Amanezco el día de hoy (ayer, para ustedes) con esta noticia y no dejo de seguir asombrada. La polémica decisión que tomó el país galo de eliminar los vuelos de corto alcance nos tomó por sorpresa a todos en la industria aeronáutica. Esto fue en mayo de este año, y jamás creímos que otro país adoptase dicha medida.
En aras de combatir el cambio climático, a finales del mes de mayo Francia aprobó su “Ley del Clima”. La verdad es que el texto legal ya había sido aprobado en agosto de 2021 por sus legisladores, pero luego fue frenada por la “Asociación Francesa de Aeropuertos” en agosto del 2021. Esta ley prohíbe todos los vuelos cortos dentro del territorio francés, pues estas rutas de avión -de corto alcance- pueden realizarse perfectamente en tren, en lapsos de dos horas y media o menos.
Aclararon que esta medida no afectaría a los vuelos que hacen conexión. Pero muchos especialistas dentro de la aviación comercial, entre ellos la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA por sus siglas en inglés), precisaron su inconformidad ya que los aeropuertos más afectados serían los aeropuertos de París (Charles De Gaulle, Orly y Beauvais), también los de Lyon, Nantes y Burdeos, así como el de Rennes y Marsella.
El argumento de la legislación francesa es combatir la emisión de los gases de efecto invernadero lanzados a la atmósfera por la aviación. Pero hay que decirlo, a nivel mundial la industria aérea contribuye con 2.5% de dichos gases. Esta es una de las razones por las cuales la IATA -entre otros actores- no vieron con buenos ojos ese acuerdo, pues frena el crecimiento de la aviación, dejando a los aeropuertos subutilizados.
En aquellos días de mayo, los medios de comunicación españoles descartaban de tajo que el país del jamón y la butifarra fuera a copiar las medidas implementadas por Francia, su país vecino.
Pero hoy nos enteramos, tal y como lo cabecea el periódico El País que “PSOE y Sumar apuestan por reducir vuelos nacionales, aunque sin concretar las rutas afectadas”. Los responsables son el secretario general del PSOE y presidente del gobierno español Pedro Sánchez, y su vicepresidente en funciones Yolanda Díaz. A las 13:00 horas del 24 de octubre (hora de España) firmaron este acuerdo, siguiendo los pasos de Francia, y declararon a medios en aquellas latitudes lo siguiente:
“España necesita una revolución verde. Queremos ser una potencia en renovables. No hay planeta B. El medio ambiente es el futuro de la economía. Vamos a anticipar a 2030 las reducciones de CO2 y mantendremos las bonificaciones al transporte público. El tren está llamado a ser el transporte del siglo XXI y vamos a acabar con los vuelos de duraciones inferiores a dos horas y media cuando haya alternativa de tren”
Yolanda Díaz
Contemplan eliminar 11 rutas de corto alcance, con miras a lograr ahorros de entre un 30% a un 40% de emisiones de CO2 a la atmósfera. Una plataforma ecologista realizó un estudio precisamente sobre el recortar los vuelos cortos y en cambio utilizar como opción de traslado los trenes de pasajeros.
En su análisis, los destinos que se realizarían en tren son los que conectan con la capital española, Madrid, como la ciudad de Alicante, Barcelona, Málaga, Pamplona, Valencia y Santiago de Compostela, pero también los vuelos que hoy se hacen entre el aeropuerto de Barcelona y el de Valencia.
Comparando tiempos, entre lo que implica trasladarse en avión y en tren, usaré este ejemplo: quiero ir a Madrid saliendo de Barcelona; si lo hago en avión tomaría 1 hora con 20 minutos. Ese mismo trayecto en tren nos tomaría alrededor de 2 horas con 30 minutos, en promedio, ya que podemos encontrar por ejemplo el AVE, que sale de Madrid (en la Puerta de Atocha) con hora de salida a las 14:30 horas, y la duración del viaje a Barcelona Sants es de 2 horas con 50 minutos; y la salida de las 15:30 es aún más larga, con 3 horas y 12 minutos de itinerario.
Para España la cosa pinta complicada, ya que la mayoría de los vuelos que serían cancelados, en los hechos no demoran dos horas y media en llegar a su destino, sino que les puede tomar hasta un máximo de cuatro horas. Eso sí, la ventaja es que hay mucho más frecuencias por tren que en el caso de las rutas aéreas; prácticamente cada media hora sale un tren.
En la columna de ayer, precisamente, mencioné que, a raíz de la salida de Transportes Aeromar, el mercado regional se ha visto -por decirlo de una manera suave- “levemente abandonado”. Sí, en Europa le están apostando a la industria ferroviaria como el método más limpio de viajar “El tren está llamado a ser el transporte del siglo XXI”, y la pregunta es: ¿en nuestro país, tendríamos que mirar hacia los ferrocarriles como opción?
Recordemos que una de las grandes ventajas que ofrece la industria aeronáutica es recorrer distancias en menor tiempo; por ejemplo, se puede ir y venir de la Ciudad de México a Monterrey en 3 horas de vuelo, esto es 1 hora con 45 minutos en un tramo. Como esa ruta aquí en México no se puede hacer en tren, en camión se requiere, tan solo para ir de la Ciudad de México a Monterrey, poco más de 12 horas.
Pero la noticia anunciada por el gobierno español no ha sido precisamente “bien acogida”; el CEO de Global Mobility Call, Fernando Candela, de acuerdo con el medio Preferente, dijo:
“Preferirán viajar a través de París, Londres o Frankfurt”, ha avisado., por ello, ha insistido en que habría que apostar por una “intermodalidad real y eficiente”, a través de los servicios ferroviarios. Así, considera imprescindible que “se pongan los recursos necesarios y que se aprovechen los fondos europeos” para que “todas las líneas de alta velocidad conecten con la Terminal 4 de Barajas.”
En otras palabras, sube el tema a la mesa de debate en el sentido que debe pensarse muy bien la implementación de este tipo de medidas, para que no “salga más perjudicial el remedio que la enfermedad”.
Yo desde aquí le doy la bienvenida al debate, con ideas y argumentos. Aunque debe ser un tema global, acorde a acuerdos internacionales, y jamás podrá ser aislado, la realidad es que cada país tiene circunstancias y características diferentes, y difícilmente (léase “nunca”) esas particularidades se podrán homologar.
Sin embargo, nadie puede negar los beneficios de trazarse una meta como la de “cero emisiones de CO2″ para el año 2030. Hoy, el tema está siendo discutido en todo el mundo, y nosotros como país debemos estar muy atentos.
Obviamente le estaremos dando seguimiento, porque no solamente la gente que es experta en aviación, sino que los propios usuarios, deben involucrarse en el tema. Ya lo están haciendo, tan solo hay que asomarse a revisar los comentarios vertidos en redes sociales.