IRREVERENTE

Plácido detona hoy: si algo no es tuyo, es de alguien más

Les platico:

La primera vez que supe de Carlos Kasuga Osaka fue hace 24 años, durante mi estancia en Japón como parte de un programa de actualización en calidad, patrocinado por la organización Jetro-México.

Una amiga muy apreciada que vive en Francia me lo recordó y solo tuve que dirigir mi mirada hacia el librero frente al cual trabajo todos los días, para encontrar mi carnet de identificación médica de aquél viaje de trabajo.

Mi carterita verde ha resistido cambios de casa, de vida, robos y trajines, pero ahí sigue, intacta, junto al pase de abordar que me llevó a Tokio y de ahí a Osaka, precisamente el segundo apellido del personaje de quien hoy les voy a platicar. ¡Arre!

Las columnas más leídas de hoy

Carlos fundó la división mexicana de la marca Yakult, la bebida láctea que vende 3 millones y medio de frasquitos diarios en nuestro País.

Tiene 85 años y es un hombre que ha alcanzado el éxito de vida y empresarial basado en lo que en seguida les comparto.

1.-Bien ser:

Puntualidad, honestidad, disciplina, trabajo y estudio son las bases de este primer principio.

2.- Bien hacer:

Hazlo todo bien desde el principio. Vive cada día como si fuera el último. Si vas a hacer el amor, hasta eso hazlo bien.

3.- Bienestar:

Es sinónimo de felicidad. Es dar lo mejor de nosotros a la sociedad en que vivimos.

4.- Bien tener:

No lo busquemos en su “modo rápido o fácil”. Sin los tres principios anteriores es una quimera.

Las cárceles están llenas de quienes lo quieren alcanzar rápido y fácil.

La diferencia generacional está en el “bien ser”.

En México y en muchos países se da educación del conocimiento, no de valores ni formativa.

En las escuelas de Japón no hay personal de aseo para hacer labores de limpieza.

Los mismos alumnos se encargan de esas tareas.

En el Liceo Mexicano-Japonés se les enseña a los niños cómo barrer, cómo trapear, como palanquear ambas herramientas, cómo gastar menos agua.

La calidad, la productividad, comienzan con la limpieza.

En Japón se aprende incluso a diferenciar “ser productivo” de ser “rentable”.

Producir sin vender, no tiene sentido. La rentabilidad se logra cuando se coloca en el mercado un producto. Esa es la diferencia entre ambos conceptos.

En Japón se enseña desde la infancia qué es la ecología.

La limpieza como labor de castigo.

¿Cómo se educa en México?

En las escuelas, a los que se portan mal los ponen a hacer labores menores, una de ellas, la de limpieza.

En las cárceles, a los internos más problemáticos los ponen a asear las letrinas.

¿Qué pasó con Ebrard, Monreal, Adán Augusto, Fernández Noroña, Velasco; con Enrique de la Madrid, con Santiago Creel, con Beatriz Paredes?

Como perdieron, los pusieron o los van a poner a hacer “labores menores”...

Así no se debe de educar. La limpieza es chamba de todos, pero aquí, recoger basura es un castigo, es una labor menor.

En México tenemos ríos, lagunas y mares convertidos en drenajes, porque la gente no es educada en el principio y valor máximo de la limpieza.

La herencia

Cuando nacimos, nuestros padres nos heredaron un cuentón, pero no de dólares ni pesos, sino de medio millón de horas/vida.

Depende de los hijos si gastamos esa herencia o la invertimos.

Debemos invertir nuestros días en trabajar, estudiar, leer, observar, cuestionar; provocar siempre el bien.

La vida premia con buenos dividendos a quienes saben invertir sus horas, no gastarlas y menos, dilapidarlas.

Por el contrario, la vida es muy cruel con quienes se atreven a gastar y no a invertir sus bienes.

Y los mejores bienes que tenemos son nuestras horas/vida.

Los codos regios.

Se critica a los regiomontanos por ser codos.

Seguramente lo somos porque la mayoría crecimos en la filosofía de invertir, no gastar.

Quizá esa costumbre se ha perdido al paso del tiempo, pero aquí está la cepa, en estas bárbaras, sedientas y violentas tierras del norte.

Japón es chiquito en territorio pero grande en logros

  • Japón tiene un territorio equivalente en tamaño a Chihuahua y Aguascalientes juntos.
  • En ese país viven 127 millones de personas, en una tierra sin recursos naturales. No tiene una sola gota de petróleo en su subsuelo. México le vende -y muy bien cobrados- 3 millones de barriles diarios de crudo.
  • Los japoneses son los más longevos del planeta.
  • Japón tiene los índices más bajos de criminalidad y uno de los más altos en ahorro per cápita.

¿Por qué a pesar de tantas carencias es una potencia mundial?

Porque allá se cuenta con una educación formativa en valores.

Porque allá se vive una revolución interna en cada uno de sus habitantes.

Porque después de la devastación que sufrió en la II Guerra Mundial, reforzó sus valores de unidad y de los escombros se levantaron para ser una gran potencia mundial.

¿Por qué a la entrada y salida de cualquier estación del metro hay bicicletas, motocicletas y paraguas?

Porque la gente al salir toma uno de ellos para trasladarse hasta su casa y para protegerse de la lluvia. Y al otro día, los regresa al lugar donde estaban.

Hace eso porque...

