Se acerca el día definitivo, el examen final de todos los esfuerzos realizados últimamente y tras el llamado presidencial para consolidar el “Plan C”, que consiste en votar en todas las boletas por Morena, existe una alternativa que resuena entre los fundadores de Morena así como entre analistas y periodistas que lejos de la afinidad, piensan en la democracia activa: votar cruzado.

Los fundadores de Morena en Oaxaca

Vivimos en una de los momentos más politizados para México. Despejes de que hace una semana, la candidata presidencial Claudia Sheinbaum tuviese que posponer eventos en Oaxaca por la presencia se la CNTE y manifestantes en el centro de la capital, algunos fundadores de Morena en aquella entidad hicieron declaraciones tajantes: Acompañan a Claudia y votarán por ella, pero los demás cargos los votaran cruzado en castigo a la dirigencia nacional de Morena que, acusan, dio candidaturas y espacios al ex priista Alejandro Murat así sólo a su equipo. Acusan que en Oaxaca, no pueden votar por sus represores y menos, aceptar la imposición de quienes juraron valorarles y no desplazarlos por mantener a la clase política de siempre.

Sin que se haya realizado campaña por el voto dividido, la tendencia en varias entidades es similar. No hay duda en que se votará masivamente por Claudia Sheinbaum. La duda será quienes podrán acaparar los votos para llegar al legislativo, así como las gubernaturas.

Una presidenta con democracia sana

El dilema entre pluralidad y gobernabilidad: si el voto cruzado prevalece, la presidenta Sheinbaum tendría que negociar con un congreso plural en el que requeriría consensos al menos para las reformas constitucionales más trascendentales que se quedaron pendientes, la reforma judicial, la reforma política sobre plurinominales y presupuesto a partidos así como las reformas sobre organismos autónomos. En teoría, una mayoría avasalladora podría dar a Sheinbaum los votos suficientes para lograr gobernabilidad.

SIN EMBARGO, aquello que le urge a este país es equilibrio.

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Votar cruzado implicará, primero, que el voto fue reflexionado. Es decir, que el ciudadano hizo un esfuerzo valorativo cargo por cargo, para expresar preferencia o rechazo y castigo.

Votar cruzado también implicará que no hay voto ciego ni actitud pasiva, que fieles al espíritu crítico y revolucionario, quienes salen a votar eligen quienes les van a representar, aún cuando el partido más grande haya insistido en votar de cierta manera, si es que ese partido postula a aquellos que juró dejar fuera de la vida pública ¿por qué les tendríamos que votar?

Votar cruzado será una gran manera de brindar legitimidad a la presidenta Claudia Sheinbaum en cada reforma y acto trascendental. Durante este sexenio, la máquina aplastante de votos obedientes que residió en el Congreso de la Unión hizo que gran cantidad de reformas y leyes terminaran invalidadas por la Suprema Corte de Justicia de la Nación. No fue porque la Corte sea “adversaria y neoliberal”, sino porque no cumplieron con lo mínimo del procedimiento legislativo, sin debate, sin aseo ni legalidad.

Un Congreso plural podría garantizar que aquello aprobado, logró alcanzar la luz por su legitimidad y convicción. Incluso un legislativo con mayor pluralidad hará que a los proyectos de ley presidenciales se les pueda mover una coma sin preocupación. Mantendría y reviviría el espíritu democrático y constitucional. Haría que la Cámara de Diputados y Senadores recobraran su papel en el escenario institucional, que durante este sexenio se conformó con ser casi Oficialía de Partes de la presidencia.

Votar cruzado también abre la puerta a las agendas diversas y a profesionalizar a esos poderes en los que ciertas familias se mantienen, llegando a través de partidos diferentes.

Votar cruzado es sinónimo de saña democracia pues aquellos que por algún mecanismo tendrán que enviar pruebas de su voto, votar cruzado será también un acto de libertad y desafío.