Todo estaba preparado para que se coronara el equipo de futbol consentido de la familia Calderón Zavala.

Temprano en el juego, el árbitro Paul Delgadillo había marcado un penal francamente inexistente que incrementaba en forma notable las posibilidades de que Pachuca se llevara el campeonato.

Minutos después, en el medio tiempo, el dueño de TV Azteca, Ricardo Salinas Pliego, se sacó de la manga una promoción patriótica de su televisora con el único propósito de darle minutos de pantalla a Felipe Calderón.

Una semana atrás, también en Pachuca, Calderón había asistido al juego de semifinales de los Tuzos, lo que hizo para que no quedara ninguna duda de que la familia que actualmente reside en Los Pinos apoya al equipo hidalguense.

Desde luego, Calderón no se atrevió a acudir, el jueves pasado, al estadio de los Pumas para presenciar el primer juego de la final.

Ni loco que estuviera. Calderón sabe que no nunca será bien recibido en las instalaciones de la principal universidad mexicana, en la que sus alumnos y maestros son mayoritariamente partidarios de Andrés Manuel López Obrador.

El árbitro muy probablemente sabía lo anterior y puso, por puras ganas de quedar bien, su granito de arena para apoyar la causa de Calderón: regló al Pachuca un penal.

Pero los Pumas no se iban a dejar, y no se dejaron. Con estrategia y coraje hicieron su juego y se quedaron con el campeonato.

Alguien me dijo: "El árbitro expulsó a un jugador del Pachuca. Eso habla de que no sólo favoreció al equipo que prefieren los Calderón".

Repliqué: No es lo mismo expulsar a un futbolista que regalar un gol; esto cualquiera los sabe.

Otra persona me comentó: "Pronto verás a los Pumas visitar a Calderón en Los Pinos, lo que significa que no lo ven como un enemigo".

Si los Pumas van a Los Pinos se deberá a que el rector de la UNAM, José Narro Robles, más que un académico, es un grillo.

Que los Pumas visiten la residencia oficial es lo de menos. Lo interesante sería que Calderón visitara, sin guaruras, la UNAM. No lo hará. Sabe que ahí no se le quiere.