Lo que el salvaje que con torpe mano hace de un tronco a su capricho un dios,
y luego ante su obra se arrodilla,
eso hicimos tú y yo.
Dimos formas reales a un fantasma,
de la mente ridícula invención,
y hecho el ídolo ya, sacrificamos
en su altar nuestro amor.
Gustavo Adolfo Bécquer
Manifiesto inicial del humanista
la causa de las palabras, que para nada sirven,
o para vivir tan sólo, es una causa pequeña.
Pero si cada día sabes con mayor certeza
que no sólo repudias las coronas
sino que cada vez te dan más asco;
si en verdad no quieres hacer de tu ya arruinada inteligencia
una prostituta mercenaria que venda sus pechos o su alma
a cualquier hijastro del dinero o si, sencillamente,
poco necesitas y tan sólo te importa soportar
con dignidad la vida y sus tristezas
mejor será que asumas desde ahora
la inevitable condena de la soledad y del fracaso
y que como luminoso o ciego abandono de estrellas
a esa pequeña, muy ridícula causa ya te abraces,
que del todo lo hagas y que en tu habitación vacía
las palabras del fuego sean ceniza, que se asalten
y persigan, que tengan frío, en su noche
a solas, por decir tu nombre.
Santiago Montobbio
El tercer grito dado por el presidente Andrés Manuel López Obrador en conmemoración de la Independencia de México fue parco, sobrio; tuvo un tono más bien opaco y tristón. Siguiendo su estilo (por aquello de que le ha dado por otorgar una nota a la gestión de sus subalternas), de calificación se podría decir obtuvo un “Bien” a secas, lo que es ganancia pues muchos honestamente esperábamos una nota reprobatoria.
Con algo así como 70 invitados colocados estratégicamente en los balcones de Palacio Nacional, hubo faltantes y también sobrantes. Pero la nota que desafinó no estuvo allí sino en los espectáculos que dieron algunas servidoras públicas que simplemente olvidaron el porqué del Grito de Independencia.
Pero antes de pasar a eso, volvamos a Palacio Nacional: fue correcto el minuto de silencio en honor y recuerdo de las víctimas mortales del Covid-19. Me pregunto si estuvo ahí presente, asomándose desde algún balcón el responsable de muchas de ellas, Hugo López-Gatell. Habrá enmudecido, supongo. A menos que sea tan cínico y en esa pausa haya lanzado una risita burlona.
¿Fue invitada Olga Sánchez Cordero como presidenta del Senado?
Sería interesante saberlo ya que el que sí estuvo en primera fila (tercer o cuarto balcón, me parece) fue el presidente del otro poder, el ministro Arturo Zaldívar.
AMLO aderezó el grito con nuevas arengas. “Viva la honestidad”, dijo. Supongo no se refería a la propia ni a la correspondiente a sus hermanos. Tampoco a que finalmente, ahora sí, se van a transparentar todas las compras gubernamentales, sobre todo ese 70% que se lleva a cabo sin licitación y de manera directa.
“Viva la fraternidad universal”, “Viva el amor al prójimo”, exclamó el presidente AMLO. Me parece deprimente aprovecharse de la ignorancia de tantos y tantos millones de mexicanos. Difícil para los críticos hacerles ver a tantísimos ciudadanos que quien todos los días de su vida se dedica a erosionar a la sociedad mexicana es el primer mandatario. Tal vez lo que él entiende como fraternidad es muy diferente a lo que el sentido común y la Real Academia de la Lengua Española define como tal.
¿Será que el “Vivan los héroes anónimos” se refiere a todos los que trabajan en el sector salud sin los suficientes recursos, prestaciones, material y cuidados? ¡Qué bueno que AMLO piense en ellos!; ojalá les dieran también el equipo necesario para trabajar con decoro y seguridad .
¡Vivan las culturas del México prehispánico! Una historia trastocada, cuando solo se utiliza una pirámide de cartón y se niega restaurar las verdaderas ruinas que yacen en el mismo Zócalo al lado del balcón ese desde el que ondeó la bandera.
Hasta ahí bien, como ya dije.
Sin embargo, cuando se conoció lo dicho en otras ceremonias del grito encabezadas por diversos representantes de la 4T en diversas partes de la República o en otras latitudes, la lectura no es buena.
Cuatro ejemplos, aunque seguramente en municipios alejados hay más de estos representantes:
Clara Brugada, alcaldesa de Iztapalapa lanzó un: “Viva la cuarta transformación, viva Iztapalapa libre, viva Claudia Sheinbaum, jefa de gobierno, viva nuestro presidente de México Andrés Manuel López Obrador”. La activista política —que no funcionaria seria— juega a futurear pues no solo se pidió por “nuestro” presidente, también por la jefa de gobierno capitalino.
Mientras, la flamante gobernadora de Campeche, Layda Sansores, en su primer acto como gobernadora, no quiso quedarse atrás y vociferó: “Viva la Cuarta Transformación”. Grito más generalizado, pero ‘arenga en boca propia es vituperio’…
Las conquistas que hace AMLO no se limitan a las féminas; también hay varones. El gobernador saliente de Baja California Jaime Bonilla lanzó un viva directo al ejecutivo federal. No sabemos si eso logre darle una embajada, pero con enjundia se le escuchó gritar: “Viva el presidente de la República Andrés Manuel López Obrador”.
Y, que no quede duda de la lambisconería a ultranza de ciertas personas, al otro lado del Atlántico, en los confines del Mediterráneo, Isabel Arvide, embajadora de México en Turquía, reconocida por sus marrullerías y nula diplomacia, se adelantó a todos (digo, por aquello de los usos horarios) y en Estambul vociferó: “Viva López Obrador”. Los invitados al grito de inmediato se lo recriminaron. Con justa razón.
Mientras los funcionarios de la 4T se desgañitan por mostrar su lealtad a López Obrador (aunque no sea al país), escucharemos gritos tan incongruentes como los aquí narrados. ¿Se imaginan un “viva Fox”, “viva el PAN”, “viva el neoliberalismo”?
Ojalá que más allá de estos decadentes funcionarios públicos, todos hayamos festejado el grito como se debe, gritando desde lo más profundo de nuestro ser y con la convicción de que honramos a los héroes que nos dieron libertad, sentido de pertenencia, de compromiso con el país y de unión (sin ideologías o partidismos): ¡Viva México!