Si no hay una división profunda, y Morena es capaz de amalgamar la unidad en vísperas de las elecciones del 2024, la oposición está técnicamente noqueada no solo porque se encumbra en una narrativa de muy bajo nivel político, sino porque está agazapada ante la falta de liderazgos para competir. Y con muestras de muy pobre argumentación y elocuencia, la alianza Va por México le sigue apostando a la descalificación para construir una estructura que le permita luchar en los próximos ejercicios de participación ciudadana.

Actualmente, personajes como Lilly Téllez no dan el ancho como para pensar que pueden convertirse en la figura que acapare las miradas de la oposición, y de aquellos sectores sociales que son apartidistas. Indudablemente, se necesita un perfil maduro y experimentado; alguien suficientemente capaz de aglutinar a todas las fuerzas del contrapeso, incluyendo a Movimiento Ciudadano.

Si la oposición sigue empeñándose en la misma narrativa, están condenados a la derrota electoral del 2024. Y para que eso no suceda, primero, el contrapeso debe mostrar un nivel más elevado de debate, sobre todo en el legislativo federal, por lo que representa esa tribuna para efectos mediáticos. No es posible que, a estas alturas, solo busquen vociferar y emitir juicios sin fundamento. A eso sube Lilly Téllez, con una sobrada posición que sólo ensalza el narcisismo, pero que, en términos políticos, pone de manifiesto su limitada capacidad para conectar con la ciudadanía.

La oposición necesita mucho más y ellos lo entienden. Ante la falta de liderazgos saben que, en este momento, están contra las cuerdas. Además de no tener un perfil de peso, prácticamente no disponen de una agenda que rompa ese clima de animadversión que las propias encuestas han confirmado. De hecho, no pueden seguir evitando el estigma de la corrupción, cosa que, a la postre, seguirá siendo un factor que les impide competir.

Lo que requieren, urgentemente, es un perfil que los represente no solo en las boletas electorales del 2024, sino que muestre capacidad en todos los sentidos. Es decir, un actor ajeno a los partidos del PRI, PAN y PRD. Si Morena no prioriza la unidad, y perpetra el dedazo que en ocasiones se asoma, el camino para el contrapeso se puede iluminar. Esta es la única alternativa que lograría abrir una ventana de aliento u oxígeno puro para mantener la vela encendida que tiene la alianza Va por México.

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Sin duda, la oposición está necesitada de un perfil que reúna las cualidades que son indispensables, con una visión amplia y completa que domine todos los temas de la agenda pública con argumentos, no con descalificación. Ese perfil ideal solo los tiene Morena en estos momentos, incluso no hay que descartar que, un actor de esas características, se pueda incorporar sí la dirigencia del partido, así como las cúpulas de poder, perpetran el dedazo a favor de una de las corcholatas preferidas de Palacio Nacional. Sería un error, ya lo hemos dicho, si desde el más alto nivel se toma una decisión unilateral de imposición.

Pasó en otros procesos dentro de Morena. De esta manera, es muy importante que tanto el partido, como el propio presidente López Obrador, garanticen piso parejo. De lo contrario, el costo político puede ser muy alto para refrendar el triunfo electoral del 2018, porque una crisis o confrontación interna, lograría provocar grietas irreparables.

En ese sentido, Morena no ha sido capaz, en muchos casos, de garantizar un proceso plural y transparente. Es decir, ha faltado a la promesa de no mentir y no traicionar. Son muy lamentables algunos casos de imposición que se han dado en varias entidades con la simulación de una encuesta. Esa premisa es la que puede influir en un futuro próximo sí no hay una democracia suficientemente clara y responsable.

Es un gran reto que enfrentará el poder y los órganos de dirección del partido que hoy gobierna el país, porque de eso dependerá, o no, que la oposición salga de terapia intensiva.

Mientras tanto, ¿dónde está la oposición?