Morena lleva en sus venas el ADN priista, pues como es bien sabido, la mayoría de sus miembros son antiguos militantes del PRD, y previo a ello, del Revolucionario Institucional. Sin embargo, a la luz de los más recientes acontecimientos políticos, los morenistas han dado pruebas fehacientes de reproducir las más perversas mañas priistas con una buena dosis de esteroides.
Tras la declaración de inconstitucionalidad del Plan B pronunciada por la Suprema Corte de Justicia, el presidente AMLO y sus fieles corifeos se han dado a la tarea de descalificar y denostar, por todos los medios, a los nueve miembros del máximo tribunal jurisdiccional que no se plegaron a los deseos de Su Alteza Serenísima. Han utilizado redes sociales, y no contentos con ello, han recurrido a medios del Estado como el canal 11, donde se “informó” sobre los privilegios de los que gozan los ministros de la Corte. Reprobable.
El PRI, al menos, guardaba las formas. En este contexto, el lector debe recordar que el Pacto por México, fundado en 2013 con el propósito de formar una alianza parlamentaria que promoviese una reforma constitucional y leyes secundarias, contó con el apoyo del PAN y del PRD. En otras palabras, el equipo negociador de Enrique Peña Nieto, a diferencia de Morena, fue capaz de articular una estrategia para sacar adelante reformas en el Congreso. Y así lo hizo.
Morena, por el contrario, reproduciendo lo peor del PRI de antaño, buscó atropellar a la minoría en el Congreso con artimañas autoritarias que conducirían eventualmente a la declaración de inconstitucionalidad por parte de la Corte. En adición, bien habría que recordar a las huestes de AMLO que Morena no cuenta, ni ha contado, con una mayoría calificada. Sin embargo, Mario Delgado y sus operadores en el Congreso, mediante una maquiavélica estratagema antidemocrática, motivaron a los legisladores de oposición para que abandonaran las filas de su partido y se uniesen al partido oficial.
En suma, Morena es peor que el PRI en términos del respeto a la ley y de la legitimidad democrática por las siguientes razones: el PRI conservó las formas y respetó el derecho parlamentario, no utilizó los medios del Estado – como el canal 11 y la Secretaría de Cultura- para denostar y ridiculizar a sus opositores, buscó consensos en el Congreso para alcanzar reformas constitucionales, y no encabezó una campaña dirigida a desmantelar el orden democrático y socavar el poder de las instituciones del Estado. Morena es peor que el PRI. El que no quiera ver... que no vea.