Esa mentira no es verdad
En un blog de Nexos Jorge El Güero Castañeda ha dicho que el término guerra fallida de Calderón contra el narco lo acuñaron él y Rubén Aguilar en un libro publicado en 2009. Con la pena, querido Güero, pero don Pancho González, dueño de Milenio, te diría que esa mentira no es verdad.
Dona Jorge, te informo que en 2007, inmediatamente después de que el esposo de Margarita Zavala se lanzara a tontas y a locas a pelear contra las mafias, leí en El Sendero del Peje a varios columnistas que cuestionaban la guerra fallida de Calderón. Y no fue idea mía, debo aclararlo, ya que eso ocurrió antes de mi adquisición de El Sendero para transformarlo en SDPNoticias.
Como El Sendero de El Peje en sus malos días tenía 100 veces más lectores de los que consiguió alcanzar la obra de Castañeda y Aguilar, lógicamente fue aquel blog el que popularizó lo de guerra fallida —y sus sinónimos, como guerra estúpida— a la que se lanzó el gobernante que se había robado las elecciones de 2006 y que pretendió, con una campaña bélica, conseguir la legitimidad que las urnas de votación no le dieron.
Jorge Castañeda no podrá decir que no leía aquel Sendero del Peje, ya que recuerdo perfectamente varias llamadas telefónicas con él en las que comentábamos lo que se publicaba en ese blog que apoyaba abiertamente al movimiento de AMLO, que se fortaleció con el fraude electoral de 2006.
Villamelones
Aclarado lo anterior debo decir que me sorprendió el tono villamelón en el que un intelectual tan lúcido como Castañeda analizó, en Nexos, el inicio del juicio a Genaro García Luna en Estados Unidos.
Villamelón, en efecto. Cito el Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española: “Persona que aparenta saber mucho de un tema en el que realmente es profano”.
Llama la atención que en el Diccionario de la lengua española, la principal obra de la RAE, no aparezca la palabra villamelón. Y es que supone que solo se utiliza en México.
Será muy mexicana esa palabra, pero según he podido averiguar nació en España. En La Voz de Galicia leí un artículo de Francisco Ríos en el que cuenta el origen del término:
√ “En un trabajo publicado en Mundo hispanohablante, Arturo Ortega sitúa el nacimiento de villamelón en el XIX, como nombre de un hipotético pueblo del que salían personajes rústicos e ignorantes que buscaban un hueco en la refinada sociedad urbana española”.
√ “Señala Ortega que una revista taurina de finales de siglo promovió el término villamelón para designar a los pedantes que hablaban sin recato en las plazas de toros pese a no saber nada del arte de Cúchares”. Precisión: Cúchares era el alias de Francisco Arjona Herrera, un matador de toros del siglo XIX.
√ “Estos villamelones del mundo de la lidia tuvieron finalmente más eco en México que en España, y de las plazas de toros pasaron al teatro y a los campos de fútbol, escenarios todos donde hoy siguen proliferando”.
Por cierto, el articulista de La Voz de Galicia, a diferencia de Castañeda, sí le da mérito a SDPNoticias, ya que cita un escrito en este portal del 24 de agosto de 2010: “El mismo sir Alex Ferguson habló maravillas del debut como titular de Hernández, llamándolo ‘brillante’. ¿Quién sabrá más, un viejo lobo de mar del futbol o un puñado de villamelones, advenedizos y ardidos?”. Creo que el autor del artículo citado es muestro compañero de páginas Beam.
Por lo demás, en la revista Algarabía encontré un epigrama de 1883 en el que se describía a los villamelones con bastante gracia:
Semos’ de Villamelón
No sabemos ‘escrebir’
Veninos a la ‘junción’
¡Nos vamos a divertir!
Así ve El Güero Castañeda el juicio a García Luna, como un espectáculo frívolo. Lo cito:
√ “Vamos a poder divertirnos mucho durante este tiempo y podemos ir cruzando apuestas”.
√ “Para mí es un dilema complicado”.
√ “Me encantaría que el jurado encontrara culpable a García Luna, porque eso demostraría de una manera muy palmaria la futilidad, lo absurdo, lo aberrante que fue la guerra fallida de Calderón contra el narco”.
√ “Pero, por otro lado, como López Obrador ha comprado ciento por ciento la tesis de la culpabilidad de García Luna, si fuera declarado inocente sí sería un golpe para él”.
√ “No sé qué le conviene más al país, ni qué me daría más gusto a mí: el daño a Felipe Calderón o el daño a López Obrador”.
Molesta la ligereza con la que un intelectual tan destacado como Castañeda trata un tema de la mayor importancia para México. Pero no es un juego de futbol, sino un demostración de lo lamentable que ha sido para nuestro país un fraude electoral.
Por cierto, Jorge Castañeda le resta importancia a un dato de la biografía de García Luna: trabajó en el gobierno de Vicente Fox, en el que El Güero tuvo un cargo del mayor nivel, secretario de Relaciones Exteriores.
