Nada te llevarás cuando te marches

Cuando se acerque el día de tu final

Vive feliz ahora, mientras puedes

Tal vez mañana no tengas tiempo

Para sentirte despertar

Siente correr la sangre por tus venas

Siembra tu tierra y ponte a trabajar

Deja volar libre tu pensamiento

Deja el rencor para otro tiempo

Y echa tu barca a navegar

Abre tus brazos fuertes a la vida

No dejes nada a la deriva

Del cielo nada te caerá

José María Napoleón

¡Qué sorpresa! Los bloqueos, movilizaciones, paros y huelgas sempiternas en la Ciudad de México han prácticamente cesado.

¿Quién no se acuerda cuando estos y estas eran el viacrucis de muchos ciudadanos en la capital, pero también en distintas regiones de la República?

Algunos dirán que es por el covid-19, otros señalarán que sí hay aún micro manifestaciones de vez en cuando frente a Palacio Nacional y, claro, que han ocurrido dos grandes los pasados 8 de marzo. La verdad es que estos actos han cesado a comparación de muchos años antes y que la relativa calma no es de ahora, de marzo de 2020 a la fecha, sino de poco a antes.

Es curioso, por decir lo menos, todos estos grandes, costosos y muchas veces ilegales actos han cesado desde que AMLO asumió el poder.

En otras palabras, milagrosamente, los plantones, marchas, manifestaciones y bloqueos se terminaron cuando él se sentó en la silla presidencial.

Basta recordar la paralización de Oaxaca durante más de un lustro o la toma de Reforma con pérdidas multimillonarias; los bloqueos al AICM, la huelga en la UNAM (más de una), las marchas mensuales de Ayotzinapa, las caóticas de los pseudo maestros de la CNTE, los de la extinta Luz y Fuerza del Centro, los bloqueos de transportistas para mantener sus privilegios de mayor peso en sus cajas, la petición de los taxistas de quitar a Uber, la de “locatarios” de mercados ambulantes y un larguísimo etcétera.

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La explicación detrás de este fenómeno no es que se haya arribado a la solución medular de las problemáticas que cada una de estas manifestaciones aducía.

No, ¡ojalá fuera! La razón es más sencilla (y lo sencillo es usualmente lo correcto): López Obrador ya no está detrás aprovechándose para dinamitar a los regímenes priistas y panistas. Porque muchos, si no es que todos estos injustos “quejosos” son, fueron y serán las clientelas del lopezobradorismo.

Lo que es más, el gobierno de la Cuarta Transformación ha cedido a todas sus demandas y extorsiones; les permiten todo y han plegado la ley y su aplicación a conveniencia. Lo han hecho con la Unión Tepito o con diversos sindicatos, para mejor señal...

Más de dos décadas tuvo AMLO para controlarlos, coordinarlos, financiarlos, azuzarlos, ¡y lo hizo! Año tras año, mes tras mes, “causa” tras causa.

Actualmente todos estos —antes— protestantes, fueron capturados por la administración de López Obrador y ahora son parte de la estructura, del sistema y despachan desde el gobierno. Una simbiosis terrorífica.

En resumidas cuentas: quien estaba detrás de todos estos efectos desestabilizadores, hoy se encuentra en el poder. El gran golpista de México ha sido Andrés Manuel; no en balde su “al diablo con las instituciones”.

El que durante los últimos 20 años o más se dedicó a minar, y minar y minar la estabilidad y la institucionalidad de las autoridades en turno a través de este tipo de actos de presión, hoy gobierna.

López Obrador dijo apenas hace un par de días que él no era represor tipo el ex presidente Díaz Ordaz. ¡No, claro que no! Él es el que organizaba muchas marchas ¡y no precisamente las manifestaciones justas y pacíficas tipo la del 68! Andrés Manuel se dedicaba a organizar las movilizaciones disruptivas, ilegales y no justas que inundaban —un día sí y otro también— al país. Desde la toma de los pozos petroleros hasta el control de los normalistas.

Hoy, unos cuantos se levantaron en contra, fueron apresados para dejarles libres después de unos días, no sin antes decir que él no es asesino como Díaz Ordaz. Todo un charlatán.

Pero en esta administración las cosas de fondo no se resuelven. Al revés, todo empeora dado que cada día se cede más a los grupos de presión o demandantes; todo se permite y porque una parte intrínseca y fundamental de estos grupos se encuentra embebida dentro de la 4T.

Ahora bien, las incongruencias continúan: mientras se vislumbra el no reconocimiento de los resultados desfavorables al régimen, se acusa a los EEUU de fondear a grupos “anti gobierno”. Irónico hablar de intervencionismo cuando la presente administración federal realizó precisamente eso a través de Podemos (partido político español), el cual apoyó financieramente a Morena. Igual como parece no importar que Arkonda esté en México o que Abraham Mendieta parlotee en los mítines de Regeneración Nacional.

Y no es que me importe si este último se quede o se vaya de México, sino únicamente señalo que para ese caso a la 4T parece no importarle la nacionalidad y el origen de ‘los dineros’ de sus nuevos ideólogos.

Pero la falta de congruencia continúa. México no tuvo ningún empacho en que su canciller criticara a Luis Almagro, secretario general de la OEA, diciendo que es “la peor cabeza en dirigir” ese organismo. Pero eso sí, nuestro secretario de Relaciones Exteriores, la 4T y más de un simpatizante de Regeneración Nacional se quejaron cuando el uruguayo le regresó el dardo diciendo: “yo le deseo que ninguna obra más se le derrumbe”.

Las nuevas “huelgas” ahora son esas; tratar de vulnerar las instituciones internacionales o, bien, que la mismísima secretaria de Gobernación ¡llame al voto en plena veda electoral! diciendo que México está al cien por ciento con Andrés Manuel y con Morena.

Ambos funcionarios mexicanos no solo rompieron la normatividad electoral, dan el flagrante anuncio de continuar violando la veda electoral y sus obligaciones como autoridad. Doblemente vergonzoso cuando Olga Sánchez Cordero fue ministra de la SCJN e hizo su vida creyendo y defendiendo la ley, para hoy burlarse a sus anchas de la misma de una forma tan burda y desde el ministerio del interior.

Y los mexicanos volveremos a sufrir movilizaciones, pues la Cuarta Transformación no reconocerá este 7 de junio los resultados comiciales que no les favorezcan; al igual que en años pasados donde no se reconoció a la autoridad y se azuzaron manifestaciones que tanto nos costaron.

Es por ello la importancia de pensar el voto.

Darlo por Morena y por AMLO es hacerlo por quien ha coordinado desmanes muchísimos años y hoy entrega el país a todas las mafias políticas.

El Estado se dobla ante la ilegalidad, donde el problema no solo es comprar clientelas, sino que además muchas de ellas ahora gobiernan. Gestionando al amparo de la ilegalidad para terminar de quebrar este país y cobrárselo como si fuera su botín.