“- Hasta que Davey Jones se topó con aquello que inquieta a todo hombre.

- ¿Qué inquieta a todo hombre?

- ¿Qué será?

- Pues la mar.

- Las sumas.

- La disyuntiva entre el bien y el mal.

- ¡Una mujer!”

PELÍCULA PIRATAS DEL CARIBE

Pasamos del #EsClaudia en bardas y espectaculares al #FueClaudia, por lo de los diversos accidentes e incidentes en el Metro capitalino. Pero en realidad ¿dónde estamos parados?

La política es extraña, mismo para quienes siendo animales netamente políticos —como Andrés Manuel— deciden experimentar con nuevos derroteros. Y en ese sentido, creo que con la tragedia de la Línea 3 del Metro, él y su gobierno pusieron a Claudia —no sé si para beneficiarla o para perjudicarla— ante una falsa disyuntiva: Guardia Nacional o mayor y mejor impulso al mantenimiento del Sistema de Transporte Colectivo.

Falsa porque se aseguró que con lo primero —las fuerzas armadas— se acabarían los problemas del Metro, aduciendo que estos son exclusivamente producto de saboteadores —primordialmente con un sello que nos conduce al sindicato y a su líder, Fernando Espino—.

¿No es posible que ambas causas convivan? Sabotajes y desperfectos causados por falta y/o incorrecto mantenimiento, gestión, administración y procesos. ¿De verdad tendrían que ser excluyentes?

Lentamente, sin remedio, el discurso cuatroteísta ha llevado a Sheinbaum a considerar y presentar estos dos factores como encontrados, decantándose por la primera explicación, la del sabotaje (por cierto, críticos y opositores insisten en lo otro).

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¿Por qué no tener la presencia de la Guardia Nacional (o de la policía de la Ciudad de México) lista para “saltar” sobre los trabajadores del Metro ante cualquier intento de sabotaje, agresión o insubordinación, y al mismo tiempo invertir en, y re configurar, los procesos de mantenimiento asegurándose en darle a ese transporte público las herramientas, piezas, revisiones, infraestructura necesarias?

El gobierno de la capital podría trabajar en ambos frentes y con la misma intensidad y notoriedad. Pero de alguna forma ha decidido no hacerlo. ¿Por qué no lo ha hecho?

La interrogante es válida e importante plantearla. La narrativa del complot no está peleada con el reconocimiento y atención a problemas derivados de fallas administrativas, de gestión, de cuidado, de operación.

Obviamente, la salida a través de la victimización —esa que tantísimos réditos le ha dado a López Obrador— es más fácil y de entrada menos costosa presupuestalmente, pero hay algo que no checa: para mí que ‘la Claudia científica’, al revés de AMLO, no es de las que se va por las salidas fáciles… Sobre todo cuando la realidad chilanga apunta a que la gente se está hartando más rápidamente que antes de la victimización —una donde las víctimas en realidad son los usuarios y no las autoridades—.

Este argumento —y el no privilegiar la inversión presupuestal— se vuelve endeble, suena a pretexto y francamente “a sabotaje“, pero de parte de sus mismos compañeros morenistas. La fórmula, la más costosa monetariamente hablando, pero la más redituable en todos sentidos, es invertir en el Metro (de preferencia no a costa de recortes y “ahorros” en otros rubros).

¿Sheinbaum estará leyendo adecuadamente las más recientes encuestas al respecto? Me temo que no. Revisen ustedes los datos aportados por MetricsMX publicados en SDPnoticias y los de El Financiero, “¿'Chilangos’ quieren a la Guardia Nacional en el Metro? Esto dice la Encuesta EF”.

Veamos los resultados específicamente por lo que al tema del Metro se refiere —dejemos de lado otros aspectos que no son relevantes en este momento, como la aprobación de la gestión, intención del voto de cara a los comicios del 2024—: la presencia de la Guardia Nacional en andenes, talleres, estaciones, oficinas del Metro no es mal vista; si acaso hay una división en la discusión; un debate entre los chilangos sobre la materia. Mas, al mismo tiempo —como es lógico— los capitalinos se refieren importantemente a un problema de falta de mantenimiento. O dicho de otra manera, el que la mayoría de los habitantes de la capital sigan apoyando la gestión de la jefa de gobierno —incluso lo que tiene que ver con la administración del Metro— no quita que exista malestar ciudadano y la exigencia de dirigir la atención a mejorar la infraestructura del STC Metro.

Retomemos la frasecilla esa que suele pronunciar el presidente: “el pueblo es sabio”. Pues bien, no sé si la sociedad mexicana alcance niveles de sabiduría, pero ciertamente no veo estratégicamente adecuado tampoco pensar que la gente es tonta. Y así, los chilangos le están diciendo a Sheinbaum: “no descartamos la necesidad de contar con la GN —sobre todo por aquello de posibles sabotajes—, pero no por ello descuides el mantenimiento del Metro.”

Aquí abro un paréntesis por lo que a la presencia de la Guardia Nacional se refiere. Si bien los capitalinos no están abiertamente en contra/de hecho están abiertos a ese esquema de política de seguridad, ello no significa que vean con buenos ojos que la GN no sepa cómo reaccionar y asistir a la gente, o bien que caiga en prácticas de detener arbitrariamente a usuarios, como la señora que tiró accidentalmente las aspas de su lavadora de ropa o los que toman fotos cuando ocurren accidentes.

De seguir esa tónica, en lugar de ser un acierto tener en el Metro a la GN, esta se volverá pronto una carga monumental para el gobierno de la CDMX.

Por cierto, flaco favor le hace a Sheinbaum la bancada de Morena en la Cámara de Diputados con su iniciativa para que ella tenga la facultad permanente de pedir la presencia de la Guardia Nacional en el Metro cuando así lo considere.

¿Por qué “flaco favor”? Porque aunque la iniciativa dice: se busca “evitar que continúe de forma premeditada el uso del sabotaje y se le utilice también como arma política”, en realidad no todo lo que ocurre —ya lo dije— se puede explicar con la premisa del sabotaje. Dicho de otro modo, es un error afirmar que estamos frente a una “serie de hechos atípicos en el Metro”, cuando estos se han vuelto más típicos que nunca…

Regresando al cuerpo del análisis y concluyendo este: ya sea porque hay un genuino interés por atender las necesidades ciudadanas —muchas veces expresadas en airados reclamos— o por el objetivo político electoral de ganar la pre candidatura de Morena y luego la Presidencia de la República, ¿es estratégicamente exitoso desasociar ‘sabotajes’ de ‘mantenimiento’? ¿Control político —sobre el sindicato del Metro, en este caso— de una adecuada gestión del transporte público? Yo estoy convencida de que no. López Obrador —y, ahora, Claudia Sheinbaum— de que sí.

Mi opinión es que, conforme a las encuestas, los ciudadanos de la gran metrópoli apoyan mayoritariamente a CS, pero el apoyo sería ciertamente mayor si dirige empeño y reflectores hacia mejorar el mantenimiento de tan importante transporte.

Ya veremos después quién tiene la razón, si yo o la 4T.

Por lo pronto, reitero, los capitalinos sencillamente no ven que exista la disyuntiva a la que me referí antes; lo expresan claramente en las encuestas. A sus ojos no hay disociación.

Otra cosa es que las autoridades no lo quieran entender…