La debacle del PRI, PAN y PRD quedó de manifiesto en las elecciones del pasado 2 de junio. Mientras el PRD ha desparecido, el PRI y PAN se han convertido en dos agrupaciones que difícilmente podrán representar una opción viable de oposición rumbo a los próximos años.

La estrategia de Claudia Sheinbaum de omitir llamar a Xóchitl Gálvez por su nombre, y de referirse a ella como la candidata del PRIAN, resultó sobremanera exitosa, en el contexto de un rechazo cuasi generalizado hacia las marcas de esos dos partidos políticos.

Como si efectivamente Morena fuese el partido que encarna la honestidad, el PRIAN es hoy las siglas que más animadversión generan entre los mexicanos ingenuamente convencidos de las bondades del partido oficial.

Por lo tanto, urge una reforma electoral. A la luz de la legislación vigente, la formación de un nuevo partido político representa un desafío casi insuperable. Los vericuetos de la ley, los requisitos exigidos plasmados en la propia normativa y en la jurisprudencia del Tribunal, hacen una tarea prácticamente imposible que una organización política obtenga el registro ante el INE, ergo competir en los comicios.

El lector seguramente recodará el intento fallido de Felipe Calderón y de su “México Libre”; decisión que los panistas celebraron alegremente pues habría representado un durísimo golpe a su viabilidad electoral.

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Es necesaria una reforma electoral pues la oposición en México, minoritaria pero cuantiosa, merece tener una voz en la vida pública; pero no una voz expresada a través del PAN y del PRI, sino mediante una organización renovada que se nutra de los mejores cuadros de los viejos partidos.

También se necesitan liderazgos; hombres y mujeres que sean capaces de llenar las plazas públicas, convocar ciudadanos, azuzar votantes, y emocionar multitudes.

Desafortunadamente no habrá reforma, al menos a lo largo de los próximos años. El dominio hegemónico de Morena en el Congreso hará imposible cualquier iniciativa de transformación que amplíe el espectro de opciones políticas para los millones de mexicanos que rechazan el lopezobradorismo, que no les gusta MC y que jamás votarían por los partidos tradicionales.