Que fácil fue tocar el cielo la primera vez

Cuando los besos fueron el motor de arranque

Que encendió la luz que hoy se desaparece

Así se disfrazó el amor para su conveniencia

Aceptando todo sin hacer preguntas

Y dejando al tiempo la estocada a muerte

Nada más que decir

Sólo queda insistir

¡Dilo!

Fuiste tú

Ricardo Arjona y Gabriela Moreno

¡Menudo cabreo!, dirían los españoles. ¡Desayunó gallo!, exclamaríamos en México.

El punto es que pocas veces se le ha visto tan enojado al presidente AMLO, aunque, eso sí, siempre en plan de culpar a otros de lo mal que marcha el país. ¡Cuándo no!

Cierto, a partir de las elecciones del 6 de junio, hay días que no son los de Andrés Manuel, pero lo que ocurrió ayer muestra que hay cosas nimias que ya le pueden mucho. O quizá no son tan menores y eso explica su reacción.

En la sede de la Organización de Estados Americanos en Washington, D.C., los líderes de la oposición (PAN, PRI y PRD) denunciaron ante ese organismo y la CIDH el involucramiento del crimen organizado en el pasado proceso electoral (locales y federal intermedio). No fue lo único, también lo que consideran abiertas intenciones del ejecutivo federal de nuestro país de destruir los órganos electorales, el INE y el TEPJF.

Desconozco si tengan pruebas constantes y sonantes de la participación del crimen organizado en los pasados comicios. Creo, no obstante, las sospechas para todos son claras dado el importante número de candidatos (familias y equipos de trabajo incluidos) asesinados, secuestrados y amenazados. Sin olvidar en algunos lugares donde las fuerzas criminales ni siquiera permitieron instalar y aperturar casillas.

Pero de lo que no cabe duda es del uso faccioso que AMLO hace de las instituciones del Estado para perseguir a opositores, así como de su constante hostigamiento a los órganos electorales. Ha dejado testimonio y huella de esto de forma diaria. Para muestra un botón: el primer mandatario hizo evidente el domingo que el conocía —así lo confirmó— de la próxima orden de detención a girarse contra Ricardo Anaya; información que se supone solo y exclusivamente la FGR debía tener.

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La reunión que sostuvieron Marko Cortés, Alejandro Moreno y Jesús Zambrano con Luis Almagro, secretario general de la OEA, para denunciar la situación que ellos consideran se vive en el país es tal vez la punta del iceberg que el hoy Titanic de la 4T no quiere ver.

Después de la queja presentada, el organismo internacional deberá presentar una respuesta dirigida al gobierno de México. López Obrador se adelantó, pues ya desde ayer dijo que lo que hicieron los líderes de la oposición es politiquería, y prácticamente los amenazó.

Se le vio incómodo en su mañanera. Se entiende: fue acusado ante una autoridad a la cual él no puede callar. Y aunque intente desacreditar a la OEA y a la oposición (ya lo ha hecho antes y esta vez no será la excepción), cada nueva denuncia hará que la comunidad internacional poco a poco voltee a ver lo que sucede en nuestro país y condene al régimen que López Obrador encabeza.

Tampoco es lo mismo que Mario Delgado, dirigente de Morena, como buen alfil diga que la oposición no se cansa de hacer el ridículo (a propósito de que esta hizo acto de presencia en la OEA), que bailar y abrazar a un excandidato de su partido acusado de ser un violador en reiteradas ocasiones.

¿Por qué se molesta el presidente? Finalmente es él mismo quien ha organizado esta situación ridícula en la que se encuentra el país.

¡Que siga el enojo de López Obrador! Como el propio mandatario dice: señal de que algo estamos haciendo bien los críticos. Que se moleste hasta que adquiera conciencia de que sus actitudes de “abrazos no balazos” hacia los criminales, así cómo su insistencia en aplaudir la ilegalidad y agradecer al crimen organizado se están convirtiendo en constantes muestras de que algo no funciona en la estrategia gubernamental, ya no se diga en la coherencia de su actuar.

A AMLO no le gusta gobernar; lo suyo es dividir y destruir. Y mientras eso ocurra, tendrá más razones para enojarse y todas, absolutamente todas, habrán sido su culpa.