Las preguntas que surgen ante esta crisis no atendidas de inseguridad son: ¿qué está pasando con las Fuerzas Armadas, la Guardia Nacional y las policías estatales y municipales? ¿Por qué han llegado a tal grado de descomposición?

La percepción de inseguridad entre la población es cada vez mayor y no es para menos. Por ejemplo, según un registro realizado por Infobae México, 10 días antes de las elecciones de junio pasado, ya habían sido asesinados 80 políticos, es decir, de septiembre de 2020 a mayo de 2021, este medio reportó las ejecuciones de aspirantes a alcaldías, sindicaturas, regidurías y congresos locales, así como la de algunos funcionarios gubernamentales.

En 2022, se han sumado otros políticos y alcaldes, así como el índice más alto de periodistas asesinados. Decir que las ejecuciones no tienen nada que ver con el gobierno y las fuerzas de seguridad del Estado sirve de nada, menos cuando el problema es real y es precisamente el Estado quien tiene la obligación Constitucional de brindar seguridad y no lo está cumpliendo.

Todos los días nos enteramos de masacres, confrontaciones entre grupos delincuenciales, robos, secuestros, crímenes de políticos y contra periodistas, como desde la Revolución de 1910 no se veía.

Una falsa apreciación

Pero realmente ¿qué están haciendo las Fuerzas Armadas y cuál es el sentido de la militarización del país?

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En mi opinión, AMLO más que militarizar al país, lo está totalmente “descafeinando”, los relevó de su función de salvaguardar la soberanía nacional, de proteger a las instituciones de la República, incluyendo la Presidencia de la República y los alejó del combate contra las bandas del crimen organizado, uno de los mayores riesgos que amenazan al Estado mexicano.

No se puede olvidar que, en buena medida, el avance democrático de México fue gracias a las Fuerzas Armadas. Después de la reforma electoral de 1996, hubo quienes se preguntaron qué haría el Ejército si no ganaba el PRI, pues hizo lo que debió hacer, salvaguardar a las instituciones y por eso se transitó a la normalidad democrática y la alternancia, así Vicente Fox, Calderón, Peña Nieto y AMLO llegaron a la presidencia sin ningún problema.

Pero AMLO, en lugar de respetar el mandato Constitucional de las Fuerzas Armadas, los puso hacer trabajos fuera de su orden y responsabilidad, desde construir aeropuertos, refinerías, trenes y administrar empresas, hasta a escoltar vacunas (tarea que correspondería a las fuerzas de seguridad civil) y, ahora son el staff de sus “shows” mediáticos, como en las visitas a sus obras faraónicas. En el fondo, lo que AMLO quiere es que las Fuerzas Armadas defiendan a su proyecto y a él, no a las instituciones.

La Policía Federal

Además, por los propios elementos de la Policía Federal que pasaron a la Guardia Nacional, ha trascendido la descomposición y el desinterés del gobierno federal en la seguridad pública y las policías de carrera.

Cuando formaban parte de la Policía Federal contaban con entrenamiento, capacitación profesional para su trabajo, seguridad, prestaciones de ley, equipamiento adecuado y un seguro de vida congruente a los riesgos que enfrentaban.

Al pasar a la Guardia Nacional su situación cambió radicalmente, les bajaron el sueldo, les cancelaron la capacitación y el entrenamiento profesional, les quitaron los seguros que cubrían su labor de riesgo y desapareció la planeación, estrategia y prospectiva para enfrentar a la delincuencia y brindar seguridad a la población; ahora los altos mandos solo deciden al ”chilazo”.

Al quitar a las Fuerzas Armadas su función esencial y mantener a la Guardia Nacional en las condiciones en que los tienen, el crimen organizado ha ganado terreno, por eso las matanzas en Zacatecas, Veracruz, Sonora, Michoacán, Tamaulipas, Guerrero, Morelos, Sinaloa, Durango, Guanajuato, Chiapas y Quintana Roo. El crimen organizado anda totalmente suelto.

Lo peor, es cuando los ponen de “patiños” en los eventos mediáticos del presidente, una total denigración a su función y a su persona. Manteniendo el anonimato elementos de la corporación aseguraron que les dieron la orden de presentarse vestidos de civiles y portar equipaje durante la inauguración del Aeropuerto Felipe Ángeles, para simular ser viajeros en algunos de los aviones que tuvieron la orden de dar vueltas en el espacio aéreo, todo para “demostrar” la funcionalidad del capricho del Aeropuerto.

La militarización resultó una humillación para los miembros de nuestra Fuerzas Armadas, eso sí, con muchos contratos por asignación directa a los altos mandos.