Guste o no su estilo, nos caiga como nos caiga, Ciro Gómez Leyva merece un reconocimiento. No dejó de denunciar la escasez de medicinas y eso ha llevado al presidente a, al menos, aceptar el hecho. Eso significó una piedrita en el zapato y quizá explica el desdén que muestra AMLO hacia el trabajo del periodista y el poco reconocimiento que ha hecho del trabajo honesto y comprometido de Gómez Leyva

“Más vale tarde que nunca”

Dicho

¡Vaya! Por fin, López Obrador aceptó que el desabasto de medicamentos existe. El miércoles reprendió al secretario de Salud por lo mismo. Tronó con un “ya no hay excusa” (luego de que él lleva más de dos años poniéndolas) y, luego, sin haber pasado ni siquiera 24 horas dijo en la mañanera que él confía en Salud y que ha hecho un magnífico trabajo en todos los aspectos.

Esto es, después de su exigencia a Jorge Alcocer y a Juan Ferrer, director del INSABI, de subsanar el desabasto de medicamentos, López Obrador reaccionó dejándose llevar por la pasión y respaldó al funcionario.

Pero más allá si quiere hablares de una u otra forma, la rectificación vino tarde y miles de enfermos han muerto.

En retrospectiva, hoy queda absolutamente claro: la gravedad de los problemas relativos al abasto de medicinas fueron causados en su mayoría por la misma 4T; buscaron nuevos proveedores, fabricantes, en lugar de no parar —e incluso ponerse a mejorar— el flujo de toda la medicina mientras se probaba la corrupción de la que se habla. A la fecha no se ha probado nada en ese sentido.

El desabasto de medicinas ha llevado a los padres de niños con cáncer a manifestarse fuera del aeropuerto y de Palacio Nacional, a miles a manifestar la inconformidad y, lo más triste, a quienes ya no están aquí. A vidas cercenadas por la terquedad de quien debió escuchar y no quiso hacerlo y debido al pésimo trabajo de quienes tenían que acatar la ley y cumplir con su responsabilidad.

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La cantaleta de culpar a los laboratorios, a los proveedores, a los transportistas hace tiempo dejó de funcionar como pretexto. Destruir el sistema de abasto de medicinas tuvo un costo demasiado alto pagado por los enfermos y sus familiares, pero el presidente solo reaccionó hasta que los padres de familia comenzaron a manifestarse metódicamente, afectando la imagen política del primer mandatario. Se puede decir que el desabasto le estalló en la cara.

Las opiniones de la 4T al respecto han variado, desde: “el desbasto es una campaña de sabotaje en contra de nosotros” dicho (AMLO 24/5/21), pasando por el inmisericorde: “los niños con cáncer es un invento golpista de la derecha” (López/Gatell 28/6/21), hasta la de esta semana “no vamos a estar tranquilos hasta que no haya abasto suficiente, ya no hay excusa” (AMLO 10/11/21).

¿Por qué esperar tanto tiempo para querer visualizarlo? ¿Por qué se pasó de las teorías del comploj a entender el problema que se tiene encima?

Y ni siquiera estoy segura de la confiabilidad del presidente AMLO por cuanto a esto último. La forma de pedir que se acabe con el desabasto es más parecido a lo que se le exige al INE: realicen sus actividades pero sin el presupuesto necesario para hacerlo.

Lo que hizo realmente fue trasladar la culpar al Dr. Jorge Alcocer y a Juan Ferrer de un problema mortal que fue creado y agrandado por su culpa.(Por supuesto que el desabasto existía antes de la actual administración pública, pero ciertamente no en los volúmenes que hoy se tienen).

Pretender que no se sabía de la magnitud del mismo es una falsedad más, dadas las frases antes señaladas. Se sabía que existía el desabasto y no se hizo nada.

Tal vez hoy la realidad ha sobrepasado la mentira, o con la sensibilidad política que tiene López Obrador sabe que hoy debe alejarse de esta pésima decisión. Y la mejor forma de lograrlo con rapidez es culpar a dos personas y ahora exigirles resultados.

Así que antes de que celebremos que —por fin— AMLO entendió que se sufre de desabasto, es necesario que las acciones gubernamentales respalden esa declaración del primer mandatario.

También es urgente que termine con las acusaciones en contra de los laboratorios mexicanos, la comercialización y se logre que el abasto se trate de un trabajo en equipo.

Espero todo esto no sea una nueva forma de introducir la noción —o peor, la decisión— de que el ejército y la Sedena absorba también estas funciones. De ser así, únicamente quedará el dicho de López Obrador como simple amarillismo, mientras en el corto plazo, Alcocer es despedido y la crisis sigue sin resolverse.

Verónica Malo el Twitter: @maloguzmanvero