El día de ayer, Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz, fue acreditada como coordinadora nacional del Frente Amplio por México.
Si bien lo anterior podría entenderse como un eufemismo, pues fácticamente se trata en realidad de la unción de la hidalguense como la próxima candidata de oposición a la presidencia de México; sin embargo, si se apela al término, en éste anidan mucho de los compromisos que se adquirieron en el acto. Por consiguiente, a partir de hoy, Xóchitl deberá entender esta postulación como la tarea de organizar y coordinar a las oposiciones para hacer frente al oficialismo en junio de 2024.
Digo oposiciones porque la de Xóchitl ha de ser una candidatura que trascienda a los linderos de los partidos políticos; que rompa paradigmas en lo que a campañas políticas se refiere. Es ahí donde se materializa el anclaje interno a la nomenclatura del Frente Amplio por México. En esa amplitud debe haber cabida para la inmensa pluralidad de nuestra ciudadanía.
Lo primero que tendrá que hacer Xóchitl Gálvez es mantener encendida la ilusión que ha despertado en los opositores al régimen. Con cada discurso, cada abrazo, cada sonrisa, cada mensaje, debe atizar esa esperanza. Esperemos que se desprenda de protagonismos partidistas, ya que éstos envilecieron su imagen con la decisión de concluir prematuramente el proceso de designación de la nominación a la candidatura presidencial.
A partir de hoy, a las oposiciones les toca redimirse con la ciudadanía que se quedó con el anhelo truncado de una demonstración democrática en la consulta que no se realizó.
Luego vendrán momentos de capitalizar la desilusión. A la primera oposición que se le deberá extender invitación es a los simpatizantes de Movimiento Ciudadano con vocación democrática y entendimiento de la figura del gobierno de coalición. A los emecistas desilusionados del actuar ególatra y terco propietario del partido político en el que militan. No deben ser pocos. Son más de la mitad, tomando en consideración el respaldo que ha cobijado al gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, cuando tomó la decisión de romper con Dante Delgado.
Para persuadir a los electores antes referidos, Xóchitl tiene las bases ideológicas del perredismo. Para ellos la agenda progresista y nacional revolucionaria. Pero transmitida desde un enfoque actualizado, liberal y reformista.
Otra de las oposiciones que será imprescindible sumar para lograr una candidatura competitiva son las que se generen como consecuencia del colofón del proceso de elección de candidata o candidato presidencial del oficialismo. Y las otras que se han venido gestando entre los oficialistas a raíz del desencantamiento sistemático, fruto de las buenas intenciones presidenciales que jamás devinieron resultados.
Esto quiere decir que Gálvez Ruiz deberá sostener lo que como legisladora apoyó: los nuevos programas sociales, elevados a rango constitucional, como herramienta fundamental para la reivindicación social y de bienestar de los millones de desposeídos y pobres en el país. En esta arteria de su discurso tendrá una gran fortaleza, pues estará utilizando el mismo lenguaje del oficialismo. Con la diferencia en que en voz de Xóchitl deberá sonar a propuestas paradigmáticas de la izquierda y no a populismo mesiánico.
Porque para vencer al oficialismo se necesitará de millones de otrora entusiastas del lopezobradorismo. A ellos se les debe convencer con la promesa de mantener esquemas insignias del obradorato, resaltando en ellos las oportunidades de perfectibilidad que existen, derivado de la incompetencia sistemática de quienes los pusieron en marcha durante la actual administración.
Y es que el FAM debe ser eso: el reflejo de un electorado amplio y diverso, que se ofrezca a nuestro sistema democrático como el remedio para la polarización, el autoritarismo, la demagogia y el culto a la personalidad.
El FAM ya no puede quedarse anclado en la visión anacrónica de la brújula ideológica o de la dicotomía arcaica entre liberales y conservadores. México es un país plural y esa pluralidad debe verse manifestada en sus gobiernos.
Si Xóchitl Gálvez se impone al patriarcado partidista y logra sumar, esperanzando a los desesperanzados y devolviéndoles la ilusión a quienes la perdieron, podrá competir el próximo junio de 2024. Mas para ello, sus simpatizantes tendrán que ser tolerantes, activistas, entusiastas y optimistas.
Solamente así se le podría acercar a la candidatura oficial. Con una campaña policromática, sostenida en mexicanas y mexicanos de todas las ideologías, clases sociales, preferencias sexuales, credos, equipos de fútbol, todo; mexicanas y mexicanos ávidos por reconciliarse y aprender a disentir sin odio.