En el contexto de la guerra de Ucrania, un puñado de legisladores de Morena y del Partido del Trabajo organizaron el pasado miércoles el “Grupo de Amistad México-Rusia” en un dizque ejercicio de diplomacia parlamentaria con el propósito de expresar su apoyo a ese país, en una clara muestra de desdén hacia Ucrania y hacia el derecho internacional. Ello ocurrió justo en el momento de la escalada de tensiones, y en la posible antesala de la utilización de armas químicas contra la población ucraniana.
Encabezados por Alberto Anaya, y con el respaldo evidente de Viktor Koronelli, embajador de Rusia en México, Gerardo Fernández Noroña y otros respaldaron implícitamente la agresión rusa, bajo el argumento de que la ofensiva en Ucrania responde a un acto de defensa del Kremlin contra el “genocida” presidente Volodimir Zelensky.
Según anunciaron, buscan “fomentar la cooperación y el intercambio de información entre los legisladores para atender las necesidades compartidas por ambas naciones”
¿Que pretenden los legisladores de “izquierda” con semejante acto de desafío a Estados Unidos y contra toda la comunidad internacional que ha denunciado abiertamente la agresión perpetrada por Vladimir Putin? Sencillo: alimentar la narrativa populista con el propósito de azuzar a sus bases electorales con el cantado discurso contra el imperialismo estadounidense.
Uno hubiese esperado, en este tenor, que el presidente AMLO, condenara al grupo y sostuviese la postura de México contra la agresión rusa. Sin embargo, no lo hizo.
Por tanto, AMLO, nuevamente, ante su silencio, y aunado a su decisión de no establecer sanciones contra intereses rusos en México, ha dado la espalda a la comunidad internacional, atrayendo el malestar y la condena del gobierno estadounidense. Así fue expresado el mismo día por el embajador Ken Salazar, quien reiteró el compromiso de Washington de apoyar a Kiev en su lucha contra el invasor.
En suma, los legisladores de Morena y del PT han dado cuenta nuevamente del desdén hacia Ucrania, hacia el derecho internacional y hacia de la diplomacia. AMLO, por su cuenta, ha recordado al mundo que para él más vale su popularidad, la exaltación de sus “valores” que la posición de México en el mundo.