación en la mañanera de ayer, hay quienes consideran que el periodista arrinconó al presidente; otros, que estaba todo suficientemente arreglado para que ambos quedaran como vencedores, pero sobre todo para que se hablara —y mucho— del intercambio verbal que estos sostuvieron. Y sí, aquí estoy yo haciéndolo… pero solo para terminar mirando hacia otro lado. O al menos eso intento.
Veamos. La participación de Jorge Ramos estuvo coordinada con Presidencia o la coincidencia fue tal donde, a las preguntas realizadas por el reportero, ya se tenían respuestas preparadas para que el gobernante contestara en formato PowerPoint. ¿Será posible que el corresponsal mandara con antelación las preguntas a Jesús Ramírez?, solo así se podría comprender la sincronización que se observó. Sin embargo, conociendo a Jorge Ramos, esto es un poco complicado de creer. No obstante, con la réplica articulada, la duda persiste…
Aun suponiendo lo anterior, Andrés Manuel cayó en las contradicciones que muchos ya conocemos, y cuando el periodista le dijo que él usaba las cifras de la 4T, el tabasqueño adujo que no, que él tenía otros datos. Increíble desmentir sus propios números y darle al traste a una entrevista donde pudo haber brillado… más. A menos… que al primer mandatario le tenga sin cuidado ser desmentido.
Quienes confían en el macuspano creerán lo que diga, máxime cuando este reportero en alguna otra ocasión provocó el enojo del protagonista matinal. Ello explicaría el porqué, aun habiendo un tácito arreglo, y a pesar de que el periodista haya decidido ir un poco más lejos, López Obrador abandonó los datos que da a conocer su gobierno para tratar de desdecir a Jorge Ramos.
En resumidas cuentas, lo que subyace es que AMLO demuestra (una vez más) que no importa si da cifras reales o ficticias, correctas o erradas, las mañaneras siguen siendo el lugar perfecto para que él brille. Y Jorge Ramos le ayudó esta semana a promover otra vez su formato, su cancha y su juego. Es más, a renovarlo. Más allá de si su participación partió de un guión predeterminado o si en realidad quiso demostrar las mentiras del tabasqueño, terminó promocionando el modelo de López Obrador; le hizo “el caldo gordo” y le armó el espectáculo el día de ayer. Si Jorge Ramos no entendía por qué los periodistas y comentaristas serios no van a las mañaneras, lo sabe ahora…
AMLO puede mentir, tergiversar la información dada por su administración y no pierde adeptos. O no muchos. Y a las pruebas se remite: mentiras o afirmaciones falsas en sus conferencias de prensa la gente sigue celebrándolo.
A López Obrador no le afecta que se le desmienta. Ciertamente no en ese espacio. Tan solo le ayuda a su rutina diaria.
Sí, algunos impugnan (impugnamos) sus resultados, pero gana el constante barullo, interminable parloteo que llena todos los rincones y embota la razón.
Así que no, no es jugando en las mañaneras, ni enfrentándolo en ellas, ni con sus datos, ni con sus otros datos. Ahí, se diga lo que se diga, López Obrador es quien se llevará las palmas.
Habrá que arribar o diseñar un mecanismo para hacerlo convivir con una realidad en un ámbito —hablo en parte literal y en parte figurado— al que él se niega asistir. No lo veremos en un hospital con enfermos. Ni hablando con las víctimas del delito. Tampoco cara a cara con los dueños de las PyMES que han perdido tanto. E insisto, menos todavía en su espacio matinal.
No nos desgastemos en desmentirlo a él ni en desacreditar las mañaneras. ¿Demostrar la falsedad de las mismas? Ejercicio vano.
En mi opinión se requiere otra disciplina estricta y muy distinta: ayudarle a cada vez mayor porcentaje de la población a seguir los hechos —o la falta de los mismos. Demostrarles a otros la violencia de la que son víctimas sus connacionales, la cara del desabasto continuo de medicinas, la avaricia en los yacimientos petroleros, la desidia en el mantenimiento de la infraestructura nacional, las dimensiones de las problemáticas de antes y las de ahora.
Urge centrarnos en los datos de verdad y atender menos la agenda de las tretas del parlanchín matinal y engañador oficial.