Día tras día, día tras día,

Nos atascamos, ni respiración ni movimiento;

Tan inactivo como un barco pintado

Sobre un océano pintado.

Agua, agua, en todas partes

Y todas las tablas se encogieron;

Agua, agua, en todas partes

Ni una gota para beber…

Y algunos en sueños asegurados fueron

Del Espíritu que tanto nos atormentaba;

Nueve brazas de profundidad nos había seguido

De la tierra de la niebla y la nieve.

Y toda lengua, a través de la sequía absoluta,

Se secó de raíz;

No podríamos hablar, no más que si

Nos habían ahogado con hollín.

Samuel Taylor Coleridge

Su lógica es impecablemente…ridícula. La última: en su gira por Guerrero, López Obrador dijo que los expresidentes deben ser juzgados por privatizar la educación. De hecho, responsabilizó a los mandatarios del periodo neoliberal por las malas condiciones que imperan en el sistema de salud en México, argumentando que estas se deben a la privatización de la educación.

López Obrador no se ha querido informar sobre que las principales escuelas de donde se gradúan los médicos no son las universidades privadas, son las públicas, y que en muchos casos los que son rechazados por estas últimas, acuden a las privadas para poder realizar sus estudios.

Como siempre, al primer mandatario ni siquiera le acercan las cifras de lo que en verdad sucede en el país. Tampoco le explican el porqué de esos números.

Pero los datos que él da, muestran la falacia de sus propios dichos. Veamos: son egresados de escuelas públicas que, al presentar el Examen Nacional de Aspirantes a Residencias Médicas, los que mejores porcentajes han obtenido (esto al menos entre los años 2001-2016). Asimismo, de las 10 universidades que obtuvieron los mejores resultados en los exámenes de admisión, solo tres son privadas.

Continuando con las cifras, de los 32.9 millones de alumnos inscritos en el ciclo escolar 2020-2021, el 90% estuvo matriculado en instituciones públicas y solo el 10% restante en privadas. Esto muestra que en cuestión de cobertura por cuanto a demanda, la educación privada sigue siendo realmente marginal en nuestro país. López Obrador no ve (o no quiere ver) que el sistema de educación privado solo ha podido crecer por las deficiencias del sistema público. Y ello no equivale a haber privatizado la educación.

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Así, AMLO debiera preocuparse más bien dicho por la calidad de la educación de las escuelas públicas; estas que mismo siendo una arrolladora mayoría, siguen sin tener a alumnos con mejor preparación.

De lo que sí podría culpar a los expresidentes es de haber permitido que sindicatos manejaran una educación mucho muy deficiente. Que universidades públicas permitieran que un estudiante requiriera 14 años para terminar una licenciatura.

En todo caso, vale preguntar ¿en qué momento se privatizó la educación en México?

AMLO ha resultado ser un mitómano y un manipulador. En todos los sexenios de la historia moderna de México se ha tenido un sistema público de educación, el cual fue naufragando ante cada nuevo embiste de los sindicatos, de las huelgas interminables con cero clases de por medio. Mediando un nepotismo que permitía heredar plazas docentes. Cosa curiosa: esto último fue una de las cosas que se prohibieron con la reforma neoliberal de hace menos de seis años y la cual fue anulada por la 4T. Así, a quien habría que juzgar bajo esa óptica, hoy ocupa la Silla del Águila.

También por haber alcanzado a rediseñar solo dos libros de texto gratuito. ¡Dos libros! Aunque, pensándolo mejor, qué bueno dado que todos los especialistas en el tema señalan que los nuevos libros de texto producto de la Cuarta Transformación son muy deficientes, además de haberse convertido en instrumentos para ideologizar al alumnado.

AMLO y la 4T detestan a los aspiracionistas, a quienes tratan de sobresalir, de salir adelante, entre otras cosas aspirando a una mejor educación.

La administración federal, evadiendo su responsabilidad, culpa a la educación privada de la insuficiencia de médicos, maestros, enfermeras y un largo etcétera. Qué lástima que no permita que ni siquiera ese 10% de escuelas privadas, puedan continuar siendo ayuda para el Estado mexicano.

Mas lo olvidaba, la educación de calidad que se imparte en el ámbito privado —pero también público— es el pretexto perfecto de Andrés Manuel para seguir de campaña; para culpar a otros de su incompetencia.