En el debate derivado del imperdible artículo del presidente Zedillo publicado por Letras Libres destacan las respuestas que ha venido dando la presidenta Sheinbaum en defensa de AMLO y de la 4T y la carta respuesta del exmandatario que no tiene desperdicio.
Los planteamientos expresados por Zedillo no son un pleito personal, sino una genuina preocupación por el devenir de la nación, lamentablemente la respuesta que está recibiendo, se inscribe en el ámbito de lo personal.
Las expresiones de Zedillo bien podrían tomarse de forma positiva, México requiere -y son muy pocas- de voces expertas que se opongan al desastre que está protagonizando la 4T.
El espejo gringo
En Estados Unidos voces de expertos han logrado que el presidente Donald Trump modere su tono y sus políticas como la arancelaria y la diplomacia, sobre todo con los países aliados, por eso asistió a los funerales del Papa en Roma y es algo de lo que carecemos en México, hay pocas voces como la de Zedillo y las que hay son denostadas y descalificadas sistemáticamente.
La respuesta de AMLO vía Sheinbaum (su vocera) es la misma de siempre, retórica demagógica, sin datos concretos y un slogan que repite lo del Fobaproa, porque al parecer no tienen nada más en su contra.
No hay comparación
Zedillo habla desde su visión de estadista, de un presidente que fortaleció la democracia y las instituciones, empezando por el poder judicial, que estabilizó la economía, aunque a los ojos de personajes como AMLO, de forma incorrecta.
Desmanteló lo que Enrique Krauze definió como la presidencia imperial o como la describió el escritor Mario Vargas Llosa, la “Dictadura Perfecta”, misma que AMLO y su cargada están regresando.
Hoy no se trata de quién fue mejor presidente, es perder el tiempo en lo obvio, los resultados de uno y otro están a la vista y mucho se ha escrito sobre los logros alcanzados por Zedillo en democracia, economía, seguridad, combate a la pobreza, fortalecimiento de la vida institucional y alternancia, justo lo que AMLO se encargó de destruir: mandando al diablo las instituciones, vaciando las arcas y endeudando al país, estableciendo vínculos inconfesables con el crimen organizado y volviendo al México clientelar y de pobreza creciente.
En su sexenio Zedillo hizo reformas para garantizar la independencia del Banco de México, cambió la política social, impulsó una política comercial que retomara el sentido del recién iniciado TLC, y no le tembló la mano para, por necesarias, hacer reformas polémicas e impopulares como subir el IVA y o implementar el Fobaproa para rescatar el sector financiero, incluyendo a los cuentahabientes de clases medias y bajas que tenían ahorros o créditos hipotecarios, automotrices y tarjetas de crédito.
Se le juzga con la liviandad de quien no tiene memoria histórica, repiten lo que dice la narrativa cuatrotera, pero, lo que no dicen es que también se realizaron procesos legales en contra de una serie de neobanqueros que provocaron parte del hoyo en el sistema financiero, entre ellos, Carlos Cabal Peniche, el mismo que fue proveedor de la 4T y aliado político de Andrés; Ángel Isidoro Rodríguez Sáez, ‘el Divino’, Alfonso Romo, que fue jefe de gabinete, y Eduardo Mariscal, de Havre, cuyos operadores, los hermanos Buentello Carbonell, ahora lo son de los hijos de Andrés Manuel.
Hechos y no palabras
No lo aceptarán jamás, pero el resultado de la administración de Zedillo fue un éxito: se sentaron los fundamentos de la democracia y la economía, se terminaron las crisis de fin de sexenio, hubo un crecimiento sostenido que perduró hasta 2018, bajaron los índices de pobreza y México se encaminó a la modernidad.
AMLO recibió un país avanzando, con un crecimiento de 2.5%, una cobertura del 84% en salud, certeza jurídica, un poder judicial independiente, una joven, pero consolidada democracia, un IFE/INE independiente y ciudadanizado, contrapesos y organismos autónomos y un poder político cada vez más separado de las instituciones.
Pero inició su gobierno buscando el regreso de la presidencia imperial y en su primer año se dio un decrecimiento, un menos 0.1% y a pesar de que la pandemia le vino como anillo al dedo para justificar esa caída, lo cierto es que no nos hemos levantado.
El debate está en que el gobierno reconsidere seguir el sendero que AMLO trazó, de la tiranía que beneficia a unos pocos o se retome la vida democrática e institucional, el Estado de derecho, la igualdad de los ciudadanos y la autonomía de los poderes.
La historia pone a cada quien en su lugar y AMLO apenas terminó su sexenio pasó a ocupar uno de los peores lugares en la historia contemporánea de México.
X: @diaz_manuel