Y no, García Luna no tuvo con Fox un “cargo menor”, como ha dicho Castañeda: era en 2001 director de la Agencia Federal de Investigaciones, y ese año, dijo el testigo Sergio El Grande Villarreal Barragán, don Genaro empezó a trabajar para el cártel de Sinaloa.
En vez de presenciar el juicio a Genaro García Luna como un partido de futbol, Castañeda debería pedir perdón por haber colaborado con un gobierno en el que ese policía, en un puesto de primer nivel, se entregó a la mafia sinaloense.
Por lo demás, no entiendo por qué Jorge Castañeda dice que a AMLO le perjudicaría si en Nueva York no se condenara a García Luna.
Las acusaciones contra García Luna manchan a Fox (presidente con el que El Güero trabajó) y desde luego a Calderón (el esposo de la señora Zavala que entregó a García Luna el diseño de la estrategia y la jefatura de las operaciones de la guerra fallida contra narco). Andrés Manuel nada tiene que ver con ese presunto delincuente.
¿Que Andrés Manuel considera culpable a García Luna? Es verdad, como muchísima gente en México. Por cierto, durante años se acumuló mucha evidencia periodística acerca de los actos ilícitos del policía de Fox y Calderon. Lo recordó esta semana una revista muy importante: “Los vínculos de Genaro García Luna con narcotraficantes, específicamente con El Chapo Guzmán y los Beltrán Leyva, fueron objeto de decenas de reportajes de Proceso desde 2005 hasta la fecha”.
Genaro García Luna trabajó con Vicente Fox y Felipe Calderón y parece que hizo negocios en el gobierno de Enrique Peña Nieto. Hasta ahí su biografía política. El acusado en Nueva York de haber colaborado con el narco nada ha tenido que ver con Andrés Manuel López Obrador. Así que Castañeda debería bajarle a su villamelonismo que tanto daña su prestigio de intelectual serio y objetivo.
Villamelones que empujan a la corte suprema a ser oposición
Pero bueno, si sigue escribiendo en Nexos, Castañeda difícilmente dejará de actuar como villamelón, ya que al parecer eso es lo que exige el director de la publicación, Héctor Aguilar Camín, quien insiste en que la Suprema Corte de Justicia de la Nación se convierta en partido de oposición.
Lo anterior queda clarísimo en un artículo firmado por Aguilar Camín y María Amparo Casar, esta última directora de MCCI —asociación civil fundada y seguramente financiada por Claudio X. González, el capo de capos de la mafia política—.
El señor Aguilar Camín y la señora Casar exigen a la corte suprema que destruya cualquier proyecto de la 4T: “Es promisorio que los miembros de la corte no se hayan dejado someter al elegir a la ministra Piña. Queriendo o no, enviaron al país una señal del tipo #LaCorteNoSeToca, en sintonía con el mensaje ciudadano de #ElIneNoSeToca”.
Aguilar Camín no se da cuenta de que el gran daño al INE lo hizo su todavía presidente, Lorenzo Córdova, quien se dejó engatusar por la comentocracia y abandonó su papel de árbitro para convertirse en rival de AMLO.
Eso quiere Aguilar Camín que haga la nueva presidenta de la corte, Norma Lucía Piña Hernández. Pero ojalá la ministra conserve la calma e ignore los llamados a pelear con el presidente López Obrador.
Me pregunto qué dirá Aguilar Camín de la ministra presidenta si cualquier día, en el pleno de la corte, alguna iniciativa de AMLO gana la votación o, al menos, no queda condenada a la famosa inconstitucionalidad. Si eso ocurriera —y podría ocurrir— a la señora Norma Piña la van a crucificar Aguilar Camín y sus acólitos de la prensa, o acólitas como la señora Casar.
Insisto en que en la corte no ha cambiado demasiado con la llegada de la nueva presidenta. Sí, hubo un cambio en la presidencia y también en las presidencias de las dos salas —ahora las encabezan Jorge Mario Pardo Rebolledo y Alberto Pérez Dayán—, pero siguen donde estaban los mismos ministros, y las mismas ministras. Es verdad, todos y todas ahí estaban cuando Arturo Zalvídar encabezaba al poder judicial. Y los 11 votos en la SCJN valen lo mismo.
La corte suprema hizo popular el número ocho. Y es que se necesitan ocho votos para que alguna reforma legal se considere inconstitucional. En ningún caso será sencillo que se den los ocho votos.
¿Culpará Aguilar Camín a la presidenta de la corte si cuatro ministros y ministras no votan a favor de los deseos de los villamelones de la revista Nexos? Mucho me temo que eso ocurrirá y que a Norma Piña terminarán adjetivándola igual que a Arturo Zaldívar: entregada a AMLO, aunque ella vote en contra de los intereses de Andrés Manuel —en este caso dirán que lo hizo solo por guardar las formas, pero que ya había arreglado que no pasara nada que molestara al presidente de México—.
Así es la comentocracia mexicana, y así hay que aceptarla para saber cómo torearla.