... si no son suyos, son de alguien más

El actual gobierno mexicano  prometió al llegar que no desataría una guerra contra los criminales.

Cinco años después seguimos igual o peor porque la causa raíz del problema de la criminalidad es muy simple: si no es tuyo, es de alguien más, incluso la vida.

En México se presume incluso de los brutales gastos en seguridad nacional.

El gobierno y la gente gasta mucho dinero -no lo invierte- en su seguridad.

Por una sencilla razón: no se educa en el principio de que si no es tuyo, es de alguien más.

Las raíces de la maldad, del crimen, del delito, están en una educación basada en valores, no en ideologías (¿Ya le¿yeron los nuevos libros de texto?)

Quien cumple con sus obligaciones y da más de lo que debe, vive en un paraíso.

El que solo pide o exige, convierte su mundo en un infierno.

Siempre que estés en posición de dar, hazlo. Te vas a sentir orgulloso de hacerlo

Si hacemos esto, haremos de México un país envidiable y codiciado por todos.

Tenemos un México de playas, de desiertos, de tierras altas.

Tenemos una gastronomía rica en colores y sabores.

Para hacerlo crecer necesitamos ser extraordinarios y no vivir en forma ordinaria.

Si los empresarios japoneses son tan grandes no fue porque heredaron fortunas ni porque se ganaron la lotería.

En las empresas, casi todas las tardes se realizan reuniones entre los dueños, los jefes y el personal.

Son reuniones para mejorar pero se les llaman “de enamoramiento”.

Cuando los empresarios firman el acta constitutiva de sus negocios, la ven como un acta de matrimonio.

Los contratos colectivos de trabajo de los sindicatos con los patrones son como los contratos que se dan entre dos que se aman y se quieren casar.

Así como los cónyuges que se casan sin pensar en el divorcio, los sindicatos firman los contratos colectivos de trabajo sin pensar en huelgas.

La vida de una empresa se parece a la del humano

El embarazo consiste en el equipamiento, el diseño de la operación.

Cuando la empresa arranca, cuando se corta el listón, es como el nacimiento de un bebé.

Los primeros tres años hay que trabajar muy duro, 24 horas al día o más, para que ese bebito que es la nueva empresa, crezca sano.

Al 4o año entra al kínder y comienza a aprender.

A partir del 4o año, en las empresas hay mucha capacitación, cursos, viajes, construcción de relaciones, nuevas tecnologías.

Hasta los 20 años de vida de una empresa japonesa, todo es pura inversión.

El pescado se pudre por la cabeza, nunca por la cola

Los fundadores no sacan un peso del negocio.

Y mientras ¿de qué viven los dueños y sus socios?

De la “regla moral 1 al 7″, que consiste en que si el empleado de menor jerarquía gana $1,000, los dueños no pueden ganar más que $7,000.

Es que, los pescados comienzan a pudrirse por la cabeza, nunca por la cola.

Los dueños de las empresas japonesas hacen pipí y popó en los mismos baños del personal.

¿Y en México?

Pobre, le quitaron su baño y llora que llora por los rincones

Conozco a un funcionario del gobierno de Samuel García que cuando llegó un nuevo secretario, le quitaron su oficina con baño y ahora anda llora que llora por los rincones porque tiene que ir al del “infeliciaje”, como él le llama al personal.

Pobre infeliz, que dependía de un baño para sustentar su bienestar.

En México, los altos chipocludos de las empresas tienen baño privado y estacionamiento techado.

En cambio, los baños del personal son un cochinero.

Si el personal llega un minuto tarde, porque lo dejó tirado el camión urbano, lo regresan a su casa sin goce de sueldo.

En cambio los jefes, pueden llegar horas tarde y siempre van a tener esperando un techo para sus carrotes.

El personal vive a una hora o más de la chamba. ¿Y el jefe? a unos cuantos minutos.

¿Así quieren despertar lealtad y amor a la camiseta de su personal?

Lo que provocan con eso es rabia, coraje y ganas de desquitarse a la primera oportunidad que se le presente.

Recordemos: el ejemplo arrastra; provoca disciplina y admiración.

Si todos corremos ¿quién va a apagar el incendio?

Cierro con esta fábula que Carlos cuenta:

Había un bosque donde vivían muy felices los animalitos.

Un día se desató un incendio y todos corrieron para ponerse a salvo.

Todos, menos un gorrión, que volaba una y otra vez al río y con sus alas soltaba unas cuantas gotas de agua para apagar el incendio.

Un elefante le dijo: ¡corre, corre por tu vida, te vas a quemar!

Pero el gorrión no le hizo caso porque en ese bosque había pasado los mejores momentos de su vida y quería ayudarlo, apagando con sus gotitas de agua el incendio.

Dios observó eso y como premio, desató un tormentón que apagó el incendio en unos cuantos minutos.

México es el bosque y a lo mejor se está incendiando en lo económico, en lo político y en lo social.

Pero si todos corremos ¿quién va a apagar el incendio?

Cajón de sastre:

“Qué enorme lección. Lo digo por aquellos que desde sus enormes riquezas se resguardan en sus casotas y apenas ven las primeras flamas del incendio, se van en sus aviones con toda su parentela a lugares más seguros, a donde mandan por delante sus dineros. También lo digo por los empresarios que no quieren participar en política, que no ayudan a los que se parten la madre por la democracia de este País, porque sus ´santidades´ no se quieren quemar”, detona la irreverente de mi Gaby.