La virtual candidatura de Xóchitl Gálvez a la presidencia de México por parte de la alianza putrefacta entre el PRI, PAN y PRD, “liderada” (es un decir) por Claudio X. González Jr. se hunde por sí misma.
A sus constantes y malsonantes exabruptos racistas y clasistas, se suman las constantes mentiras que distinguen su particular manera de hacer politiquería.
Por ejemplo, Xóchitl ha inventado constantemente datos sobre su pasado, señalando primero ser “mujer blanca” y luego “indígena”, aunque no habla ninguna lengua nativa de nuestro territorio, ni se adscribe a ninguna etnia.
En el caso de su formación, señaló haber vivido en la pobreza, sufrir para ir a la escuela y haber tenido un padre alcohólico. Está comprobado que vive en una de las casas más grandes y lujosas de su población, que iba a la escuela a unas cuantas cuadras de la misma y en otras ocasiones señaló haber tenido buena relación con su progenitor.
Ahora, en sus propias palabras, la todavía senadora la “pendejeó” haciendo varios plagios en el trabajo con el cual comprobó su experiencia laboral para titularse cómo ingeniera. En vista de la dureza con la que la derecha trató a una magistrada que recientemente se vio envuelta en un escándalo similar, lo mínimo que se debería pedir es la renuncia de Gálvez Ruiz a la candidatura.
Esta nueva mentira de Gálvez deja abiertas muchas interrogantes. ¿Cómo una persona capaz de plagiar al Diario Oficial de la Federación puede ser capaz de gobernar un país? ¿Por qué la derecha elige a estos personajes mentirosos, limitados e ineptos para representarlos? (Pregunta retórica, la respuesta es: porque son fácilmente manipulables) ¿Seguirán intentando defender su candidatura a toda costa, pese al enorme desgaste?
No se puede mentir tanto, ni de manera tan burda, cómo la señora Bertha Xóchitl Gálvez sin consecuencias.