En las leyendas sajonas, ha escrito Joshua J. Mark —cofundador y director de contenido de World History Encyclopedia— el Irminsul era una gran columna que “conectaba el inframundo con la tierra y hasta el cielo”.

Antes de continuar me parece que son necesarias algunas definiciones:

  • Como bien sabemos, el cielo es el paraíso, es decir, el lugar en el que, dice el Diccionario de la lengua española, “los bienaventurados gozan de la presencia de Dios”. No puedo evitar comentar, con molestia, que la RAE debería incluir a las bienaventuradas: solo el machismo justifica excluirlas.
  • En la tierra habitamos todas las personas, tanto quienes serán bienaventuradas en el cielo como quienes debido al pecado de la incredulidad no lo seremos y, por lo tanto, ya se nos ha condenado a sufrir penas eternas.
  • Los incrédulos —las incrédulas también— iremos al inframundo, que es el sitio donde después de la muerte son torturadas eternamente las almas de quienes hemos cometido el pecado del ateísmo y caído en algunas otras faltas que merecen la misma condena. Lo curioso es que inframundos hay varios. Uno griego, por ejemplo, habitado por seres no humanos, dioses, diosas y hasta criaturas monstruosas, como el juez de los muertos Radamantis y el vendedor de artículos de lujo, ¡carísimos!, Hermes, ahora con domicilio fiscal en Francia, supongo. Pero también hay un inframundo maya, ubicado en algún cenote y en el que residen divinidades diabólicas como Hun-Camé.

Pero no nos compliquemos, en términos electorales digamos que:

  • El inframundo es la política, que al mismo tiempo representa la mayor amenaza a la sana convivencia social y, ni hablar, la única posibilidad de superar sin violencia los problemas.
  • La tierra es el lugar que habita la gente común y corriente que solo aspira a un mínimo de felicidad, ni siquiera a toda la felicidad.
  • Y el cielo algo así como un ideal a alcanzar. Lo llamaré la democracia.

¿Existe en México un Irminsul, esto es, una gran columna que conecte a la política con la gente y con el ideal democrático? Sin duda existe: es el voto.

A votar, pues, todos y todas con la esperanza de que las cosas mejoren. ¿Alguien tiene algo más valioso que hacer este domingo 2 de junio de 2024?

Las columnas más leídas de hoy

Escribo a las cinco de la mañana de México, donde no han abierto las casillas de votaciones. Pero desde hace horas mexicanos y mexicanas ya hacen fila en dos países europeos, España y Francia —días antes más compatriotas votaron en el extranjero y lo mismo ocurrió en cárceles de nuestra nación—.

He recibido videos desde Madrid y la fila es larguísima. Motiva tanta gente pacífica y pacientemente formada para ejercer el derecho a votar. Lástima que solo haya 1 mil 500 boletas para más de 5 mil personas que quieren votar. Habrá que perfeccionar el sufragio fuera de la nación. Pero destaquemos lo positivo: la gran participación.

Que así sea en todos los rincones de la patria mexicana y que elijamos a la mejor mujer para ser presidenta, la más inteligente, la mentalmente más estructurada, la más preparada, la más experimentada, la más honesta.

El diario Reforma habla de que elegiremos entre “seguir o virar”. Es verdad. Así las cosas, quienes deseen llevar a nuestra nación en otra dirección, que voten en tal sentido. Y quienes deseen que el actual proyecto de gobierno se consolide, que ese sea su voto.