No hace mucho, usuarios de diferentes líneas aéreas se quejaron por las políticas acerca del equipaje de mano, poniendo quejas ante la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco). Quien más destacó en ese rubro fue nada más que Enrique Beltranena, director de la aerolínea Volaris; y esos reflectores hoy nos permiten preguntarnos ¿quién es Beltranena?
El director de Volaris nació en Guatemala en 1962, estudió en la Universidad Rafael Landívar de Guatemala la Licenciatura de Contabilidad Pública e hizo su Maestría en Administración de Negocios en la Universidad de Frankfort, Alemania.
Comienza su vida laboral en la aviación encargándose de agrupar en un solo grupo a varias aerolíneas centroamericanas, Aviateca, Sahsa, Nica, Lacsa y TACA Perú; el nombre que este conglomerado obtiene en 1990 es Grupo TACA, y una década después sería el responsable de llevar a cabo la reestructura financiera de este mismo grupo, como Director de Operaciones.
En 2006 es nombrado Director de Volaris, cargo que ostenta hasta la fecha. Cuando nace esta aerolínea -mal llamada- de “bajo costo”. Aprovecho para explicar que no es “low cost” sino un híbrido entre tradicional y bajo costera, pues al final, cuando el usuario hace la sumatoria de todos los cargos extras al costo original del boleto, el viajero termina pagando casi lo mismo que lo que hubiese pagado un vuelo por una aerolínea tradicional, por eso no es bajo costo, aunque ellos insistan en denominarse de “ultra bajo costo”.
El punto es, Volaris nace teniendo como socios fundadores Discovery Americas, propiedad de Protego asesores y Discovery Capital Management y la aerolínea de El Salvador TACA, participando cada uno con el 25% además de Corporativo Vasco de Quiroga (Grupo Televisa) y Sinca Inbursa; estos dos últimos inversionistas se retiraron en 2009.
Yo volaba como tripulación de Mexicana de Aviación; cuando coincidíamos en Estados Unidos con los tripulantes de TACA (y esto es una mera anécdota) me tocó escuchar que se refería a ellos con el sobrenombre de “atraca”. Y es que generalmente los hoteles del vecino del norte destinaban un espacio para las tripulaciones hospedadas. En estas salas ponían un refrigerador con jugo, leche, había café, fruta y pan. El mote se debía a que cuando llegaban los de “atraca” vaciaban la cocina del llamado cuarto de tripulación y no dejaban nada… incluso llevaban las bolsas destinadas por el hotel para la ropa sucia y salían de sus cuartos sin importarles si dejaban algo a los de Mexicana. No voy a mentir, los mirábamos con cierta condescendencia, ellos tenían que compartir habitación con sus compañeros de trabajo, nosotros no.
Lo sabíamos, eran tripulaciones acostumbradas a bajos salarios. Era normal que tratasen de ahorrar lo que pudieran de viáticos, no los culpo. Es un hecho, Enrique Beltranena está acostumbrado a ese modelo de negocio. Es por ello que en pleno pleito con la Profeco por el tema del cobro del equipaje de mano, nos haya regalado “una joya” desde su perfil de Twitter:
Cuando vas al cine, pagas tu boleto para la función. Si se te antojan palomitas, refresco o dulces, lo compras aparte. Si solo quieres ver la película, únicamente pagas por eso y sabes que lo demás no está incluido. Lo mismo pasa con las tarifas de #Volaris, tú decides qué pagar.”
Enrique Baltranena
Esta comparación, además de irrisoria, me parece ofensiva pues una aerolínea no es lo mismo que un cine, no se puede comparar en lo absoluto. Y luego tuvo a bien arremeter una vez más,
“Más de la mitad de nuestros pasajeros viaja sin maleta. Si nos piden agregar equipaje al boleto de avión, no significa que cobraremos una tarifa barata que lo incluya, sino que ahora todos van a pagar una tarifa más alta siempre, lleven o no maleta de mano o documentada.”
Enrique Baltranena
La Suprema Corte de Justicia de la Nación emitió un criterio que determina que el “equipaje de mano” se constituye como un elemento inherente al servicio de transporte aéreo, pues se parte de la consideración de que el pasajero requiere de ciertas pertenencias mínimas en su lugar de destino. Y esto lo debería de saber el buen Kike, pero como es de Guatemala poco le importa respetar las leyes mexicanas. Pero ¿cómo reaccionó la Profeco a esta respuesta?
“Para la Procuraduría la decisión de transportar equipaje documentado recae en el pasajero, mientras que el transporte de equipaje de mano es inherente al servicio de transporte aéreo y le da su razón de ser.”
Profeco
Con este comunicado deja claro que en caso de que Volaris insista en cobrar el equipaje de mano se clasificará como una práctica abusiva.
Pero quienes conocemos el medio aeronáutico no nos extraña para nada la posición del director de Volaris, empresa que tiene un sinfín de demandas de varios tipos, incluyendo la discriminación a los portadores del VIH -vivos o muertos- pues ya alguna vez negaron el traslado de un cadáver porque en vida había tenido VIH. También por hacer exámenes de embarazo y VIH a los a los aspirantes a trabajar en la empresa, y no solo eso, sino divulgar su estado de salud.
Las leyes en el Estado Mexicano son muy claras, y se deben de acatar, nos gusten o no; el tema del equipaje de mano es uno de ellos. Sin embargo, con el afán de tener más ganancias, las configuraciones de sus equipos, generalmente hechos para no más de 150 pasajeros a bordo, Volaris los modifica llevando al límite la cantidad de filas de asientos que se pueden colocar. Esa es la razón por la que no permite “equipaje de mano”.
Una explicación más detallada: generalmente la configuración de sus aviones, ronda los 175 asientos. Esto hace que los kits, sombrereras también conocidos como “compartimentos superiores”, no sean los “suficientes”. Imaginen que todos los pasajeros lleven “equipaje de mano”. Tenemos filas de más en el avión y a eso hay que añadir que a bordo de los compartimentos debe ir equipo de emergencia de la aeronave, que ocupa espacio tanto en la parte delantera de la cabina como en la trasera. Esto reduce aún más el espacio disponible para “el equipaje de mano”. Pero ahí no acaba el cuento, hay que contemplar la existencia de las ventanillas de emergencia, que por ley y por seguridad, no se pueden colocar absolutamente nada en el piso, lo cual, una vez más, restringe el espacio en los compartimentos.
Todas las mencionadas son las verdaderas razones por las que es un pleito el tema del equipaje de mano, sobre todo en las líneas aéreas autodenominadas de bajo costo. Como dijimos, tienen más asientos de los que el fabricante colocó y por ende, falta espacio para guardar equipaje. Incluso, los galleys (las cocinas del avión), no van equipados completos, sino van a la mitad. ¿Han notado equipos con y menos sanitarios que en un equipo normal? Con tal de tener más asientos para meter más pasajeros, modifican los equipos.
Al final todo se puede resumir en pocas palabras: por la ambición de tener más ganancias, si en lugar de meter 150 almas, meto 175, van 25 boletos más; y si hay equipaje de mano, pues se cobra como extra y el negocio del falso bajo costo sale redondo.
Por eso dice un dicho, “lo barato, sale caro”.