Estando como están las cosas, y cuando los mexicanos queremos que los funcionarios públicos dejen de ostentar lujos y derroches, yo que tú, Lilly, no hubiera llegado en la camioneta Porsche.
Sé que está bonita, claro. Como bien dices tú. Y también te creo cuando afirmas que el papá de tu hijo se la ganó a base de esfuerzo y trabajo... sin noroñearle, pues.
Pero yo que tú, evitaba llegar en ese auto de lujo precisamente al Senado, en estos días en los que está candente el tema de tu relación política con Andrés Manuel López Obrador.
Es nada más sentido común, Lilly. Yo sé que eres inteligente. Te sigo desde hace muchos años. Siempre he admirado tu belleza y tu temple al hablar, desde que eras periodista. Pero, ahora como política, el show de tu llegada al Senado con tremendo camionetón, estuvo fuera de lugar.
Yo que tú, Lilly, me bajaba del camionetón y además usaba cubrebocas al hablar con la gente. Sobre todo porque los mexicanos te agradecemos en el alma el que hayas sido tan clara y frontal con Hugo López-Gatell.
Entiendo que se te haya olvidado usar cubrebocas, a todos nos ha pasado. Pero tú tienes a muchísima gente mirándote, porque eres la primera persona que veo que hace dudar a AMLO.
Por último, Lilly, yo que tú, le recordaría al papá de tus hijos que cuando pueda, haga el reemplacamiento con placas de la CDMX... es que trae de Morelos. Para que no se piense mal, que no se diga que es un truco para no pagar tenencia. Eso es indebido.
Y, ahora sí, por último: Al explicar el origen de la camioneta, dices que el papá de tu hijo tiene “muy buen gusto”... y, entonces, los que andan en transporte público ¿no tienen buen gusto?
Lilly, puedes llegar a ser la oposición que necesitamos los que no comulgamos con AMLO, pero por ahí no va la cosa... Te lo dejo para la reflexión.
Claudia Santillán Rivera en Twitter: @panaclo