“No intentes entender a México desde la razón, tendrás más suerte desde lo absurdo, México es el país más surrealista del mundo”.
André Breton
“De ninguna manera volveré a México. No soporto estar en un país más surrealista que mis pinturas”.
Salvador Dalí
“This year I’m lovin’ someone who deserves me. Me”.
Orange is the New Black, Netflix
Las elecciones del pasado domingo dejaron establecido que Morena es el nuevo PRI, por lo que ahora resta por determinar si Movimiento Ciudadano se desempeñará como el verdadero Morena…
¿Qué significa esa tergiversación de los colores políticos en nuestro país? Todo y a la vez nada, en realidad.
Morena no es ni ha sido ni será la Regeneración; transformación, sí, entendida como recuperar prácticas del pasado que, al menos la población democrática y ciudadanizada habíamos pensado no podían tener cabida ya más en México.
Resultó, sin embargo, que el más rancio —y también más anciano— Tricolor se desgrana y se desfonda pues sus huestes se pintan de guinda.
Ese surrealismo político del que hablaban Breton y Dalí, donde nadie es quien dice ser, no obstante permite entrever los verdaderos tamaños y alcances de los partidos políticos. Y, entre otros aspectos, esboza a un Movimiento Ciudadano que quizá defina el 2024, esto es, que incline la balanza electoral de un lado u otro de este mundo, un muy polarizado mundo, que se ha vuelto nuestro país. Pero, fiel a mis malas costumbres, me estoy adelantando, así que vamos por pasos:
Desazón y desesperanza
Después de la desmedida alharaca por parte de todos, donde se nombraron ganadores, perdedores, y con la posterior resaca que impactó a propios y extraños, tenemos un ‘Juntos Hacemos Historia’ que no logró el carro completo propuesto (ni siquiera con la derrama económica a través de sus programas clientelares y el cada vez más sospechoso empuje del crimen organizado). La oposición —particularmente la de corriente priista— mostró más dudas que certezas y la actitud de algunos gobernadores, candidatos, dirigentes, representantes y autoridades dejó un fuerte olor a traición.
Pero para mí que la desazón impregnó estas pasadas elecciones sobre todo al tener un porcentaje muy alto de abstencionismo en todos los estados. ¡En Oaxaca fue del 62% del electorado y en promedio superó el 50% en cinco estados!; solo en Tamaulipas la participación ciudadana dejó la modorra en casa y fue mayor al 50% del padrón electoral.
Mal si ello se debió a temor o amenazas de autoridades o criminales (a veces son lo mismo). Mas, muy mal si esto obedeció a la desidia de la ciudadanía. ¿Qué puede ser más importante que elegir a los gobernantes? En todo caso, cualquiera de las dos opciones es muestra de la desesperanza ciudadana en las elecciones que para muchos solo se multiplicó luego ya al conocer los resultados.
Desazón escuchar —una vez más— a López Obrador quien ni siquiera porque ganó su Movimiento en cuatro entidades dejó de sobajar a la oposición y repartir mentiras sin recato alguno. Sería bueno que ya que estamos más allá de la mitad de su mandato dejara de dividir, pero ya ni siquiera soñarlo…
Traslado del PRI a Morena
No entiendo tanta algarabía de parte de Morena; a excepción de la candidata por Quintana Roo, todos sus candidatos, empezando por los vencedores, son ex priistas (¡ah! y un experredista). Una versión “remasterizada” del priismo a ultranza, aquel de los 70s reencarnado en una envoltura guinda. Los priistas, esos que los lopezobradoristas tanto critican, fueron sus abanderados y ¡ahora sus gobernantes! Y, como cereza en el pastel, los exgobernadores tricolores hoy despachan, o pronto lo harán, como embajadores.
La 4T y simpatizantes deberían preguntarse si en realidad ganó la nueva transformación o lo más vetusto de la política nacional les ve la cara.
Para quienes ven la extinción del priismo, les tengo nuevas: ahora cuenta con 25 gubernaturas (las tres formales y 22 bajo Morena). Morena es el nuevo PRI, todos harían bien en aceptarlo.
Factor MC
Si bien Movimiento Ciudadano no ganó ninguna de las gubernaturas en liza este pasado 5 de junio —lo cual ya se veía venir—, mejoró en muchas entidades su porcentaje de participación. (Mientras, el PT y el Verde perdieron su registro en los seis estados; esto obviamente sujeto a que no armen sus pretextos en el INE y que Morena no salga a su rescate).
Como fuera: queda claro que el partido que continúa creciendo —poco o mucho, dependiendo del estado y del candidato— es Movimiento Ciudadano y no los otros “satélites” que iban en coalición con Regeneración Nacional.
El partido naranja de Dante Delgado se convierte en la propuesta no solo más codiciada por unos y por otros, sino en el auténtico Morena al ser el fiel de la balanza en las elecciones del 24.
Así hoy la política mexicana, donde nada es lo que parece; Morena es el PRI vestido de guinda; los naranjas coqueteando con la idea de ser morenos, el verde pintado de color desierto y el albiazul sin saber en qué tono de azul vivirán.
Por el momento, únicamente tiene sentido analizar las posibles acciones que tome MC. ¿Volverá a sus orígenes al lado de López Obrador? ¿Continuará siendo su fin último crecer de forma orgánica lentamente y conservar el registro?
¿Qué viene? Todos los partidos, alianzas y posibles candidatos se lo preguntan, incluyendo Morena. ¿Cuál es la mejor opción para llegar y con quién como abanderado y como aliado? Si bien hay tiempo contestar a lo anterior, algo sí debe quedar claro: Morena actuará como el viejo PRI y si hay escisiones a su interior serán procesadas o causarán estragos a la vieja usanza. Movimiento Naranja será la verdadera oposición y de este partido dependerá el marcador final de la contienda presidencial en el 2024. Lo que es ahora la alianza opositora, si sobrevive dos años más, no tiene otra opción que cortejar al anaranjado y dejar que este marque las decisiones del resto.